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Los líderes mediáticos
por Roberto Bogorja
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Esta instancia electoral, denominada como internas partidarias, muestra una vez más como los líderes políticos han caído en un vacío de ideas.
Todos los días, recibimos discursos, declaraciones y notas de los distintos candidatos. Vemos que muchos de ellos no tienen idea de que es lo que disputan. Se tiran bombas pesadas a uno y otro lado de cada partido, olvidándose que no se están disputando las elecciones nacionales. Sí es cierto, en esta suerte de largo proceso electoral que hemos acordado los uruguayos, es bueno desde el vamos y olvidándonos de las reglas pactadas, comenzar a disparar contra quienes pueden ser los contendores en las últimas instancias.
Pero el cometido actual es disputar quien será el candidato que prefieran los seguidores de ese partido, y no otra.
Al no saber cómo actuar, lo primero que hacen es destrozarse entre los propios candidatos dentro del partido, luego se dan cuenta del error. Como es lógico, terminadas las internas van a requerir de sus rivales de turno para juntos luchar en las nacionales.
Luego se muestran tan unidos, que no muestran un matiz que los diferencie, o lo hacen mal. En esto les comprende las generales de la ley a los tres partidos en disputa. Como ejemplo basta ver a los candidatos frenteamplistas mostrarse tan unidos como lo hicieron en el acto de Rivera. También a un Larrañaga que no sabe como marcar su diferencia con Lacalle; o a los colorados que terminan todos amparándose en la bandera del viejo Batlle. ¿Entonces en donde está la diferencia?
En primera instancia, salvo en muy contados casos, los candidatos deberían mostrar cuales son sus intenciones, sus planes y la forma en que dirigirían su partido en el caso de ganar. Luego si deberían decirnos como harían para llevar a su partido, en forma unida, a la victoria nacional. Especialmente destacando cuales, ahora sí, serían los planes de gobierno que como líder de su partido llevarían adelante.
Los hechos demuestran una falta de madurez de los candidatos, reitero salvo contadas excepciones, prefiriendo optar por la salida fácil, el obtener más espacios en los medios, y en particular en los informativos, hablando de cuanto tema ande por allí, en ciertos casos sin ni siquiera meditar lo que se dice.
Aún peor es en lo relacionado a la publicidad estática, murales, etc., en donde ni siquiera se plasma una idea. Los eslóganes se refieren a fulano presidente, o como mucho a mencionar el nombre del candidato, sin más, como si esto fuese atributo suficiente para decidir el voto. Que lejos hemos quedado de los partidos que se diferenciaban por sus idearios. Pensar que hasta hace poco tiempo el partido de gobierno, se definía a si mismo como un partido de ideas y no de banderías. Que lejos estamos cuando su aparente principal líder, es sólo distinguido por su nombre, o su estilo chabacano, o el facilismo de sus declaraciones, muchas veces incoherentes a tal punto que lo obligan a desdecirse manifestando que eso no es lo que quiso decir.
Es que lamentablemente este sistema electoral, ha eliminado un proceso muy autóctono, pero que permitía el fortalecimiento de los partidos. Es cierto, muchos me dirán que la ley de lemas era un entuerto en donde uno vota a alguien y salía otro. Pero saben que tenía la ventaja que se votaba en principio al partido, luego al candidato. Hoy este sistema ha hecho que los partidos tradicionales se adaptaran a la instancia de un solo candidato, perdiendo sus matices internos y personalizándolos en uno o dos líderes. Por otra parte el Frente Amplio, supo aprovechar la instancia, ya que no es un partido, sino una coalición de partidos, pudiendo así presentar sus matices internos.
Claro es que la realidad, siempre supera a la teoría. Luego de un período en donde las mieles del amor lo embebieron, en pos de las ansias de ganar (recordemos a Mújica, cuando dijo que igual se abrazaba a una culebra con tal de ganar), del posterior triunfo electoral y del período de gobierno, la realidad los desbordó dejando un gusto amargo.
Ya no alcanzó el arreglo entre las bambalinas de un congreso (opción no muy democrática precisamente), las ansias de poder y las discrepancias hicieron que las disputas terminaran en un contienda electoral. ¿Será que el deterioro ya les llegó al FA, convirtiéndolo en un partido de igual factura que los tradicionales?
Existen dos problemas, el primero pasa porque las reglas electorales se modifican con mucha facilidad. No es posible que tengamos una elección interna apenas cuatro meses antes de las nacionales. En tan poco tiempo se entreveran las cosas.
El segundo problema surge de la verdadera caída de hombres con capacidad para conducir un país. Permítanme la reiteración, existen muy contados casos con los horizontes y planes claros. La crisis de valores ha afectado también a los hombres públicos.
Como ciudadanos de un país que fue culto, respetado en el mundo por sus posiciones y sus ideas, nos merecemos mucho más que unos pretendidos líderes de segunda, sin ideas, ni capacidad de estadistas, y por el contrario muchas ambiciones de poder.
Somos un extraordinario país, democrático, liberal, y con condiciones para salir adelante, sólo falta rescatar las ideas que nos permitieron nacer y crecer como Nación.
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