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¿Maltrato?... ¿Y por casa?
por Lonjazo
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En un discurso en Rivera, Mujica dijo que mientras estuvo preso, pasó tres años comiendo mondongo podrido.
Viendo como se expresa y razona, podría ser cierto, ya que el mondongo podría haberle contaminado el contenido del cráneo.
También he oído a militares de aquella época, quejarse porque los presos comían mucho mejor que sus carceleros.
Supongo que en ambas versiones, hay exageración.
No creo que comieran peor que los presos sus carceleros, mas bien me inclino a creer que comían lo mismo, y que comían todos, razonablemente bien, tratándose de una cárcel.
Fundo mi pensamiento en la vieja y arraigada actitud artiguista de nuestros militares, de no pedir ni exigir a nadie que haga algo que él no haga.
Y menos creo que a un preso, o a algunos presos, deliberadamente se les diera mondongo podrido para comer, y menos aún, durante tres años.
Hasta ahora, nunca se probó que un militar haya tenido tamaña sevicia con un preso y si se probara, sería de algún caso aislado y jamás de todo el cuerpo.
Por otra parte, de haber sido cierto, hubiera muerto preso.
Lo que da lástima y vergüenza ajena, es que este viejo terrorista asesino, que estaba preso por delitos gravísimos, incluyendo el homicidio, ahora en campaña electoral, ponga este tema sobre la mesa, para que algún joven muerda el anzuelo y se crea que fue una pobre víctima de la situación.
Y nada está más lejos de la realidad.
Es cierto que fue maltratado y no lo festejo, pero no lo fue más ni menos que los presos que él y sus cómplices tenían en condiciones infrahumanas en sus cárceles "del pueblo".
Hay que recordar los relatos del Sr. Molaguero, cuando era torturado graciosamente, entre otros, por el actual Pro Secretario de la Presidencia, "el perro" Vázquez.
De modo, que haría bien el candidato de no mentar la soga en la casa del ahorcado, porque el tiro le puede salir por la culata.
En aquellos trágicos tiempos, desde ambos lados se cometieron aberraciones y violaciones a los DDHH, como en toda guerra.
Nadie puede hoy venir a usar esa tragedia con finalidades políticas, sin cometer una repugnante inmoralidad.
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