Justicia Social
por Oscar Caviglia
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Hay una frase que se ha agregado a esa nómina de frases hechas, que muchos repiten, que nadie analiza, que nadie explica, pero que todos saben que es efectiva cuando se quiere hablar sin decir mucho. “Redistribución de la riqueza” es un concepto repetido en tribunas, diarios, radios, (pero nunca explicado, nunca analizado) y que resultó ser muy eficaz en la estrategia de información del Frente Amplio. Se trata de una frase muy efectiva, apropiada en estos años de fuerte crecimiento económico, llena de voluntarismo y aparentemente bien intencionada.
Una vez un amigo me lo explicó en términos muy simples: los frentistas confunden la contabilidad con la economía. En la contabilidad, si se produce una entrada en un rubro es porque hay una salida en otro y, por tanto, hacer un cargo en una cuenta implica siempre tener que hacer un contra cargo en otra por el importe equivalente. Los socialistas creen que lo que un ciudadano tiene (cuenta bancaria, casa, auto, moto, reloj, etc.) es lo que otro ciudadano no tiene. Como en la contabilidad.
El dinero que hay en mi cuenta bancaria es el que no hay en la cuenta de otra persona, el Mercedes Benz de un empresario es el que no tengo yo, y las vacaciones en Punta del Este de mi jefe son las que no me tomo yo. La “redistribución de la riqueza” implica (para los frentistas) que parte del saldo de mi cuenta bancaria se distribuya en las cuentas de otros ciudadanos; que mi vecino no tenga un Mercedes Benz para que él y yo podamos tener un Renault Clio (auto que manejo); para que mi jefe no se vaya de vacaciones a Punta del Este y él y yo podamos irnos de vacaciones a La Pedrera (lugar al que me voy a ir de licencia en enero). Si dudas, aseguran, esta “redistribución” nos convertiría en una Sociedad más equitativa justa, solidaria, igualitaria e inclusiva. Error: la contabilidad no es la economía. En ésta última existe un elemento crítico cuando hablamos de riqueza, que no refiere a su distribución, sino a su creación. La riqueza se puede crear.
Mi amigo me lo explicaba en términos no de riqueza, sino de “valor”. El “valor” se puede crear, lo que no implica que al estar haciéndolo, quien crea “valor” le esté quitando “valor” a otro. Un Ingeniero en Computación que, desde su PC programa un software para una empresa en Alemania, y por ello gana dinero, no le “robó” ese dinero a un desempleado; una empresa que instala un parque eólico para generar electricidad a partir de la energía eólica y gana dinero, no le “metió la mano en el bolsillo” a nadie, sino que creó “valor” y es por eso que eventualmente puede ser “rico”. Podría seguir citando ejemplos y quienes estén leyendo esto están pensando en otros tantos en este instante.
El problema de la riqueza de nuestro País no radica en su distribución, sino en su creación. Cada vez son menos las personas que crean riqueza; cada vez hay más uruguayos preparados que abandonan nuestro país y se van a crear riqueza a otros países, para luego ayudarnos a través de Western Union. Si seguimos persiguiendo a los supuestamente “ricos” para tratar de quitarles algo de lo que tienen y distribuírlo entre todos, no sólo no lograremos las metas que se dicen seguir, sino que lograremos que nuestro país se vacíe de gente capaz de crear valor.
Les propongo un ejemplo extremo para graficar lo que vengo detallando: supongamos que Barack Obama es elegido Presidente de los Estados Unidos y una de sus primeras medidas es nacionalizar Microsoft para venderla y distribuír su valor entre los 300.000.000 de ciudadanos de ese País. A cada habitante de Estados Unidos le tocarían USD 660, un importe que no le alcanzaría para llegar a fin de mes. El asunto más importante es crear riqueza. Si una sociedad se asegura que la educación llegue a todos quienes quieran tenerla, si logra que haya seguridad jurídica, y si logra que haya libertad para elegir, entonces los ciudadanos podrán acceder a la riqueza por méritos propios sin que nadie tenga que redistribuírla.
Yo quiero que más uruguayos puedan crear más riqueza, haciendo de nuestro país, un país no sólo para quedarse, un país no sólo para volver, sino además un país al que ciudadanos de otros países quieran venir.
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