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¡Cotugno fuera!
por Helena Arce
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Las nuevas aberraciones declaradas por el nombrado de marras, no sorprende, cada vez que aparece ataca las bases mismas de nuestra identidad ciudadana, ahora reeditando nada menos que “La Santa Inquisición”. Sería bueno que nuestros políticos católicos y no católicos, nos demostraran que en realidad están dispuestos a representarnos sin permitir que una persona que representa a un estado extranjero se arroga permisos para opinar, y amenazar a nuestros representantes nacionales ante su posible accionar, coartándoles a ellos y por ende a quienes les votamos la libertad y por ende la confianza en ellos depositados.
Espero un rechazo profundo, fuerte, sincero a esta intromisión atroz que se arroga el derecho de opinar sobre las leyes que los uruguayos nos damos a nosotros mismos. Esto sin importar lo que luego decida (por si y ante si y respondiendo únicamente a la ciudadanía que representan) votar.
Más allá de las convicciones personales de cada legislador, a la hora de votar debe hacerlo pensando en lo que es mejor para el país, y si no puede hacerlo pues sus convicciones personales lo inhiben, será hora de entender que no está pronto para ocupar el puesto a que se postuló.
Por ello en algún momento entendí, que esta ley en particular como ninguna otra debe ser plebiscitada, pues sin lugar a dudas las creencias personales de cada individuo, juegan un rol importante a la hora de opinar sobre un tema que nos es tan caro.
Entiendo que sobre todo los políticos católicos, debieran tener la altura intelectual y la honra personal, de declararse inhibidos a la hora de votar este proyecto, salvo que puedan estar por encima de sus concepciones metafísicas, y entender que por encima de ellas está la tarea que deben desarrollar, para la que fueron elegidos y a la que se postularon.
En lo personal cuando elijo a un candidato para votar no le pregunto si es católico, budista o testigo de Jehová, pues mi selección es para que rija los destinos de mi país, no los de mis creencias metafísicas. Estas son demasiado personales.
A esta altura esto va más allá de la ley de la despenalización del aborto, que debiera votarse o no considerando su base científica y social, y como dije por una consulta ciudadana.
El Sr. Cotugno debiera ser expulsado de nuestro país, por pretender coaccionar a nuestros políticos con amenazas.
Y si son amenazas, pues a mi que no pertenezco a la Iglesia Católica puede resultarme graciosa semejante advertencia, pero respeto y entiendo a quienes profesan la fe católica y comprendo que no hay dudas que esta coacción puede inhibirlos a la hora de actuar libremente. Por lo que intimación a quienes han sido electos para votar las leyes de toda una ciudadanía, que profesa diferentes creencias, y por sobre todo en un país, donde hace años, antes que yo naciera por cierto, se despojó de ataduras arcaicas que lo atasen a una religión en particular, con un claro marco de tolerancia e inclusión, es un atentado a la libertad. Es una provocación a las bases mismas que sustentan nuestra convivencia democrática.
Por ello, a esta persona que pretende reeditar actitudes que hasta desde el mismo seno del Estado que políticamente representa, han sido condenadas, llegando incluso a pedir perdón por los crímenes cometidos, o sea reconociendo haberlos realizado, sería una buena cosa que nuestro Estado soberano, independiente de cualquier poder extranjero, defendiera la libertad de sus legisladores pidiéndole a este señor que se retirara de nuestro país sin más dilaciones.
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