Roberto J. Payró enviado por el diario La Nación al teatro de los sucesos del alzamiento saravista, del que se cumplieron 100 años el pasado mes de marzo, se convierte en un observador privilegiado de los acontecimientos previos a la revolución que estallaría en 1904.
Las notas del periodista nos brindan una visión palpitante, llena de agudeza y simpatía de aquel mundo rural amenazado ya por los avances de la modernidad. Las crónicas fueron publicadas en libro por primera vez en 1967 y la editorial Banda Oriental las reedita en el centenario de los hechos.
El libro transcribe los apuntes originales, escritos en los lugares donde el periodista vivió los momentos angustiantes previos al levantamiento de 1903, que finalizó al firmarse la paz a fines de marzo, paz que duró poco ya que al año siguiente se desató la temida guerra civil.
Por Jorge W. Carozo
Los relatos de Payró, nos trasladan al lugar y a la época de los acontecimientos, describiendo con simpatía la idiosincrasia de los pobladores de la campaña uruguaya de entonces, tan parecidos según el a la gente de su país en su niñez, condiciones que añora porque según él, en la Argentina ya se había perdido esa sencillez, esa cordialidad y bonhomía del hombre de campo, que conservaba aún el paisano uruguayo.
Su viaje, desde Nico Pérez hasta Melo y luego de regreso, en medio del mal tiempo, el calor, la lluvia, los mosquitos y las dificultades de viajar en break y en diligencias, son relatados con un realismo que transporta y absorbe al lector, en una especie de crónicas noveladas muy bien escritas, que reflejan una simpatía no disimulada por el país y por los orientales.
Describe el orden que se mantenía en la villa de Melo, centro del gobierno del Partido Nacional, donde se vivía en un ambiente de respeto y seriedad hacia los partidarios de la causa así como hacia los oponentes, que podían pedir un salvoconducto para salir a donde quisieran con sólo pedirlo. Dice Payrot, en una de sus notas: "Es notable el orden en este pueblo. Sin embargo, patrullas de vecinos armados hacen el servicio de la policía ausente, y las afueras son recorridas por rondas a caballo, que probablemente no tendrán que intervenir en nada, como no han intervenido en las noches anteriores."
La correspondencia presentada en el libro fue escrita en forma continuada por el autor entre el 20 y el 31 de marzo de 1903, y publicada en La Nación los días 3, 5, 7, 10 y 15 de abril de 1903. Abarca pues, doce días consecutivos de las andanzas del periodista argentino por los dominios sublevados de Aparicio Saravia.
Dice además Torres Wilson, en el prólogo, que Payró siente por la campaña oriental, por su paisaje y por sus hombres una indisimulada simpatía.
Continúa luego: "La revolución, tal como la pinta Payró, dista mucho de presentar el cuadro de sombría barbarie con que ha sido descrita muchas veces, tal vez desde ángulos más urbanos y más ajenos al medio rural en el que se desarrolló."
"Sólo las comunicaciones aparecen entorpecidas por la amenaza de la guerra. El teléfono y el telégrafo están censurados y el ferrocarril está detenido por orden del gobierno. La falta de caballos, requisados por los ejércitos, obliga al periodista a utilizar todas sus cartas de recomendación o a pagar sumas leoninas para conseguir un asiento en una diligencia. La búsqueda de Saravia, símbolo vivo de la revolución, se convierte en algo dramático, obsesivo. Mientras no lo encuentra, Payró relata sus leyendas, sus hechos, sus dichos y hasta llega a admirarlo."
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