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Conductismo, Relato e Ignorancia
por Maria Zaldivar
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Usted recuerda, seguramente, el experimento con el que el científico Iván Pavlov sentó la base científica del conductismo. Aquel ruso que utilizó un perro, su comida y una campana para demostrar la asociación que hacía el animal entre el tañido y el alimento al punto que un día, Pavlov alteró el mecanismo; no le sirvió nada después de hacer sonar la campana, y comprobó que el perro igual producía saliva.
A los argentinos nos pasa lo mismo que al perro, simplemente que el sonido no es un campanazo sino un anuncio oficial y en reacción no producimos saliva sino veneno. Cuando Cristina nos comunica que han estado pensando en nosotros y que modificarán alguna ley o tomarán alguna medida en nuestro beneficio, los argentinos corremos al banco a retirar lo que se pueda. Una especie de conductismo criollo y berreta.
Y esto de la protección kirchnerista es tan recurrente que alcanzamos las alturas del Golan. No necesitamos más promesas. Nos levantamos y marchamos a los bancos. A retirar. Salivamos sin campanazo.
Y acá viene el segundo capítulo del mecanismo. Porque eso que la Presidenta diera en llamar “el relato” y que construye con una creatividad tan frondosa como envidiable, no guarda relación con los hechos. Por eso, más que salivar de placer, escupimos de furia tras sus ocurrencias.
La expropiación, el dibujo defachatado de la realidad y la ignorancia en el más elemental, básico y estricto sentido del término son un sello kirchnerista de familia. Desde el título universitario de la Presidenta cuyo comprobante académico, el diploma que lo acredita, se niega a ver la luz hasta su declamada debilidad por Hegel, son imposturas que confirman que es la ignorancia la abundancia exclusiva y excluyente de la señora y estos funcionarios.
Porque si alguno hubiese leído a Marx, precursor y fuente inspiradora de Hegel, habría evitado que Cristina Kirchner dijera una y otra vez que la historia se repite en forma de “tragedia la primera vez y de comedia, la segunda”. ¡No, Cristina! Lo que dijo Marx y recogió Hegel es que la primera versión de los hechos se presenta como tragedia y la segunda, como farsa. Farsa, que es muy diferente a comedia.
Errores de la hegeliana aparte, hay que reconocer que Cristina superó todos los pronósticos y las imaginaciones. Su gestión es, simultáneamente, una tragedia y una farsa. Bingo!
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