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Año V Nro. 368 - Uruguay, 11 de diciembre del 2009
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Existe un temor generalizado, que recogemos en esta oportunidad para demostrar que nos estamos acostumbrando a sobrellevarlo en silencio y aceptándolo como un elemento negativo de los “nuevos cambios” que viene experimentando la frontera. En la década del 90, los titulares de la prensa local apuntaban sus comentarios a la violencia que se registraba en las ciudades brasileñas del Estado limítrofe de Río Grande del Sur. Sin embargo con el paso de los años la violencia se fue aproximando lentamente a la frontera rochense, terminando con la tranquilidad aldeana de su población. La reiteración de hechos delictivos que se vienen registrando diariamente en esta ciudad están sorprendiendo a las autoridades policiales, generando además una situación de temor e incertidumbre entre los habitantes. Se trata de una situación preocupante que amenaza los hogares fronterizos con robos, copamientos, rapiñas y asesinatos no siempre resueltos por las autoridades. Esta situación ha generado nuevas medidas por parte de los vecinos, pretendiendo atenuar los riesgos mediante la contratación de serenos, sistemas de seguridad, rejas y muros para protegerse de este cuadro de violencia. Corresponde señalar el trabajo realizado por las autoridades policiales y la colaboración que han encontrado en algunas oportunidades por parte de las autoridades brasileñas. Sin embargo, es evidente que se ven superados por la audacia de los delincuentes que aprovechan además las condiciones favorables de una extensa frontera terrestre, que dificulta en muchas oportunidades los procedimientos policiales. En la actualidad uno de los temas que ocupa mayor espacio en los medios locales está relacionado con la seguridad pública. Un reciente chequeo telefónico realizado por EL ESTE ha demostrado que un alto porcentaje de los habitantes de ambas poblaciones (Chuy-Chui) es partidario de tener armas en sus domicilios. Se trata de una medida contra su voluntad, impulsada por la necesidad de protegerse contra la delincuencia y la inseguridad. Considerando que el Estado no puede proporcionarle la seguridad reclamada, el ciudadano procura de alguna manera los elementos que contribuyan a reforzar la tranquilidad de su hogar. Si bien consideran que las armas no representan un salvo conducto para salir ileso en una situación de violencia, ofrece en cambio un valioso elemento de defensa. Pese a que los números indican que uno de cada tres ciudadanos disponen de un arma en su domicilio, no todos están en condiciones de usarlas correctamente, siendo muy bajo el promedio de quienes llegan a usarlas en casos de violencia. Existen profesionales que apoyan la tenencia de armas, con un manejo racional de las mismas y un proceso previo de entrenamiento para su manejo responsable. Por otro lado nadie puede pensar que desarmando a la población, se esté desarmando a la delincuencia. Mientras los delincuentes permanezcan armados, no corresponde ni es conveniente desarmar a la ciudadanía, teniendo en cuenta que los delincuentes siempre van a conseguir las armas. Con la intención de aportar nuevas opiniones sobre el tema, en próximas ediciones recogeremos la opinión de diversos actores de la sociedad fronteriza. © Julio Dornel para Informe Uruguay
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