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Año V Nro. 311 - Uruguay, 07 de noviembre del 2008   
 

 
historia paralela
 

Visión Marítima

 

Las dos caras de la política exterior argentina
por Constanza Mazzina - Facundo Cruz

 
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         Sin haber llegado a cumplir un año en el Gobierno, la administración de Cristina Fernández de Kirchner se ha topado con innumerables problemas, algunos de ellos imprevistos, otros previsibles y algunos inventados en su imaginario cercano. La larga disputa mantenida con el sector agropecuario a raíz del aumento de las retenciones a las importaciones, capítulo que se cerró con el voto “no positivo” del Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos; los duros debates por la reestatización de Aerolíneas Argentinas, que sin embargo no dejaron muy en claro que ocurrirá en detalle con la empresa; y la poca transparencia en la administración del INDEC, han generado, en conjunto, un creciente malestar de parte de la población argentina, que ya comienza a sentir que la “primavera” que vive todo Gobierno luego de asumir está llegando a su fin.

         Para lograr dirigir la atención de la opinión pública hacia otro sentido, el Gobierno Nacional ha concentrado sus esfuerzos en su política exterior, al calor de los recientes sucesos que ocurren no sólo en Latinoamérica, sino en todo el mundo. Sin embargo, no se puede percibir de parte de Cristina Kirchner y los funcionarios argentinos coherencia alguna en su formulación. La actual política exterior argentina está plagada de contradicciones, como si fueran dos caras de una misma moneda: por momentos parece actuar con iniciativa estratégica, y por otros parece completamente estancada o, incluso, retrógrada.

         Históricamente, las relaciones bilaterales con Estados Unidos nunca han sido armoniosas.(1)

         Luego de un período de “tensionado estancamiento” en los primeros meses del Gobierno de Cristina Kirchner -que en cierta medida continuaba con la línea de acción mantenida por Néstor Kirchner durante su mandato-, se intentó recomponer la relación a partir de la visita de Thomas Shannon (2) sobre finales de Agosto pasado. En un gran gesto de acercamiento entre ambos países, y con la posibilidad latente de aumentar las inversiones norteamericanas en el país y el comercio bilateral entre ambos, parecía que se comenzaba a dialogar con el mismo código. Sin embargo, el escándalo desatado por el juicio alrededor del valijagate contra Antonini Wilson en Miami ha hecho resurgir las tensiones entre Estados Unidos y Argentina. Las fuertes declaraciones de numerosos funcionarios argentinos -particularmente de la Cancillería argentina- hicieron referencia a “operaciones políticas” montadas por el gobierno norteamericano, el FBI y la Justicia de ese país, que tenían el objetivo de desestabilizar al Gobierno Nacional; mientras que desde Estados Unidos defendieron la transparencia e independencia del proceso judicial. Si bien ambos países aclararon que este suceso no daña la relación bilateral, acusaciones cruzadas de este estilo muestran claras señales de conflicto, especialmente cuando se critican abiertamente las instituciones de un país como Estados Unidos, con una larga tradición de respeto a la ley y las formas institucionales.

         Esta situación no es menor, ya que es una señal más de la incomprensión que tienen ciertos líderes populistas de un sistema democrático donde el Poder Judicial es independiente y no adicto, adscripto o adepto al Poder Ejecutivo.

         Paralelamente, las relaciones con Brasil parecen encaminarse. El pasado 8 de Septiembre Cristina Kirchner viajó a Brasil para sellar numerosos acuerdos con Lula da Silva, entre los que se destacan la compra de 26 aviones para Aerolíneas Argentinas, proyectos energéticos para los próximos años y la supresión del dólar en el comercio bilateral entre ambos en los próximos meses. Estos acuerdos le permiten a la Argentina fortalecer el vínculo comercial y político con su país vecino, lo que le permite posicionarse estratégicamente dentro de la región. Sin embargo, se debe reconocer que en todo momento la agenda estuvo marcada por Itamaraty, seguramente para dejar en claro que la reunión era bilateral estrictamente y que en esta oportunidad en el matrimonio no entraba -al menos en este encuentro- el señor Chávez -como ocurrió en la última visita de Lula a nuestro país y el “repentino” aterrizaje del líder venezolano-.

         Por otro lado, el problema radica en que la diplomacia argentina parece quedarse en esa relación bilateral con los paulistas y no busca ampliar su agenda de vínculos a otros países de mayor envergadura.

         Mientras Brasil se preocupa por relanzar las rondas de negociaciones en el marco de la Organización Mundial de Comercio -OMC- y así aprovechar la fortaleza de su economía combinada en el marco de una mayor liberalización del comercio, Argentina se limita a establecer vínculos con sus pares latinoamericanos y a no jugar en la “pelea grande” con el Mundo. No olvidemos que las intenciones de Brasil en la OMC fueron definidas negativamente por los altos funcionarios argentinos y despertaron más de un temor, incluso criticando esa decisión en algunos casos.

         La situación se torna más compleja cuando Estados Unidos pretende que tanto Argentina como Brasil, en conjunto, sean quienes comanden las decisiones y tomen iniciativas en la solución de los problemas de la región.

         El punto radica en que Argentina, si bien tiene una importancia decisoria entre los países sudamericanos, no es percibida de la misma manera por el resto de los países del Mundo. Ese lugar está quedando en manos de nuestro vecino carioca.

         Otro de los frentes descuidados de parte de la diplomacia argentina es la relación con España. La decisión de parte del Gobierno Nacional de reestatizar Aerolíneas Argentinas derivó en fuerte tensiones con el país ibérico, ya que la empresa que estaba encargada de su administración, Marsans, es de capital español. A esta situación se le deben sumar las declaraciones de “tinte xenófobo” que se oyeron en el Congreso en los debates por el tratamiento de la ley, y la nueva postergación del viaje de la Presidente Kirchner a España. Si bien Cristina Kirchner tiene planeado encontrarse con el Jefe de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero -en el marco de una nueva sesión de la Asamblea de la ONU-, no se debería dejar de lado un intento por fortalecer la relación con España. En primer lugar, porque ambos participan de ciertas reuniones de Jefes de Estados -como la Cumbre Iberoamericana-, que son útiles para concretar numerosos acuerdos políticos y económicos. En segundo lugar, porque España puede ser un importante aliado dentro de la Unión Europea -UE- a la hora de querer incrementar el comercio con ese bloque regional, en especial en el marco de los acuerdos MERCOSUR-UE. Además, existen otros puntos de contacto con el país ibérico de importancia considerable, como las facilidades que otorga el gobierno español para obtener la nacionalidad española a los ciudadanos argentinos, sin olvidarse de los fuertes vínculos culturales y sociales que existen entre ambas sociedades.

         Tampoco hay que pasar por alto la grave crisis financiera que ha comenzado a afectar numerosas economías en el Mundo. La Presidente Kirchner enfatizó con insistencia que “el Primer Mundo que nos habían pintado como la meca a la que debíamos llegar se derrumba como una burbuja”, mientras aseguraba que la fortaleza económica argentina radica principalmente en el modelo impulsado desde el Gobierno Nacional. Sin embargo,¿qué garantías existen de que esta crisis no llegue a afectar la economía nacional? ¿Acaso el Gobierno no percibe que la caída de los precios de las materias primas a nivel mundial puede afectar gravemente los ingresos del país? No hay que olvidar que el índice Merval fue de los principales afectados en el mundo por esta crisis financiera, además de la caída de los bonos de deuda argentina y el aumento del riesgo país. Incluso, si tenemos en cuenta que el Proyecto de Presupuesto 2009 remitido al Congreso el pasado 15 de Septiembre se apoya fuertemente en una alta paridad cambiaria -alrededor de $3.19 por dólar- y en un superávit fiscal y comercial, la economía nacional puede verse afectada fuertemente durante los próximos meses e incluso durante gran parte del año que viene si esta crisis se prolonga en el tiempo. Y en todo caso, ¿qué vigencia tendría el actual proyecto de presupuesto? ¿No cambiarían todos los números de nuestra economía? No han sido pocas las voces, principalmente desde la oposición, que en las últimas semanas hicieron notar los puntos débiles del proyecto, pidiendo reconsiderar algunos ítems clave, como los subsidios por ejemplo.

         Un punto a destacar en la agenda diplomática argentina reciente ha sido la rápida respuesta a la crisis desatada en Bolivia, producto de los enfrentamientos entre el Presidente Evo Morales y los Gobernadores opositores. En conjunto con otros Jefes de Estado sudamericanos y en el marco de una reunión de urgencia de UNASUR (3) -de la cual Cristina Kirchner participó- se declaró la necesidad de preservar la institucionalidad del país vecino y de impulsar una ronda de diálogo con los Gobernadores opositores, para intentar lograr una salida negociada a la crisis. No hay que menospreciar el papel que juega Argentina en este conflicto, no sólo por la creciente dependencia que tiene el país del gas boliviano, sino también por el rol político que tiene en la región. La reunión con varios Jefes de Estado miembros (4) del naciente bloque -en el marco de la 63º Asamblea General de ONU- para continuar con las gestiones regionales en torno al conflicto político que vive el país vecino, es una fuerte apuesta al fortalecimiento de UNASUR.

         Por último, el vínculo con Venezuela es cada vez más fuerte, sobre todo a partir de la dependencia energética que tiene Argentina y de la compra de bonos de la deuda por parte del Gobierno de Hugo Chávez. La última señal de “chavización” de nuestra política exterior ha sido levantar las restricciones al comercio con Irán, que se mantenían por el atentado a la AMIA y que fueron canceladas recientemente.

         Será entonces que ya no somos “ni yankees, ni marxistas, sino chavistas”.

         Pero, ¿qué ocurrirá cuando Venezuela no disponga de tantos recursos como para solventar las necesidades de nuestro país? O incluso con un repentino cambio de gobierno en el país caribeño, perdería a su principal socio comercial. No han sido pocas las declaraciones de varios funcionarios de otros países, como Estados Unidos, que cuestionan el estrecho vínculo con Venezuela y que piden una mayor diversificación de las relaciones comerciales y políticas argentinas.

         A simple vista parece claro el panorama. Argentina ha salido de la escena internacional como actor de relevancia, no sólo en Latinoamérica sino a nivel mundial. Ese lugar ha sido ocupado por Brasil, que si ha desarrollado una visión estratégica a largo plazo y ha fortalecido sus vínculos con otras economías regionales.(5) El eje Buenos Aires - Brasilia que comandaban las relaciones exteriores argentinas ha sido modificado para concentrarse, ahora, en un estrechamiento del vínculo con Caracas. Si a eso le sumamos la falta de definición y la poca claridad a la hora de formular la política exterior, Argentina parece dirigirse en un camino con pocas certezas y escasa estabilidad a corto y mediano plazo.

         A través de esta óptica es que puede leerse lo sucedido -y lo dicho- el pasado 23 de Septiembre de 2008, en el marco del inicio de la 63º Asamblea General de Naciones Unidas. Cristina Kirchner no perdió la oportunidad de mostrar al mundo la “solidez” de la economía argentina, criticar la inestabilidad del sistema financiero internacional y apuntar al Gobierno de EEUU como principal responsable de la naciente crisis mundial, con el hilarante calificativo de “efecto jazz”. Al mismo tiempo, el Gobierno Nacional anunciaba que se estaba analizando una propuesta de tres bancos para cancelar la deuda en default con aquellos bonistas que no aceptaron el canje en 2005. ¿Cómo se entiende, entonces, que se quiera volver a aquel mundo que tanto se cuestiona, critica y recela? La consonancia entre oratoria y acción no parece ser una virtud del actual Gobierno Nacional. No
olvidemos que en el último viaje de Cristina Kirchner a Francia, le había asegurado a Nicolas Sarkozy que no se le pagaría la deuda al Club de París; finalmente, en los primeros días de Septiembre la Presidente Kirchner anunció que se cancelará la deuda con la entidad financiera.

         La realidad mundial muestra que la interdependencia y la globalización comercial son fenómenos actuales y verdaderos, por lo que todo Estado debe tener ello en cuenta a la hora de formular un proyecto nacional propio. La globalización es, estamos en ella. No la podemos evitar aunque hagamos largos y grandilocuentes discursos. No olvidemos que por mucho que se critique el sistema económico mundial, fueron los altos precios de la soja los que sacaron al país de la crisis del 2001. Ya han pasado los años en que cerrarse dentro de las fronteras propias era un discurso más vendible y atractivo que aquel de “abrirse al mundo”. El Gobierno Nacional debería dar cuenta de ello, si es que pretende “seguir jugando en la cancha grande” de la política mundial.

1 La excepción podría ser durante la Presidencia de Carlos Menem (1989-1999).
2 Secretario de Estado Adjunto de EEUU. Para Asuntos del Hemisferio Occidental.
3 Unión de Naciones del Sur.
4 Estuvieron presentes Cristina Kirchner, Michelle Bachelet, Lula Da Silva, Fernando Lugo, Álvaro Uribe y Evo Morales.
5 No son pocas las empresas españolas que han decidido instalarse o trasladarse de nuestro país a Brasil.

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Fuente: Fundación Hayek
 
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