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¡Arriba la papa!
por José Carlos Cardoso
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El Gobierno propuso quitar el IVA a productos de granja que se importen. No acompañamos la iniciativa por imprecisa e inconveniente.
Sí consideramos importante una quita de impuestos a productos del consumo popular, incluidos en lo que llamamos “la canasta”.
No dice el gobierno a qué producto y qué volumen prevé exonerar de IVA a la importación. Pero desconfiamos, es a la papa, la cebolla y la zanahoria.
Puede, mal aplicada, ser el fin de algunas producciones de granja. Un importador con un barco de zanahoria en el puerto de Montevideo, sólo necesitará un par de semanas para liquidar la producción nacional. Habrá zanahoria barata un par de meses, pero seguramente ya no tendremos quien la produzca en el Uruguay.
Tendrá un fugaz efecto para el consumo, más allá de perjudicar durante un tiempo extenso a granjas y granjeros.
Las reglas de juego tienen que ser claras y estables. No se puede decir al productor: “La regla es que usted está protegido de esta manera pero de pronto voy a bajar artificialmente el precio a la espera de que aumente la oferta”.
Eso no puede pasar. Porque es dañino.
Nuestra propuesta era bajar la presión impositiva local. No la presión impositiva que se aplica a las importaciones en los alimentos básicos. La propuesta gubernamental va en línea con el liberalismo rampante. Liberar el ingreso de productos sensibles desde el exterior cuando no esta demostrada la escasez del producto, no tiene explicación.
Soy liberal pero no tonto. Un ucraniano, o un importador de papa de Canadá podrá traer un gran panamax de papa y destruir en pocas semanas la producción nacional, provocando desestímulo al productor para próximas cosechas.
¿Quién puede volver a producir con tamaña amenaza?
Las fuertes críticas en el pasado a los duraznos griegos han quedado minimizadas ante esta propuesta. Los críticos de ayer transformados en ultraliberales hoy. ¿Y la proclamada soberanía alimentaria?
Si no hay producción nacional, hay dependencia alimentaria. Nadie en el mundo deja de producir su propia comida.
Si la rebaja del IVA fuera a la banana, tendríamos un primer efecto -positivo- sobre el consumo ya que bajaría el precio; un segundo efecto -negativo, pero solucionable- sobre el Fondo de la granja y un tercer efecto -neutro- sobre la producción nacional, porque no existe.
Si se aplicara sobre la cebolla en tiempo de escasez tampoco afectaría, se mantendría el acceso al producto por parte de los consumidores pero sin afectar al productor. Algo similar sucede con el ajo. Pero la papa y la zanahoria, en tiempos de abundancia del producto y sólo para combatir la probable especulación interna, nos parece una enorme amenaza sobre el sistema productivo.
Presentamos un Proyecto de Ley hace dos meses facultando al Poder Ejecutivo a fijar a tasa 1% (uno por ciento) el IVA de toda la canasta básica, justamente para evitar el encarecimiento. El costo de la medida era cuatro veces menos que el aumento del gasto en Rendición de Cuentas. Costaba 95 millones de dólares. La aplicación podría ser transitoria y hasta que “afloje” la tensión de precios.
Lo único que logrará el gobierno con su “idea de quitar IVA a la importación, además de pésima señal interna, es perjudicar al buen productor que en algún momento hizo inversiones por precaución o para cubrir o proteger del clima su producción para tiempos como los actuales.
Entendemos preocupante pagar 40 o 50 pesos el kilo de papas. Debemos ayudar a corregir ese problema.
Pero la solución planteada es equivocada.
Si hay especulación con un producto básico, no es necesario destruir a los productores para arreglar el lío.
¡Justo en el año internacional de la papa!
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