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Año V Nro. 288 - Uruguay,  30 de mayo del 2008   
 

 
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Raúl Seoane

¡Cuidado Lafluf!
por Raúl Seoane

 
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         Varios cables de esta última semana informaban que el intendente de Río Negro, Omar Lafluf pediría al Ejecutivo Nacional que se limite la venta de tierra a extranjeros, sobre todo argentinos. (Ver El Espectador y La Capital de Rosario)

         Una de las argumentaciones de Lafluf es que el campo se está volcando al cultivo de soja, boom de los últimos años, en desmedro de los tambos que van cerrando al encontrar un producto con mayor margen de ganancia y con muy buenos precios internacionales.

         En la Argentina los productores agropecuarios encuentran muchas limitaciones para subsistir, debido a los reintegros a las exportaciones, el control de precios decretado por el gobierno y la fuerte persecución impositiva ejercida por un gobierno que para frenar la inflación busca el control y congelamiento de precios realizando “aprietes” en todos los sectores agrícolas, industriales y comerciales de los artículos de primera necesidad.

         Como ya lo ironizáramos en un artículo anterior el gobierno argentino está trabajando para que la economía de nuestro país crezca rápidamente, y los agricultores argentinos venden sus propiedades y compran campos en Uruguay.

         Según datos elaborados por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) de Uruguay, entre los años 2000 y 2007 se realizaron 19.000 operaciones de compraventa de tierras rurales, involucrando aproximadamente unos cinco millones de hectáreas.

         De acuerdo a un informe publicado en el diario kirchnerista Infobae, los productores y grandes empresas que eligen desembarcar en Uruguay lo hacen para diversificar y bajar los riesgos. En este contexto, los derechos de exportación que erosionan la rentabilidad es una de las principales variables tenidas en cuenta al realizar estas operaciones.

         La compañía más importante presente en Uruguay es El Tejar, que maneja 55.000 hectáreas cultivadas con trigo, cebada, soja, maíz, girasol y ganado. “La actual política para el campo en la Argentina no promueve la inversión. Y muchos productores estamos mirando a Uruguay con muchísimo cariño", aseguró Oscar Alvarado al diario El País.  Los Grobo es otro de los grandes actores que ya tiene 40.000 hectáreas. También están presentes Calyx Agro -formada por capitales argentinos y accionistas de la multinacional Louis Dreyfus- y MSU S.A., una empresa que nació en Santa Fe y comenzó sembrando en Uruguay unas 3.000 hectáreas y hoy ya maneja unas 16.000. Por último, a los grandes productores en breve podrá sumarse Cresud, compañía que maneja el negocio agropecuario en IRSA, ya que recientemente captó casi 300 millones de dólares con el objetivo, según los rumores, de expandir sus actividades del otro lado del charco.

         El principal peligro de este desembarco argentino en nuestro país lo representan los grandes pool de siembra existentes en la vecina orilla y que maximizan la producción con muy poca mano de obra, lo que obliga al desplazamiento de peones y mano de obra.

         El prohibir la venta de tierras a extranjeros, y sobre todo a los argentinos, es un gravísimo error, porque esos productores traen nuevas tecnologías que benefician a nuestra producción y generan divisas imprescindibles para nuestro país.

         Lo que sí debe reglamentarse y exigir que los propietarios extranjeros de tierras tengan radicación en nuestro país y que las ganancias producidas por sus emprendimientos sean, en un porcentaje importante, reinvertidas en el Uruguay, porque lo normal es que esas ganancias sean giradas a los países de origen de los agricultores. También hay que incentivar, con bajas de impuestos o precios especiales a las otras ramas del sector agropecuario para evitar que se pasen a la soja.

         Lo que se debe tener en claro, es que nadie puede impedir al ciudadano libre, en este caso el agropecuario, que fabrique, produzca o genere la actividad que mejor le convenga y que más rentable le sea, de lo contrario nos convertiremos en otra Cuba o Venezuela.

         No hagamos estupideces. Reglamentemos la compra y tenencia de tierras por parte de extranjeros, incentivemos las producciones que sean importantes para el país, pero no prohibamos las inversiones agrícolas, porque es lo peor que podemos hacer. Al prohibir las compras estamos cayendo, salvando las distancias, en lo mismo que está haciendo el inepto gobierno argentino, desalentando la inversión, en un momento de la historia en que el mundo está ávido de alimentos.

         La soberanía no está en un pedazo de tierra, como despotrican los simpatizantes de la izquierda, la soberanía está en el corazón de cada uno de los uruguayos.

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