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Año V Nro. 363 - Uruguay, 06 de noviembre del 2009
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El domingo un mensaje pasó relativamente desapercibido. El plebiscito sobre el voto epistolar obtuvo apenas 37%, es decir 11% menos que los votos del FA. La ley plebiscitada obtuvo en el parlamento el respaldo de la mayoría absoluta que tiene el FA, sin embargo cuando esa ley fue llevada a consideración de la ciudadanía en un ejercicio de democracia directa, obtuvo apenas 37%. Miles de votantes frenteamplistas no estuvieron de acuerdo con lo que sus legisladores votaron en el parlamento y actuaron con independencia política. Votaron lo que querían ellos y no lo que les imponían sus dirigentes. Es un doble ejemplo, por un lado de independencia y por otro de que ejercieron el derecho a elegir y no permitieron que lo hicieran por ellos. El 29 de noviembre hay otra elección, ya no es partidaria sino de fórmulas desprovistas de lemas. Probablemente el Frente Amplio tenga mayorías parlamentarias en ambas cámaras. Esto es una muy mala noticia para la democracia, no porque sean ilegítimas, que no lo son, sino porque si esto se completara con un gobierno del mismo partido nuevamente medio país gobernaría a pesar de la otra mitad. Habría un bloqueo democrático donde el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo se confundirían entre sí, y nuevamente tendríamos un gobierno sin control, un Ejecutivo sin límites y un parlamento sin función, que no legisla sino que homologa. Lo que parece una desventaja para la fórmula Lacalle-Larrañaga, será una fortaleza. Nunca la concentración del Poder en un solo partido es positiva, pero en este caso es aún mucho peor. En este período, como el ejemplo del voto epistolar, la aplanadora de las mayorías automáticas en el parlamento por no dialogar y no tener contrapesos, cometió errores. Aún así y dentro de lo malo, una cosa es una mayoría respondiendo al liderazgo de Vázquez, y otra muy distinta liderada por Mujica. Esta mayoría legislativa del FA, a su vez, responde a una mayoría aplastante del sublema compuesto por el MPP y el Partido Comunista, que a nivel legislativo está comandada por la señora de Mujica, Lucía Topolansky, que sería, de darse, la tercera en la línea de sucesión presidencial al ser primera senadora de la lista mayoritaria del FA. Mujica-Astori-Topolansky, ese es el trípode de poder que podría instalarse en Uruguay. Astori, como vemos, es el jamón del sándwich que tendría el poder real: el MPP (26 diputados en posibles 50 del FA, y 8 senadores (MPP+Huidobro+Lorier) en 16. Astori está en la publicidad pero no en el poder. El senador Mujica adelantó este lunes que si no obtenía la mayoría parlamentaria recurriría a la Asamblea General para bloquear las decisiones de la Cámara de Representantes, desnudando así su verdadero pensamiento que no es dialoguista. La propuesta de "Pacto Nacional" de la semana pasada, se cae a pedazos ante estas afirmaciones del presidenciable. La única forma de equilibrar el poder es repartirlo y así obligar al acuerdo. Así se construyeron las democracias más desarrolladas y más prósperas. Es buena parte de la historia europea y sin duda de Estados Unidos, donde el presidente es de un partido y el Congreso, habitualmente, de otro. Es lo único que suma dos mitades. De lo contrario tendríamos algo mucho más acotado que un gobierno de partido, sería un gobierno de sector, del MPP y su aliado el Partido Comunista. La necesidad de acordar pone límites al poder, y eso es lo que garantiza lo más importante: la libertad. Eso está en juego. © Javier García para Informe Uruguay
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