|
|
|||||||
|
Año V Nro. 368 - Uruguay, 11 de diciembre del 2009
|
|
Nadie en su sano juicio puede negar el papel trascendental que ha jugado el presidente de Brasil, tanto en las conquistas sociales logradas, como en el liderazgo que ejerce su país en la región. Sin lugar a dudas esto es bueno para Sudamérica y, en general para América Latina. Brasil ha demostrado contar con una serie de argumentos sólidos para ponerse al frente del bloque y jalonear como lo que es, un gigante. Por otra parte, Lula tiene una impresionante facilidad para lograr los objetivos que se propone. Desde el otrora dirigente sindical, al líder mundial de hoy, hay a simple vista la enorme diferencia que deja el rodaje del poder. Ya en el fondo, subsiste ese ser humano en el que, dicen quienes lo conocen de tiempo atrás, permanece incólume el hombre soñador que ha ganado todo en la vida a base de esfuerzo y porque no decirlo también sufrimiento. He aquí, quizás como parte de alguno de sus sueños, en aras de convertirse en redentor de presuntos desvalidos, que Lula comete el error de darle la mano amiga al régimen teocrático de Irán, en la persona de su presidente Ahmadinejad, quien en una gira por América del Sur, intentó lavar en el exterior la vergüenza del fraude y posterior represión cometidos en las elecciones pasadas para cerrarle el paso a la oposición. Lo curioso del caso, es que esa oposición iraní es muy parecida en sus reclamos a la que encabezaba Lula en sus tiempos de valiente opositor a la dictadura militar brasileña. Lula no debe olvidar la condena mundial en el seno de la OEIA, organismo de Naciones Unidas especializado en el tema de energía nuclear. Esto debido a que el régimen islámico iraní esconde una carrera nuclear, que tiene cara de todo, menos de seguir fines pacifistas. Por ejemplo, hasta el día de hoy, Ahmadinejad no ha mostrado arrepentimiento por sus reiteradas amenazas de erradicar el Estado de Israel. Lula debería tener en cuenta que debido a la preocupación que despierta el peligroso juego atómico iraní, Alemania, Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y China se pusieron de acuerdo luego de varios meses de negociaciones al más alto nivel. Brasil por su parte decidió abstenerse de la condena pública a Irán. Se podría decir que es su derecho y le llamaríamos independencia de criterio, en lo personal considero que es una enorme equivocación de Itamaraty, a quien esta pluma en más de una vez ha vertido elogios por su atinada política exterior. No puede dudar Lula que la teocracia islámica, antidemocrática y represiva que encabeza Ahmadinejad está desafiando abiertamente a la comunidad internacional con su programa nuclear. Lamentablemente, Lula, un estadista, cayó al mismo nivel que sus colegas, los mandatarios de Venezuela Hugo Chávez y de Bolivia Evo Morales, quienes lo recibieron con elogios y como un adalid de la libertad, luchador de la liberación de los pueblos y defensor de las libertades. Esta vez, el presidente de Brasil se equivoca, Luis Inacio Lula Da Silva, no ha estado a la altura de su liderazgo y del que ejerce Brasil en la región. Es tiempo de que reflexione. ¡Hasta el próximo encuentro…! © Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
|