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Año V Nro. 354 - Uruguay, 04 de setiembre del 2009   
 
 
 
 
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Visión Marítima

 
Ruperto Long

No tienen vergüenza
por Ruperto Long

 
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         En el pasado mes de junio se desencadenó un conflicto en ALUR.

         No es necesario recordarle al lector que ALUR es un emprendimiento sucro-alcolero-energético (aunque hasta ahora sólo ha producido azúcar, y no mucha), que procura retomar las actividades de la histórica CALNU y que ha sido uno de los “buques insignia” del gobierno del Frente Amplio, que ha invertido en esta experiencia cuantiosos recursos del Estado.

         En lo personal, hemos seguido de cerca este proceso reciente, y vale decir que también conocimos de larga data las actividades de CALNU, CALVINOR, CALAGUA y otras organizaciones destinadas a promover el olvidado norte uruguayo. Siempre estuvimos convencidos –y lo seguimos estando- de que si hay una región del país que requiere políticas activas para su desarrollo, es el norte del Uruguay.

         Ahora bien: para poder hablar del norte uruguayo, hay que haberlo recorrido. Sólo luego de haber transitado reiteradamente los kilómetros sin fin de rutas como la 30 o la 31, donde uno descubre unas ovejas cada tanto y algunas cabezas de ganado con mucha suerte, pero por más esfuerzos que haga difícilmente logre avistar un ser humano, se comprende el extraordinario potencial de desarrollo, hoy adormecido, de estos parajes ignotos. De los cuales se dice, no sin ironía, que es muy difícil llegar desde Uruguay…

         Por todo ello siempre hemos observado con atención –y nunca hemos descalificado de plano- las inversiones que se puedan efectuar en esta remota región, aunque tuviéramos dudas fundadas sobre la manera de concretarlas, y sobre la conveniencia de explorar otras alternativas. Inversiones que –por otra parte- han provenido de gobiernos del más variado signo ideológico, a lo largo de las últimas cinco décadas. Por ejemplo, el sistema de riego que cubre diez mil hectáreas –probablemente su más valioso patrimonio-, fue construido mucho antes del actual gobierno.

         Pues bien, desatado el conflicto que derivó en el corte –por parte de los plantadores de caña de azúcar- del camino que conduce al ingenio, nos trasladamos, en nombre del Partido Nacional, a dicho lugar. Mantuvimos un largo y esclarecedor diálogo con los productores de caña, en el medio del camino interrumpido.

         Varias conclusiones emergieron con absoluta claridad. Si bien se ha invertido una suma enorme para Uruguay (alrededor de 80 millones de dólares -aunque como en otros casos del actual gobierno que tienen que ver con dinero es imposible conocer los números con transparencia y precisión-), la totalidad de dicho monto ha sido invertido en el ingenio y en el pago de los haberes de los funcionarios estatales que trabajan en el mismo. Nada -repito: nada- se ha destinado a apoyar a los productores agrarios para modernizarse técnicamente, disponer de nuevos equipos y maquinarias, aumentar el área sembrada y probar variedades de mayor rendimiento. Mi ya referido encuentro con los plantadores en el corte de ruta se produjo al costado de un sinnúmero de tractores que, salvo excepciones, constituían -en sus propias palabras- un verdadero museo.

         Pero no satisfechos con esta situación –que descarga todo el riesgo de la inversión en los débiles hombros de los productores-, las autoridades de ALUR decidieron fijar para este año un pago por kilogramo de azúcar que es aproximadamente igual al costo de producción del mismo que había laudado una comisión integrada por los productores y la empresa. Es decir, con dicho pago, quien asume la mayor parte del riesgo no dispone de un mínimo de rentabilidad. Se discutieron algunos centésimos más o menos, pero finalmente los plantadores tuvieron que ceder porque la zafra se les venía encima y corrían el riesgo de perder la cosecha.

         Pero lo que colma nuestra capacidad de asombro –y nuestra paciencia, que no es poca, es que una empresa fuertemente deficitaria como ALUR, que no es capaz de apoyar a los productores de los cuales depende –que ni siquiera acceden a créditos del BROU, sino… ¡del BANDES!-, y que opera en un mercado oligopólico, se dedique a hacer publicidad en los medios de comunicación con recursos que no salen de otro lado que de nuestros bolsillos. Y con particular énfasis en los últimos tiempos en que -¡o casualidad!-, en nuestro país se desarrolla una campaña electoral.

         Asombra tanto desparpajo.

         Por lo que hemos iniciado las acciones para detener este despilfarro.

         Mientras tanto, no podemos decir otra cosa: ¡no tienen vergüenza!

© Ruperto Long

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