Elecciones Presidenciales en USA por Fernando Pintos

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         No me cabe la menor duda que en la inminente elección presidencial de Estados Unidos, que tendrá como protagonistas al demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, la victoria será del primero, a pesar de las aprensiones con que, en esta recta final, tanto él como su equipo de campaña observan el estado de Florida. Lo más posible es que Obama gane en Florida, que se ha constituido, en las últimas décadas, como un bastión para el partido del elefante.

         Tampoco tengo mayores dudas acerca de que Obama pueda ganar la elección presidencial. Por desgracia, tamaño acontecimiento se ha podido ver venir desde muy lejos. Y ello se debe a que, cada vez que pretenden instalar por la fuerza a un candidato demócrata en la Casa Blanca, los dueños del mundo comienzan a generar unas crisis formidables que hacen estremecer hasta sus mismos cimientos la economía de Estados Unidos. ¿Alguien piensa que estoy exagerando? Analicemos, entonces, tres casos que son en verdad reveladores.

         Véase el Caso Uno. El 17 de octubre del año 1973 —segunda Administración de Richard Nixon—, poco más de un año después que estallara el tan difundido escándalo de Watergate (17 de junio de 1972), y menos de un año antes de que Nixon renunciara a la presidencia y traspasara el mandato al tonto rematado de Gerald Ford (8 de agosto de 1974), comenzó la primera y dramática crisis del petróleo, que cuadruplicó los precios del crudo hasta elevarlos a US$12 por barril. En 1973, el tenebroso, temido, respetado y casi nunca mencionado Club Bilderberg (formado inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial) parió la poco conocida y también escasamente señalada Comisión Trilateral, cuya cabeza visible era el millonario John D. Rockefeller. ¿Qué conexión existe entre todos esos datos? Bueno, en 1976 los americanos eligieron a James Carter como Presidente. Y Carter nombró como Secretario de Estado, en sustitución de Henry Kissinger, al polaco Zbigniew Brzezinski. ¿Qué relación guardan estos hechos con todo lo anteriormente señalado? Muchísima. En el año 1973, el primer director que tuvo la Comisión Trilateral fue, precisamente, Zbigniew Brzezinski. Y más todavía: uno de los primeros «promisorios políticos norteamericanos» reclutados por la Comisión Trilateral muy poco después de su fundación fue, ¡sorpresa!, el entonces gobernador de Georgia, un insignificante plantador de maní llamado James Earl Carter. Durante el Gobierno de Carter fueron detectados cuando menos 40 altos cargos en manos de individuos que habían sido reclutados por la Trilateral.

         Véase el Caso Dos. En 1992, un año electoral en que el entonces presidente George Bush (Senior) iba a competir contra el demócrata Bill Clinton (otro oscuro ex gobernador de Arkansas, un Estado tanto o más irrelevante que Georgia), los Estados Unidos entraron en profunda recesión económica y ello provocó una dramática restricción del consumo. Aquel año, las elecciones fueron ganadas por el demócrata Clinton, tal como estaba cantado desde un principio.

         Véase el Caso Tres. En 2008, año electoral en que iban a competir por la presidencia de Estados Unidos el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, con vistas de asegurar el triunfo de su candidato, aquellos que manejan el mundo combinaron —nada sutilmente— las dos recetas que tanto efecto habían surtido en el pasado relativamente reciente. Durante la primera mitad del año, se registró una devastadora escalada de los precios del petróleo, que sembró el pánico en todo el planeta. Inmediatamente después que los precios del crudo comenzaron a descender, comenzaron las quiebras de empresas gigantescas de USA, vino la caída de Wall Street, que arrastró a todas las demás bolsas del mundo, y siguió a ello toda la consabida cantaleta liberaloide acerca de «La Crisis».

         Se hace evidente que Barack Obama (apellido que rima, de manera inquietante, con el nombre Osama) es el ungido por los dueños del mundo para el próximo mandato presidencial en la Unión Americana. Y lo único que podría salvar, tanto a los Estados Unidos como al resto del planeta, de un gobierno en manos de tamaño personaje y sus tenebrosos corifeos, sería una sorpresa con vuelta de tuerca por parte de los votantes estadounidenses. Después de todo: si el tal Obama tiene el «derecho» (¿otorgado por quién o por quiénes?) de que todos o casi todos los afroamericanos hagan propaganda a su favor, voten por él y lo hagan todo con una clara connotación racial (¿racista?)… Entonces, ¿por qué los blancos no deberían asumir una actitud semejante y votar, masivamente, por McCain?

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