Geithner confía en el capital privado
por Ignacio Sarría
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El nuevo plan “Geither” (¡y ya van tres!) para intentar reflotar la maltrecha economía mundial desvelado la semana pasada desde Washington no ha dejado indiferente a nadie. El conocido como Public-Private Investment Program (PPIP) pretende animar a los inversores privados para que respaldados por un generoso paquete de financiación facilitado por fondos públicos adquieran hasta un billón de dólares de activos tóxicos relacionados con el mercado hipotecario.
El nuevo equipo de inquilinos que desde hace dos meses ocupa la oficina más poderosa del mundo ha sorprendido a todos con una valiente apuesta por el capital privado para intentar sanear la abultada deuda que esta sacudiendo el sistema financiero y las economías de todo el mundo.
No han faltado críticas de economistas de referencia y reconocidos “Nobeles” como Joseph Stiglitz y Paul Krugman, que han denunciado los “incentivos perversos” y el “abuso para los contribuyentes” que se desprenden del nuevo plan. Las principales objeciones se fundamentan en el hecho de que el dinero público de los contribuyentes americanos financie las adquisiciones de los devaluados activos tóxicos que pueden generar significativas plusvalías que irían íntegramente a los bolsillos de los avezados inversores privados que quieran participar en el mencionado PPIP.
Sin entrar en calificar la bondad de la nueva propuesta del cada vez más discutido Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, la Administración Obama ha lanzado un mensaje claro de que cuentan con el capital privado para resolver la cada vez más aguda crisis crediticia que esta asfixiando la economía real.
Parece que Geithner lo tiene muy claro “el capital privado es parte de la solución y es prioritario ofrecer las condiciones de financiación óptimas a los inversores privados para que adquieran parte de los activos tóxicos a los precios que sean establecidos en un sistema de mercado”.
La confianza del nuevo plan en la participación del capital privado no ha dejado indiferente al sector de Private Equity, que ven en el PPIP un inequívoco respaldo desde la Casa Blanca en facilitar que los inversores privados inviertan en la economía real. Ya lo decía Henry Kravis, fundador de KKR, la legendaria gestora americana de Private Equity hace unas semanas en una conferencia en Berlín ”el Private equity no es el problema de la crisis, sino parte de la solución a la misma”.
Este respaldo es aun más importante si tenemos en cuenta la esperada reunión de los principales mandatarios en la próxima cita del G-20 en Londres. Uno de los temas de la agenda es la revisión de la regulación del sistema financiero para evitar desfases en el mercado como los ocurridos a lo largo de los últimos años. Aunque el sector del Private Equity no es la principal preocupación de los políticos, no parece lógico que una excesiva regulación reduzca los incentivos para que los inversores privados inviertan en la economía real.
Todo es posible en estos momentos de incertidumbre que parecen no tener fin, pero se ha mandado un mensaje claro desde Washington: fomentar la inversión privada es capital para desatascar la crisis crediticia que esta asfixiando la economía real.
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