Suecia: Lección Fiscal
Más allá de razones económicas
por Leonardo Girondella Mora
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El WSJ del 29 de septiembre publico una pequeña nota sobre los impuestos en Suecia —un país que suele ser la imagen misma del estado benefactor: enormes impuestos que pagan los servicios que el gobierno da a los ciudadanos. Quizá deba echársele una segunda mirada a esa imagen y verla más detenidamente.
Se reporta allí la promoción de un nuevo recorte de impuestos —los impuestos a empresas bajarían de 28% a poco más de 26%. No es una caída extraordinaria, pero debe tenerse en cuenta que al final de los años 80, ese impuesto a empresas era de 57%.
Otra manera de ver la dimensión de la nueva tasa de poco más de 26% es compararla con otros países —en EEUU la tasa equivalente de impuesto es de casi 40%, 14 puntos superior a la propuesta en Suecia.
Uno de los muchos argumentos usados por los defensores de tasas bajas es que ellas fomentan la creación de empresas. Los datos de Suecia apoyan esa idea —en el país, 48 de las 50 mayores empresas fueron fundadas antes de la I Guerra Mundial. Poco nuevo ha sido creado.
Los gobernantes que apoyan la idea de mayores impuestos a las empresas parecen no darse cuenta de ese efecto en la innovación de sus países, pero tampoco de otro —los impuestos a las empresas son otro costo que ellas deben absorber y, necesariamente producen bienes que son de mayor precio, lo que daña al consumidor.
Pueden verse muchos defectos a los impuestos altos, pero el mayor de ellos no es de naturaleza económica, sino netamente humana. Un impuesto, el que sea, significa el retiro por la fuerza de dinero ganado por una persona con su esfuerzo, lo que plantea la pregunta obligada, ¿qué tanto derecho tiene alguien para expropiar la riqueza de otros?
Si acaso llega a justificarse que el gobierno tiene ese derecho, sin duda también se justificará que el monto expropiado sea el mínimo absoluto posible.
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Gentileza de: ContraPeso.info |
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