Protección social en Chile:
Hacia el mito del Estado de Bienestar
por Axel Kaiser
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De un tiempo a esta parte, intelectuales y políticos cercanos al progresismo han promovido la idea de que Chile debe alejarse del esquema de desarrollo económico anglosajón, para seguir un modelo de bienestar al estilo europeo. El objetivo es la creación de un “estado social de derechos”, tal como lo ha señalado en reiteradas ocasiones la presidenta Bachelet.
El problema de este enfoque pro Estado de bienestar, es que suele caer en una falacia al no detenerse, como cuestión previa, en la reflexión acerca del origen del bienestar. En efecto, pues la generación de riqueza es un paso anterior e ineludible para desarrollar estructuras de bienestar o protección social, tal como lo demuestra el caso de Canadá.
En ese país, entre los años 1947 y 1986 el producto geográfico bruto per cápita aumentó de $7.402 dólares a $19.925 dólares debido, entre otras razones, a la liberalización del comercio. Ello permitió que en ese mismo período los gastos en educación aumentaran, en términos reales, de $147 dólares a $1.237 dólares per cápita, es decir, de un 1,99% del PGB a un 6,79% del PGB. Simultáneamente, el gasto en salud se incrementó, en términos reales, de un 0,72% a un 6,18% del PGB.1 En fin, los beneficios financieros directos por medio de diversos programas sociales aumentaron en prácticamente quince veces en el mismo período.2
Como se observa, los canadienses hicieron del crecimiento económico la columna vertebral de su sistema de protección social.
En Chile, los gobiernos de la Concertación han ido peligrosamente en el sentido opuesto. El Estado ha crecido sofocando la economía por medio de nuevos impuestos, regulaciones y controles de diverso tipo. La consecuencia ha sido que el desempeño económico se ha deteriorado considerablemente, comenzando a observarse un cuadro que hace tiempo es una realidad crítica en varios países de Europa, cuyos modelos de seguridad social inspiran el proyecto del gobierno de la Presidenta Bachelet. El demócrata cristiano Baldur Wagner, ex secretario de la Republica Federal Alemana, explica: “La falta de inversiones y el alto desempleo, el déficit presupuestario, un récord histórico de las contribuciones e impuestos y el creciente deterioro de la calidad del medioambiente son los factores que actualmente caracterizan la situación económica en Alemania y en Europa en general”.3
Luego, el político alemán sostiene que el camino correcto es precisamente el opuesto al que plantea el gobierno chileno: “Hay que disminuir el tamaño del Estado (......) La expansión de las actividades del Estado en el pasado ha reducido los ingresos de los ciudadanos masivamente, disminuyendo así sus posibilidades de autoabastecerse y debilitando su iniciativa propia”.4
La reflexión anterior permite concluir que el modelo de seguridad social que ha venido desarrollando Chile, no cumplirá sus objetivos al atentar directamente en contra del pilar fundamental del bienestar, a saber, la creación de riqueza a través del desarrollo económico. De este modo, el esquema de prestaciones universales impulsado por la coalición gobernante no es viable en el mediano plazo. De hecho, los efectos de la mayor intervención estatal ya comienzan a observarse, siendo su principal síntoma el estancamiento de la economía.
A lo anterior se agrega el hecho de que el Estado chileno requiere de una profunda modernización para administrar con eficiencia los recursos destinados a la protección social. Los cada vez más frecuentes casos de corrupción en los programas sociales y las gigantescas pérdidas de dinero en proyectos como Ferrocarriles del Estado, indican que urge una reforma general del aparato público en orden a lograr una asignación eficiente de los recursos. De no realizarse tal reforma, todo esfuerzo por avanzar hacia una mayor protección social corre el riesgo de verse frustrado.
En suma, el gobierno chileno debiera privilegiar siempre el desarrollo económico como paso previo a una expansión del sistema de protección social y a la vez poner énfasis en la modernización del Estado. Sin ello, el país corre el riesgo de fracasar tanto en lo económico como en lo social.
Referencias:
1. Treiblock, Michel y Howse, Robert, The regulation of International Trade, 2nd ed., Routledge, 1999, p.12 (traducción propia).
2. Ibídem.
3. Wagner, Baldur, Economía social de mercado en Alemania: orígenes históricos, principios básicos y reformas necesarias, editado por Fundación Konrad Adenauer, Santiago, enero 2004, p.1.
4. Ibídem, p.16.
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