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El vaciamiento institucional...
por Luis Alberto Lacalle Herrera
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La expresión que nos sirve de título fue pronunciada por el entonces Ministro Astori cuando se dispuso a replicar las afirmaciones del Senador Carlos Moreira en la reciente interpelación por la venta de PLUNA.
Las mismas sólo se explican, partiendo de un político responsable, por un estado de ánimo exaltado o por una tremenda ofuscación. Esperamos que así sea pues acusar a la oposición, nada menos que el Partido Nacional de tremenda barbaridad representa una ruptura con los códigos de comportamiento entre los partidos que nunca creímos que saldría de los labios de quien aspira a ser presidente de todos. Trae la expresión reminiscencias del período previo al golpe de estado de l973, cuando quienes querían menoscabar la democracia usaban justamente las mismas palabras, pretendiendo indicar que entre nosotros sólo había formalidades, cáscara de democracia, sin contenido verdadero. Un eco de las no menos graves afirmaciones de los que se levantaron a partir de l963 contra las instituciones y el gobierno constitucional, denostando las “libertades formales”, propias de los regímenes burgueses y que tan pronto añorarían cuando faltaron y dejaron inermes a los ciudadanos frente a la prepotencia y la dictadura.
Es muy grave acusar a un partido, al Partido Nacional, de querer vaciar las instituciones es decir de privarlas de contenido, de hacer de ellas un ritual hueco, un mero formulismo sin alma y sin sentido. No caeremos en similar desvarío ni nos atrevemos a siquiera aproximarnos a parejo nivel de ataque político -aunque sobre paño para cortar en materia de debilitamiento del estado de derecho- el presente gobierno ha dado suficientes muestras. Múltiples son los casos en que desde el poder y durante esta administración se ha forzado la ley , se ha pretendido invadir el fuero de personas o instituciones en forma indebida y notoriamente contraria a la Constitución. Cuando este período de gobierno comienza su último tramo no está de más recordarle al actual Senador Astori las veces en que desde sus filas así se actuó, algunas de ellas por su propia inspiración .
No se tiene noticia de que presiente alguno haya señalado, clasificándolos, cuáles medios de comunicación eran gratos al poder y cuáles los “opositores”. Esta indebida presión sobre el periodista, sobre al empresario periodístico y aún sobre los anunciantes fue un verdadero paso atrás en la libertad de prensa, sin antecedentes en nuestro país. En momentos en que se negociaba la integración de los entes autónomos, en cuyas cartas orgánicas la ley establece el número de directores que deben ser ocupados por la minoría para poder ejercer un contralor eficaz de la mayoría, por presión del propio Cr. Astori, el gobierno negó esas posiciones al Partido Nacional, convirtiendo a éste en un verdadero unicato desprovisto del freno político en los graves asuntos que en esos ámbitos se resuelven. Similar violencia a la ley se operó toda vez que se violentó el derecho de propiedad ocupando, - en base a un decreto - lugares de trabajo o en el caso, aún no solucionado de la ocupación de campos.
Similar uso incorrecto del poder se ha puesto en práctica cuando por decreto , antes de que se aprobara la ley habilitante, se prohibió fumar en lugares públicos, o la prohibición de los turistas de navegar en el río San Juan , o las intervenciones del entonces Ministro Díaz incidiendo en las decisiones del poder judicial. También cuando las autoridades del INAU han incursionado en el terreno político partidario con expresiones y juicio que les están expresamente vedados. De similar manera la persecución de funcionarios públicos que en número mayor a quinientos han denunciado que son objeto de medidas administrativas ilegales por su condición de no pertenecer al partido de gobierno. Largo es el rosario, y completamente ajenas a nuestras costumbres y prácticas legales las decisiones. Si las traemos a colación no es solamente por su gravedad sino porque resulta peculiar que uno de los candidatos probables del FA realice tamaña acusación en momento en que se presta bajar a la arena del combate cívico.
La pasión partidista no es buena consejera para quienes aspiran al poder. No cabe en la figura del estadista el ataque de este nivel, de esta gravedad. Nada bueno augura para los meses por venir, cuando realmente entre en calor la discusión y sea necesario – más que nunca – distinguir la discrepancia del insulto, la diferencia de la descalificación. La primera violencia es, muchas veces, la verbal y ella desencadena reacciones que no siempre se pueden controlar. Bastante espacio hay para polemizar sin necesidad de faltarle el respeto al adversario máxime cuando la acusación es de la gravedad que comentamos.
Una verdadera lástima, una salida de tono inesperada que esperamos no sea más que un mal momento.
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