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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 386 - Uruguay, 16 de abril del 2010 |
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El premio Nobel, Paul Krugman fue uno de los primeros en encender la luz de alerta. El economista advirtió que el ingreso masivo de capitales a la economía más grande de Sudamérica estaba alejando a los mercados financieros de los fundamentals. “El escenario económico brasileño no es apocalíptico. No es la Argentina (de 2001), pero tampoco es saludable. Decir que Brasil es una buena historia poscrisis no es lo mismo que decir que se tornará en una superpotencia económica el año que viene, y eso es lo que los mercados están diciendo”, sostuvo Krugman, quien consideró que los flujos de dinero están creando una “burbuja de activos”. El catedrático en Economía y Asuntos Internacionales de la universidad de Princeton confirmó, además, que iba a desprenderse de los activos brasileños que aún mantenía en su cartera. “Brasil aún no ha demostrado que será una economía de crecimiento realmente rápido”, insistió.
Las palabras de Krugman reavivaron el debate. En una entrevista con la cadena de televisión estadounidense CNBC, el presidente de la Organización por la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Ángel Gurria, alertó: “Hay peligro de una burbuja de activos en lugares como Brasil o India y deberíamos ser cuidadosos respecto a ello, es una amenaza real”. La consultora Finsoport, dirigida por el ex viceministro de Economía argentino Jorge Todesca, también suscribió al peligro de burbuja y justificó su preocupación en la inacción oficial: “El presidente Lula Da Silva no está demasiado convencido de la implementación de medidas para desalentar la entradas de capitales (y) el Ministro de Economía (Guido Mantega) está confiado con las herramientas existentes”, afirmó. El gran problema de Brasil parece ser el ingreso irrestricto de capitales, según el consenso de economistas. Aun quienes consideran que el desarrollo de Brasil es sustentable y que los mercados acompañan más o menos en su justa medida, creen que la constante valorización del real afectará tarde o temprano a la economía. La moneda brasileña se apreció un 34% respecto del dólar en 2009, a pesar de las constantes compras de divisa por parte del Banco Central de ese país. Claro que, a fines de 2008, la caída de Lehman Brothers había ocasionado una fuga de capitales que provocó una devaluación similar en pocos días. Pero la constante apreciación del tipo de cambio puso en vilo a los exportadores, ya perjudicados por la fuerte contracción del comercio internacional. En 2009, Brasil recibió unos US$ 29.000 millones en concepto de inversión extranjera directa. Se calcula que otro tanto ingresó en fondos de cartera. Eso llevó al Gobierno de Lula a instaurar, en octubre último, el impuesto sobre operaciones financieras, una tasa del 2% para intentar limitar la entrada de capitales y atemperar el riesgo a que una fuga masiva desestabilizara la economía. Ese peaje no fue suficiente y el dinero siguió fluyendo hacia el país carioca. “Los inversores extranjeros fueron responsables del 34% del volumen operado en el Bovespa durante 2009, y esta participación fue aún superior durante la primera mitad del año, cuando alcanzó un pico del 38% en julio”, consignó la sociedad de Bolsa Puente Hermanos en un reciente informe. “El peso de los inversores del exterior se redujo tras la introducción de un impuesto sobre las inversiones en acciones, lo que hizo que la participación extranjera llegara en noviembre de 2009 al mínimo en cinco años (32%)”, siguió. “Como las autoridades han implementado medidas relativamente laxas para el ingreso de capitales, la moneda del país seguirá apreciándose, las exportaciones se encarecerán, en tanto que las importaciones se abaratarán”, vaticinó Finsoport.
Las compras de dólares por parte del Banco Central de Brasil y el Tesoro no son suficientes y hasta podrían generar el efecto inverso, al crear un mercado garantizado para los vendedores de dólares, alertaron economistas de ese país consultados por la agencia Reuters. Los temores sobre el futuro de la economía brasileña y, sobre todo, el regreso de la inestabilidad a los mercados, hicieron que los inversores retiraran del Bovespa unos US$ 500 millones durante enero. Sin embargo, agentes financieros minimizan, por ahora, cualquier posibilidad de burbuja en Brasil y se muestran más que optimistas, a la vez que recomiendan mantener e incrementar posiciones en activos de ese país. Al presentar el último informe regional Latin Watch, el economista jefe del BBVA para América del Sur, Joaquín Vial, aseveró: “en Brasil no se ha formado ninguna burbuja especulativa”. El experto, no obstante, consideró: “En el corto plazo (la región) enfrenta la dificultad de conciliar el desarrollo de su sector exportador con monedas más apreciadas, lo que podría condicionar la normalización de las políticas económicas”. Los que confían que el mercado brasileño todavía tiene mucho para dar destacan que el país salió rápidamente de la crisis debido a que el Gobierno implementó incentivos al consumo interno que paliaron, en parte, la fuerte contracción en el comercio mundial. Así, Lula logró sostener el proceso de crecimiento económico con inflación moderada del último lustro sin mayores contratiempos, a pesar de un leve aumento del desempleo. En un reciente mensaje al Congreso, Lula destacó que Brasil ha logrado superar “con éxito” la crisis global, a la vez que “se siguió generando trabajo y renta y se siguió reduciendo el abismo social”. Ese “éxito” del que habla Lula está vinculado a la expansión del mercado interno brasileño. Un reciente informe de la Fundación Getulio Vargas de ese país destacó que la clase media creció en forma sostenida desde 2003 y que ahora compone casi el 50% de la población del país, siempre estigmatizado por las fuertes asimetrías sociales. El centro de estudios remarcó que, de los casi 91 millones de personas que componen los estratos medios, 27 millones se sumaron en los últimos siete años, desde los niveles socioeconómicos más bajos. En el frente financiero, Lula aseveró que los u$s 239.000 millones de reservas que se contaban en el Banco Central al 31 de diciembre último, son más que suficiente para atemperar cualquier turbulencia. Esto último fue remarcado por Mantega. El Ministro de Hacienda brasileño destacó, ante la salida de capitales de las últimas semanas: “No estamos preocupados, porque tenemos grandes reservas”, a la vez que destacó el lado bueno de la desvalorización de la moneda: “con una devaluación del real, las exportaciones se vuelven más competitivas”, sostuvo. Por estas razones, muchos inversores –posicionados en activos brasileños- no creen que sus compras estén inflando una burbuja. Will Landers, portfolio manager para América Latina de la mayor gestora de fondos del mundo, BlackRock, afirmó: “Es difícil demostrar que el mercado está sobrecomprado o que las acciones están caras con respecto al resto del mundo”. Según sus previsiones, el Bovespa podría alcanzar rápidamente los 80.000 puntos (al día de hoy, martes 13 de abril, se encuentra en 70.390 puntos)
BlackRock, que administra activos por US$ 3.300 billones, aseveró a comienzos de febrero que el mercado de valores paulista podría trepar hasta los 77.000 puntos en el 1er. trimestre. La firma preparaba 3 fondos de inversión para apostar a empresas brasileñas al cierre de este número. “El mercado de fondos negociables en Brasil aún es muy incipiente. Estamos apostando a un aumento de más inversores individuales en el mercado”, dijo Saulo Mendes de Almeida, director de ventas y mercados de capital de BlackRock en ese país. La firma Link Investimentos proyectó un crecimiento del Bovespa del 24,5% para 2010, hasta los 83.500 puntos, que sería sostenido por un incremento del 15% en las ganancias corporativas de las empresas brasileñas, con la minera Vahle y la petrolera Petrobras a la cabeza. “Las perspectivas de desarrollo económico de Brasil son auspiciosas para los próximos trimestres, siendo actualmente ese país el principal receptor de Inversión Extranjera Directa e Inversiones en Cartera entre los países emergentes”, destacó Puente. El Fondo Monetario Internacional (FMI) opina lo mismo y proyecta un crecimiento económico del 4,7% para Brasil, impulsado por el consumo interno, el gasto público, las inversiones y, en menor medida, la recuperación de las exportaciones. Y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) es más optimista y proyecta una expansión del, 5,5% este año. Habrá que ver cómo impacta en ese optimismo la sucesión presidencial. Es que Brasil irá a las urnas en octubre y la candidata patrocinada por Lula, Dilma Rousseff, no logra seducir al electorado. Nadie se atreve a pensar qué puede pasar en la potencia sudamericana después de que el líder obrero que sedujo a todas las clases sociales deje el poder. Fuente: Urgente 24 Compartir este artículo en Facebook
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