Al rescate de mi país
por Diego Fau
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Nací en Uruguay allá por septiembre de 1971, y vaya si nací en un momento histórico complejo, comprometido, lleno de dudas y escasas certezas. Han pasado 37 años desde entonces, dictaduras, vuelta a la democracia, alternancia de partidos en el poder, crisis económicas, vaya si pasó agua debajo del puente y aguas turbulentas por cierto.
Pero dentro de todos esos vaivenes, de esos cambios repentinos y drásticos, de esas incertidumbres, mi país, Uruguay, mi orgullo, nuestro orgullo, siempre se caracterizó por poseer y mantener valores, costumbres, tradiciones que nos hacían diferentes, tan diferentes que, y disculpen la falta de modestia, nos hacían únicos en la región. El respeto al otro, la tolerancia hacia el que piensa diferente, la educación en valores de la población toda, sea quien sea y la suerte que haya tenido en su recorrido por la vida.
Nuestro principal capital nunca fue nuestra reducida plaza financiera, ni siquiera lo fue nuestra ganadería ni nuestra agricultura. Nuestro principal capital siempre fue nuestra gente.
He vivido casi seis años en el exterior, y en cada regreso, en cada vuelta al pago, reafirmaba y retroalimentaba mi orgullo de ser uruguayo. Orgullo que muchas veces compartía con amigos extranjeros que me acompañaban. Quienes volvían a sus países gratamente sorprendidos por la educación y el respeto con que se brindaba nuestra gente. Y claro que había problemas, diferencias, dificultades, divergencias. Si es que siempre existieron en esta joven y rebelde nación. Pero se imponía, ante todo y ante todos, el respeto.
Sin embargo hoy siento que algo se perdió. Que algo ya no está entre nosotros. Me fui de un país y regresé a otro, bien distinto por cierto. Algo hemos perdido, algo nos han quitado, nos hemos quitado. Y eso es nuestra propia esencia, nuestra propia identidad se ha ido o se está yendo. Este Uruguay de hoy poco tiene que ver con aquél.
Y no lo digo por nostálgico, créanme que vivo cada minuto de mi vida para construir futuro y no para añorar pasado. Pero algo cambió. Hoy nos miramos a los ojos y no nos reconocemos. Esta sociedad no es la mía, no es la suya, no es la nuestra. Hoy nos miramos al espejo y no nos reconocemos, y eso es lo mas triste que le puede pasar a una sociedad. Nuestra identidad era nuestro orgullo. Dónde está? Dónde quedó aquella sociedad con muchos problemas pero inundada de valores?. Dónde está el Uruguay? Algo pasó y está pasando, y quizá todos, cada uno a nuestra manera, somos responsables de su ausencia.
Y como creo que todos somos responsables o co - responsables de haberlo perdido, creo que todos debemos asumir el compromiso de encontrarlo. El rumbo incierto, el país perdido, la sociedad extraviada. Nos lo merecemos. Recuperemos nuestro país, vayamos juntos, con respeto, con cariño, con tolerancia, con amor, si con amor, sin odios, rencores o resentimientos que nos convertirán en nada. Vamos a recuperar el país perdido, vamos todos a su búsqueda. Para que Uruguay no deje de ser Uruguay, o mejor dicho para que Uruguay vuelva a ser Uruguay, aquél que era sinónimo de respeto, educación, cultura y tolerancia y que sorprendía gratamente a mis amigos europeos.
Los invito a caminar juntos en su rescate, estamos a tiempo, aún estamos a tiempo. Este esfuerzo, créanme, nunca tuvo más sentido…
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