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Año V Nro. 333 - Uruguay, 10 de abril del 2009   
 

Visión Marítima

historia paralela

 
 

 

Obama, América Latina y Cuba 2009
por Jorge Hernández Fonseca

 
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         Después de su primera –y exitosa-- gira por Europa, donde brilló negociando y cediendo ante una Unión Europea escéptica frente a una crisis importada e impuesta por Norteamérica, Barack Obama enfrenta ahora el reto de reunirse con líderes latinoamericanos en la Cumbre de las Américas, a celebrase en Trinidad Tobago dentro de pocos días, coincidiendo con el cuadragésimo octavo aniversario de la invasión cubano-norteamericana de Bahía de Cochinos.

         La fecha de la Cumbre no deja de ser una coincidencia, sobre todo en momentos que Estados Unidos prepara otra invasión a la isla, esta vez para negociar con la dictadura. Como preludio a la “invasión” en ciernes, un grupo de congresistas estadounidenses negros ha visitado la Habana entrevistándose con ambos hermanos Castro, avanzadilla de lo que se avecina.

         Obama lo había proclamado a voces durante su campaña electoral y ahora no hace otra cosa que materializar sus promesas: establecerá relaciones más estrechas con la dictadura cubana, con lo que probablemente cesará el apoyo efectivo y moral a la oposición política cubana. Este será, con mucho, el mayor daño que se le hace a la democracia y a la libertad universal.

         Hay dos razones poderosas para que la política norteamericana hacia la dictadura cubana cambie de dirección y sentido: por un lado, Fidel Castro y su hermano Raúl han sabido manejar los factores simbólicos de sus luchas contra “el imperialismo”, calando hondo en Latinoamérica y en grandes sectores de la intelectualidad “progresista” norteamericana, incluyendo sectores influyentes del partido demócrata de EUA; por otro lado, la crisis económica, social y moral por la que atraviesa la isla (desde hace 50 años) sumada a la crisis financiera y económica mundial actual, desaconsejan una política hostil de EUA hacia el gobierno de la isla, que pudiera provocar, a la muerte del dictador, un indeseable éxodo masivo de cubanos hacia la Florida.

         La prensa norteamericana (y la cubana) exponen otras razones diferentes para este cambio de política estadounidense hacia la dictadura. Estas también existen, pero son colaterales; algunas de connotación política, otras económicas y otras humanitarias. Sin embargo, los promotores del cambio de política –fuera de las dos razones antes expuestas-- son invariablemente antiguos “amigos de la dictadura en Cuba” que aprovechan para monopolizar el momento.

         Obama enfrenta la Cumbre de las Américas precedido de un triunfo en la reunión del G-8, donde supo aceptar en consenso. De otro logro en la reunión de la OTAN, donde consiguió aumentar las tropas europeas en Afganistán. Y finalmente, de una fructífera gira por Turquía e Irak, que lo dignificó adicionalmente.

         La problemática latinoamericana es diferente y el tema Cuba amenaza con monopolizar las discusiones de la Cumbre, precisamente en sentido contrario de cómo debería enfocarse este importante tema (no resuelto) en el subcontinente. La ideología que subsiste detrás del tema Cuba en la próxima Cumbre no es el marxismo ni la “revolución latinoamericana”. Salvo dos o tres países financiados por el chavismo, el resto de Latinoamérica es básicamente animada por el espíritu anti-norteamericano que Castro ha sabido explotar adecuadamente en su favor.

         En lugar de debatirse en Trinidad Tobago el tema Cuba en su contexto democrático, la mayoría de los países del Cono Sur lo que pretenden es poner a la defensiva a Obama como supuesto líder de un país agresor a la soberanía de una islita “inofensiva”. El nuevo presidente de EUA no tiene compromisos con las políticas anteriores de sus pares respecto a Cuba, pero tiene un compromiso democrático, igual que el resto de la región, con la libertad y el decoro de los cubanos. Es ese el rumbo que Obama debería imprimir a las discusiones respecto a Cuba.

         Es una verdadera lástima que los cubanos hayamos perdido interlocución con el gobierno de los Estados Unidos, como es un verdadero crimen contra los intereses de la Nación cubana, que sus mejores hijos no se hayan puesto de acuerdo respecto a un frente único tan necesario en estos momentos decisivos. Recientemente hubo de celebrase el Congreso de los ex-presos políticos cubanos, una organización potencialmente unitaria porque en la misma coexisten militantes de todas las organizaciones cubanas, lo que de haberse materializado como un “frente” pudiera haber sido un paso de calibre para hacernos de una voz única en el contexto político nacional e internacional actual.

         Detrás de las verdaderas razones de Obama hay –claro-- muchos intereses económicos norteamericanos que hasta ahora han visto como España se reparte los despojos de sus antiguas empresas en la isla y ahora entrarán en el festín. Las cosas en este sentido cambiarán, pero los cubanos continuaremos siendo “ciudadanos de segunda” (como hasta ahora) dentro de la isla. Fuera de la misma no se vislumbran movimientos positivos adicionales.

         Para los demócratas cubanos, claro que este movimiento estadounidense va en contra de nuestros sagrados intereses nacionales. Estados Unidos era hasta ahora, casi exclusivamente, el único país que apoyaba en la isla la lucha contra la dictadura. Obama no tiene por qué cambiar ese enfoque, aunque sus intereses lo lleven a negociar con el tirano, a no ser que otros intereses políticos mayores lo lleven de la mano a compromisos contra la Nación cubana.

         Los cubanos perderán un aliado en su lucha por la democracia para Cuba, pero probablemente no ganarán por eso necesariamente un enemigo de esa lucha. Mucho depende del tesón y la continuidad de la lucha paciente y efectiva de los cubanos dentro de EUA, en el camino de la lucha democrática. En este sentido, los congresistas y senadores cubano-americanos juegan un papel inestimable, así como las organizaciones cubanas dentro de los Estados Unidos.

         Como es previsible un futuro de relaciones normales Cuba-EUA, también debe ser  previsible un cambio de enfoque en la lucha de los cubanos por su libertad sin dar pasos de retroceso. Aquellos pocos cubanos que vinculaban sus luchas por la democracia para la isla a la actitud de los Estados Unidos, probablemente cesarán en su empeño. Sin embargo, aquellos que llevamos a Cuba en nuestros corazones, jamás dejaremos de luchar por un futuro mejor para la Nación cubana, como sagrado compromiso por las desventuras actuales o venideras.

         Las decisiones futuras de Obama asociadas al cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba, favorecerán sin dudas a la dictadura castrista. Es una batalla aparentemente perdida, pero para nada significa el haber perdido la guerra. Los turistas norteamericanos no llevarán la democracia a la isla, ni el comercio EUA-Cuba establecerá bases que no sean de beneficio para los generales de Raúl en su empeño por implantar su “modelo chino”.

         Por todo eso y porque en las razones de nuestra lucha no estaba asociado al incentivo de Estados Unidos --a no ser por su ejemplo de sociedad libre-- los cubanos demócratas debemos continuar, en otro plano y con otros planes, la lucha por dignificar la Nación cubana del futuro.

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Fuente: Cuba Libre
 
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