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Una señora que vive sola
por Dr. Alberto Scavarelli
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Una señora sale de su casa en horas del mediodía, para hacer unas compras en el almacén de cualquier barrio. A poco de salir, pasa un incalificable sujeto, la empuja con violencia, le arrebata el bolso de entre las manos y se da a la fuga con su "botín". Ha tirado al piso en brutal golpe a una señora muy mayor, que estando bien, igual se mueve cuidando el equilibrio entre baches y acechanzas, hasta ser finalmente sorprendida por un cobarde que le agrede brutalmente.
A pocas cuadras, el delincuente es divisado por la policía y en su alocada carrera por huir, cae al piso y es detenido. Dos lesionados. Un agresor y una víctima, ambos con lesiones de importancia a consecuencia del mismo hecho: el delito, el agresor y la victima.
Supongamos además en el curso de esta historia, que los dos- la víctima y el agresor, sufren una fractura, ya sea de una pierna o en el caso de la señora seguramente de cadera que es el caso lamentablemente mas frecuente, para no hablar de los efectos anímicos que le quedan a nuestra pobre victima por mucho tiempo o para siempre. La señora vive sola, con hijos lejos en una situación bastante frecuente en estos tiempos de emigración y otras desgracias.
Ambos, el agresor y la victima son atendidos de inmediato, El delincuente luego va preso y la señora al ser dada de alta se va a su casa a continuar su recuperación. Curaciones periódicas, fisioterapia, receta de medicamentos, pago de ticket y órdenes, con idas y venidas múltiples durante mucho tiempo.
La señora de nuestra breve historia, vive sola y no tiene posibilidades de contar con ayuda permanente y mucho menos paga. Comienza para ella como victima, una nueva etapa del vía crucis, o para decirlo en otros términos de moda, de diaria revictimización.
Se las tiene que arreglar como puede. Esta sola, nadie más se acuerda de ella y saldrá adelante o pasará lo peor poco tiempo después fruto de los hechos y sus consecuencias que la abruman. Ya no vuelve a ser la misma, porque además el temor, la soledad y la impotencia le angustian y le superan.
Mientras tanto el atrapado y en nuestra breve historia cotidiana, fracturado delincuente, a partir de su captura comienza a ser atendido como corresponde y será internado en un hospital y luego el sistema se ocupará de el. Lo trasladarán para atenderse y le suministraran lo que necesita. El sistema penitenciario tiene enormes y graves defectos y carencias, pero nadie muere de gangrena por una fractura y hay muchos actores interesados en controlar estas instancias.
El agresor, que se lesionó delinquiendo, tendrá quien le asista y se ocupe de el, mejor o peor, pero será atendido y trasladado cada vez que sea necesario. Y eso esta bien, así debe ser. Lo que es inadmisible es que su victima, nuestra sufrida señora de una historia cotidiana, esté padeciendo mil dificultades, arreglándoselas sola y como pueda, tendrá que trasladarse para ser atendida con mil dificultades, pidiendo favores, o recibiendo una mala atención por no asistirse asiduamente, mientras gasta mucho dinero en su tratamiento mas allá de coberturas medicas.
No cuenta con asistentes sociales que se preocupen de su suerte, ni el estado le brinda apoyo alguno en una etapa tan difícil y en tan dura circunstancia. Esto es absolutamente injusto e inmoral para cualquier sociedad que se precie de ser minimamente civilizada y solidaria.
Preocupados por estos hechos, en junio de 2004 primero y en marzo de 2005 en la actual legislatura después, presentamos en Cámara de Diputados nuestro proyecto de LEY SOBRE PROTECCIÓN DE VICTIMAS DEL DELITO Y DE TESTIGOS:, un tema sobre el que mucho hemos escrito desde estas mismas paginas. Fue tratado en la Comisión de derechos Humanos de la Cámara de Representantes, allí lo informamos detalladamente hace mucho tiempo y quedó esperando ser debatido en el plenario, mientras la injusticia se consuma a diario, al igual que la irresponsable omisión social, que en este caso tiene nombres y apellidos.
El Gobierno cuatro años después, toma una parte menor del proyecto y lo incluye en las anunciadas medidas contra el delito. Por supuesto que tal como ha sucedido en otros temas que reseñaremos mas adelante, no consulta, no reconoce autorías y lo que es peor el técnico a cargo copia mal y parcialmente. No es la primera vez y seguramente, aunque queda menos tiempo no será la última, porque no siempre nobleza obliga.
El proyecto de ley que promoviéramos, fue elaborado en función de principios internacionales en la materia y le impone al estado la obligación de asistir a las víctimas del delito que no están en condiciones de asistirse en debida forma por si mismas, tal como es el caso de la señora victima de la agresión en nuestra historia.
Es una responsabilidad groseramente incumplida, una traición a la solidaridad social de quienes están ocupados en otros menesteres más rentables en titulares de prensa. Lo dijimos en la exposición de motivos del proyecto de ley, detrás de cada delito consumado hay un fracaso de la sociedad toda y un incumplimiento de las garantías que toda sociedad y su gobierno les deben brindar a las personas que la integran.
Si se hubiera caído en un pozo de la calle, alguien indemnizaría, si la hubiera atropellado un automóvil, alguien pagaría, pero como lo que le sucedió es que un delincuente le agredió en plena calle, entonces nadie tiene que ver y esta librada a su propia suerte o desgracia. La historia se repite a diario y se acerca a muchos casos que todos conocemos de algún modo.
Como lo que preocupa no es el reconocimiento de la autoría, que por lo visto es una causa inútil, sino el abordaje de temas cruciales cotidianos, lo cierto es que hay casos que enervan la inteligencia de cualquiera. Una pena este estilo. De cualquier forma lo que importa es que se avance bien, porque la situación de las victimas del delito es insosteniblemente profunda y extendida.
No legislar en este delicado tema, es una violación flagrante a la responsabilidad y al buen sentido. Juzgue usted estimado lector, porque yo ya no quiero hacerlo. Seguiremos insistiendo, hasta que se legisle, porque la causa de las victimas del delito no es menor y ya no admite mas demoras.
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