Un hombre decide cenar en un restaurante chino, llama al camarero y le pregunta:
- Cuál es la especialidad?
- Calne de lata, señol.
- Bueno, quiero eso
El camarero vuelve a los minutos con el pedido:
- Mmm... esto es riquísimo.... ¡¡¡ Muy bueno!!!- dice el señor.
Al día siguiente, el hombre decide regresar.
- Sírvame la especialidad
- ¿Calne de lata?
- Si... es excelente
El hombre debora el exquisito manjar y se retira satisfecho. Al otro día vuelve.
- Quiero la especialidad de la casa.
- ¿Quiere calne de lata?
- Si... es algo delicioso.
- Lo lamento, señol. Hoy no podlé selvile calne de lata...
- Pero... por qué?
- Es que la lata está teniendo latoncitos....
Un cieguito pedía limosna en una esquina. Pasa un turista y al querer colocarle una moneda en el jarro de metal, aquella pega en el borde y cae. El ciego se agacha la toma y la introduce en el jarro. El turista lo mira y le dice:
- Basura! usted es un estafador! no es ciego! anda engañando a la gente, sinvergüenza!
El cieguito trucho responde:
- Calmese señor, sucede que el cieguito esta enfermo y yo lo estoy cubriendo.
- Ah, ¿y Ud. a que se dedica?
- Yo soy el sordo-mudo de la otra cuadra.
Una noche, un pequeño avión estaba volando sobre Nueva Jersey con cinco pasajeros a bordo: el piloto, Michael Jordan, Bill Gates, el Dalai Lama y un hippie. De repente, algo explotó con fuerza en el compartimento de quipaje, y el avión empezó a llenarse de humo; la puerta de la cabina se abre y sale el piloto:
- Caballeros, tengo buenas y malas noticias. Las malas noticias son que nos vamos a estrellar en Nueva Jersey. Las buenas son que hay cuatro paracaídas... ¡y yo tengo uno de ellos!
El piloto abrió la puerta y saltó.
Michael Jordan se puso de pie en un instante:
- Señores, yo soy el mejor atleta del mundo. El mundo necesita tener grandes atletas. Creo que el más grande atleta del mundo merece tener un paracaídas.
Dicho esto, tomó uno de los paracaídas restantes y saltó.
Bill Gates se puso de pie y dijo:
- Caballeros, yo soy el hombre más inteligente del mundo. El mundo necesita hombres inteligentes. Creo que el hombre más inteligente del mundo debe tener también un paracaídas.
Tomó uno y saltó.
El Dalai Lama y el hippie se miraron el uno al otro. Finalmente el Dalai Lama habló:
- Hermano, he tenido una vida satisfactoria y he conocido la felicidad que da la iluminación divina. Tú tienes toda la vida por delante. Toma el paracaídas, yo caeré con el avión.
El hippie sonrió lentamente y dijo:
- No te preocupes, calvito. ¡El hombre más inteligente del mundo acaba de saltar con mi mochila.
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