En Defensa De La Burguesía
O mejor aún, de los valores
por Eduardo García Gaspar
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Es un clisé más o menos conocido el de las jóvenes mujeres que concursan en los certámenes de belleza cuando les pregunta cuál es su ambición. La respuesta general es la de “querer la paz en el mundo”. Así fue una escena muy graciosa de la película Miss Congeniality (2000), cuando a la oculta policía le pregunta el maestro de ceremonias qué es lo más importante que necesita nuestra sociedad.
La mujer policía responde que castigos más duros para quienes violan su libertad condicional. La audiencia queda en silencio, atónita. Dándose ella cuenta de inmediato añade “¡Y paz mundial!”, a lo que sigue una reacción extasiada de la audiencia. Una cosa por el estilo sucede con otro clisé, el de la burguesía y los burgueses. Esas palabras suelen producir una reacción, la de la burla instantánea. Ser burgués es igual a ser algo indeseable.
¿Lo es? La verdad no lo creo. Más aún, me parece que no estaría nada mal que todos en el mundo fueran burgueses: el problema de la pobreza se habría resuelto. Los populistas se quedarían sin empleo, pero alguna mala consecuencia tenía que existir. Los burgueses derivan su nombre de los burgos, es decir, las ciudades de ciudadanos libres que no caían bajo el dominio de algún rey o príncipe con ansias de poder. De allí derivan los nombres de tantas ciudades que terminan en burg o burgh.
En esas ciudades libres, los ciudadanos actuaban según sus iniciativas y se gobernaban a sí mismos, evitando abusos de emperadores, nobles y otros más. Eran prósperas y se dedicaban con éxito al comercio y la manufactura. Fue esta mentalidad burguesa la que cocinó las ideas de libertad contra la opresión y pudieron enfrentarla porque tenían recursos. Al final ganaron y en buena parte ayudaron a establecer regímenes de gobiernos republicanos cuyo poder era limitado.
Tiempo después, esas palabras desarrollaron una connotación negativa, cuando por efecto del marxismo, se usaron para nombrar a los explotadores de las masas obreras. Recordemos que para Marx el mundo está dividido en dos clases principales, los buenos y los malos. Y los malos eran los burgueses. A la connotación negativa de la explotación económica se le añadieron otros calificativos: egoístas, materialistas, conservadores, anticuados, reaccionarios… lo que se nos ocurra.
Me imagino que en estos tiempos aún sea aventurado defender al burgués y señalar que hay algo en esa idea que merece ser rescatado. En primer lugar, desde luego, la libertad. El burgués ama su libertad y quiere que la respeten, una cualidad que mucho me temo ha sido abandonada por demasiadas personas. Y con la libertad, el burgués tiene otra cualidad importante, la de aceptar su responsabilidad personal. Pocas veces se le ocurrirá culpar a otros de sus fracasos y siempre querrá gozar de sus triunfos.
Hay otra cualidad burguesa digna de admiración, la iniciativa personal. El burgués tiene una mentalidad inquieta y creativa, que le mueve a querer mejorar el mundo, aunque sea el suyo nada más. A esto se añade un sentido de independencia personal, de no querer depender de otros.
Cuando el burgués logra una cierta posición, sucede lo obvio, que es el tener la consecuencia de tiempos libres y ocio. Puede usarlos para perderse en acciones egoístas y sin consecuencias, pero también en ocuparse de acciones caritativas y de beneficio futuro general. Pero sobre todo, el burgués suelen tener una serie de fuertes creencias morales que se manifiestan en conductas concretas, como el ahorro y el trabajo (en términos económicos esto crea capital).
Por supuesto, no hay un burgués igual a otro y es perfectamente posible que algunos de ellos sean extraordinarias personas al mismo tiempo que otros sean malvados… igual que en el resto de los grupos sociales que se quieran usar. Y tal vez muchos de los hijos de los burgueses sean niños malcriados dignos de poco respeto.
En fin, todo mi punto fue hacer un repaso a la idea de la burguesía para destacar lo inexacto del prejuicio que despierta. Mucho de la burguesía tiene gran valor.
Post Scriptum
Cuando hace unos 20 años propuse medio en broma la idea de que debía existir in partido político llamado Partido Burgués, llegaron varias cartas que repetían la mentalidad de Marx, aunque de manera mucho menos brillante. Sea o no burguesía el tema por discutir, me parece que el asunto de fondo es el de las creencias y valores sostenidos; y en este sentido la burguesía debe ser aplaudida por su rechazo a convertirse en dependiente del gobierno.
Gentileza de: Contrapeso.Info |
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