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Año I - Nº 45 - Uruguay, 26 de Setiembre del 2003

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Bienvenidos a Realidad Semanal
Maldonado, 29 de Agosto de 2003
Parar la mano y administrar la esperanza
Los entes siguen imperturbables en su obsesión alcista, ensanchando
la grieta social de familias en dispersión...
La población del país, en su inmensa mayoría, sobrevive a la crisis que nos afecta con indisimulables dificultades. La disminución de los ingresos en los hogares uruguayos – por pérdida de actividades laborales, por rebajas salariales o por congelamiento de las retribuciones, lo que también conlleva achique del poder adquisitivo – ha determinado inevitablemente la aplicación de un sistema de vida restrictivo.

La economía de los núcleos familiares se ha visto desbordada por una realidad asfixiante y galopante. Y ese apremio que los hechos han ido poniendo en la puerta y la preocupación de cada uno, a través de los recibos que llegan periódicamente y la mesa a instalar y servir en cada jornada – ámbito que podíamos presumir intocable por los vaivenes o la fluctuación normal de las alegrías y las tristezas – se ha tornado insoportable, inasible para su resolución mediante un mayor sacrificio.

Hoy hasta la alimentación de algunos sectores está comprometida y ello pauta la profundidad increíble de la situación que nos agobia, más allá de una solidaridad que reconocemos y se expresa de múltiples maneras. Más allá de esfuerzos colectivos o individuales, de aportes, acompañamientos y esfuerzos que hemos destacado, provenientes de diferentes lugares, desde el gobierno departamental o la sociedad organizada.

Pero hay no obstante una insensibilidad que se consagra y se trasunta en el ininterrumpido incremento de la tarifa de los servicios públicos. Como si no tuvieran tales prestaciones sobre sus espaldas un componente impositivo mayúsculo, de Iva, Cofis, alcantarillados de todo tipo y “ainda mais”, los entes siguen imperturbables en su obsesión alcista, ensanchando la grieta social de familias en dispersión, y cuál si estuvieran imbuídos de un masoquismo absurdo, mirando la debacle desde arriba.

Se dirá que el afán recaudatorio responde también a realidades apremiantes del fisco nacional y que no pueden obviarse vertientes que aseguran el ingreso, haciéndolo insoslayable para la gente en su efectivización y monto imponible.

Pero el agua y la luz son esenciales, y no podrá argumentarse – a semejanza de lo que sucede con los combustibles – que somos rehenes de la coyuntura internacional.

Pensamos que en un momento que no existe ocupación, que no hay aumentos salariales; que solamente existe emigración y un pensamiento de angustia exacerbado por las incertidumbres y las carencias, lo más razonable sería parar la mano. Que no existe país sin la gente – ella es la razón exclusiva y excluyente de la patria – y no sólo existe responsabilidad hacia el futuro, que para llegar a él es necesario transitar y atravesar el presente. Por tanto, urge administrar de mejor manera, y no solo los dineros, sino también la fé, la esperanza, la credibilidad de que vivir en el Uruguay es posible.

 

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