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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 394 - Uruguay, 11 de junio del 2010 |
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Se ha cerrado un ciclo electoral, donde los resultados departamentales nos han dejado la alegría de que la ciudadanía ha confiado a Candidatos del Partido Nacional doce de las diecinueve intendencias; entre ellas la recuperación de bastiones nacionalistas como la “heroica Paysandú” , la victoria obtenida en Florida, palmo a palmo y voto a voto y la vuelta al segundo lugar de preferencia en Montevideo. Felicito el esfuerzo de los candidatos a Intendente, Edil, Alcalde y concejales; así también como a los colaboradores y militantes en todas sus formas sin distinción de sectores partidarios. Estas elecciones han demostrado su diferencia práctica y conceptual con las laudadas internas y nacionales.
En la práctica, cada departamento es particular y su gente se siente identificada con capacitados líderes zonales-algunos de ellos conocidos desde la niñez-en quienes confían mediante el voto o avalando decisiones que abarcan desde el servicio a la comunidad hasta alianzas programáticas y electorales locales; sin incidencia de las cúpulas partidarias o candidaturas nacionales. Rige la acumulación de votos departamentales por lema a distintos candidatos del mismo y el doble voto simultáneo mediante dos hojas de votación, una departamental y otra municipal que deben corresponder al lema. Esta realidad, muestra la imposibilidad de determinar votos o contar el número de Intendentes de cada sector partidario- aún cuando algunos se han declarado independientes- intentando transformar elecciones departamentales en internas de sectores que cooperan en unidad con el objetivo de una propuesta. Así también resulta inviable, la pretendida transformación de elecciones departamentales en nacionales, efectuándose el juicio de que el último resultado ha equilibrado las elecciones nacionales. Seguramente, el mapa que cubre de celeste las intendencias ganadas, sería otro si consideramos la votación por departamento en las elecciones nacionales. En cuanto al concepto diferencial entre las elecciones departamentales y nacionales, es interesante recordar la gestación del actual sistema electoral surgido de una reforma constitucional aprobada por la ciudadanía en 1996. El Pacto de Club Naval celebrado en agosto de 1984 entre Colorados y Frentistas con la Dictadura-entre otras conocidas consecuencias-desembocó en el Acto Institucional 19 por el cual una Asamblea Constituyente decidiría -al cumplirse el año de su vigencia- si mantenía o revocaba las restricciones a la competencia de los Poderes del Estado y a las libertades públicas establecidas en el propio Acto y que sus resoluciones serían sometidas a ratificación plebiscitaria el último domingo del mes de noviembre de 1985. Para los Partidos Pactistas, las disposiciones del Acto 19, habían recibido la validez jurídica que les confería el voto popular en los comicios de noviembre de 1984-todos sabemos las condiciones -por haber arrojado un pronunciamiento mayoritario en su favor.
El Partido Nacional, no participante del Pacto, siempre sostuvo que consideraba inválidas las disposiciones del Acto 19 por entender que ni los Partidos Políticos ni el Gobierno de Facto tenían facultades para modificar la Constitución de la República así fuera en forma transitoria; a la vez que afirmaba su derecho y deber de comparecer al acto electoral ,aún en las injustas e ilegítimas circunstancias en que se previó, pues era la única forma en que asumiría la responsabilidad ante el pueblo, de lograr un gobierno permanente exento de los institutos limitantes del Pacto del Club Naval. Como consecuencia, sus legisladores ocuparían las bancas correspondientes integrando además la Constituyente, cuyo único problema, a decir de Wilson Ferreira Aldunate, era decidir si ésta funcionaría como tal, o bien trataría lo que el Dictador Gregorio Álvarez había autorizado. En tal sentido, ya en diciembre de 1984, había adelantado a máximos representantes de los Partidos Políticos que si la Constituyente era convocada, su colectividad propiciaría la modificación de los preceptos constitucionales que establecen la elección del Presidente de la República por el Sistema de doble voto simultáneo a una sola vuelta agregándole la segunda vuelta o balotaje y que propondría la separación en el tiempo de las elecciones nacionales y departamentales a plebiscitar en noviembre de 1985, argumentando que el Presidente electo debería obtener el aval de más del 50% de los ciudadanos y que “el país necesita saber a ciencia cierta por qué y por quienes vota” Inmediatamente, rechazaron la propuesta-entre ellos el Frente Amplio, gran detractor del sistema que el Partido Nacional quería cambiar-acusando a Wilson de perseguir fines electorales; y él les indicó incluir en el proyecto una cláusula que a texto expreso estableciera la aplicación del nuevo sistema a partir de las elecciones de noviembre de 1994 y no desde las próximas en 1989, lo que tampoco fue aceptado. Como siempre ha ocurrido con nuestros caudillos, la historia y la población le otorgó la razón a Wilson después de 11 años en plebiscito de 1996, comenzando su aplicación en los comicios de 1999. El líder de Alianza Nacional, Jorge Larrañaga, sugirió al Presidente José Mujica eliminar las elecciones internas, el balotaje y juntar los comicios nacionales con departamentales, debido al extenso calendario electoral y al cansancio y hastío que provoca la campaña, calificando al sistema de “mamarracho”.
Posteriormente, el líder Colorado Pedro Bordaberry agregó que “la gente no aguanta estar votando tanto tiempo con el país parado”. Ante todo debe quedar claro que la legislación vigente protectora de la libertad y voluntad del elector, no es culpable del cansancio, ni la detención del país durante el período electoral. Me pregunto quiénes, y porqué se cansan o detienen el país. No es el voto lo que cansa. Menos campaña y mejor militancia. Los militantes, deben ser escuchados, enseñados y apoyados en su tarea, para que la puedan cumplir coordinada y autónomamente, de tal forma que quienes integran cuadros orgánicos partidarios y representativos de gobierno, estén liberados para cumplir eficientemente sus deberes. No se puede reducir el calendario electoral de modo que arriesgue la libertad y voluntad ciudadana. Habilitar el voto cruzado es un arma de doble filo, pues seguramente se instará a los electores a no ejercerlo y acumular votos hacia ciertos candidatos de un mismo lema. No se deben eliminar las internas simultáneas, pues convenciones partidarias y candidaturas resultan del voto de los ciudadanos que adhieren a cada colectividad. Vale la pena definir lo que queremos reformar y su análisis: Compartir este artículo en Facebook © Fernando Patrón para Informe Uruguay
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