Lula, petróleo y telefónos
por Clovis Rossi
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José Antonio Dias Toffoli, abogado-general de la República, conversaba, dias atrás, con el ministro Geddel Vieira Lima (Desarrollo Regional). Decía Toffoli: "Cuando todo estaba yendo bien, ocurre eso". El ministro asintió con la cabeza.
"Eso" es el más nuevo escandalo en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva: escuchas telefónicas clandestinas descubiertas por la revista "Veja" en los aparatos utilizados por dos presidentes de poderes: Gilmar Mendes, presidente del Supremo Tribunal Federal, y Garibaldi Alves, presidente del Senado. La revista anuncia también que fueron igualmente pinchados los telefónos de Dilma Rousseff, jefe del gabinete de ministros y la candidata in pectore de Lula para sucederlo en el 2010, y Gilberto Carvalho, secretário particular del presidente y el hombre más cercano y más íntimo, desde siempre, de Lula.
De acuerdo con la revista, el informe sobre la escucha clandestina le fue pasado por funcionários de la Abin (Agencia Brasileña de Inteligencia, que reemplazó el temido SNI de la dictadura militar).
Como siempre pasa cuando algún escándalo amenaza acercarse a su despacho, Lula reaccionó alejando del puesto, temporariamente, a Paulo Lacerda, policía, que fue, en el primer período de Lula como presidente, jefe de la Policía Federal, muy respetado no sólo por el presidente sino por una parcela significativa de la opinión pública.
¿En qué momento ocurre el "eso" de que se quejaba Toffolli? Un día antes de que Lula participara de la ceremonia de inauguración simbólica de la exploración del primer pozo del "pré-sal", capa de las águas profundas en que la estatal Petrobras descubrió yacimientos que pueden hacer de Brasil un importante exportador de petróleo.
No es sólo el petróleo el que justifica el "todo va bien". La inflación, que amenazó con desbocarse, al menos en la comida, volvió al buen comportamiento de los últimos muchos años; y la desaceleración/recesión que está en el horizonte de Europa y (un poco menos) de Estados Unidos no da la más mínima señal de vida en Brasil.
Por eso, Lula, como es de su costumbre, dijo en la ceremonia de "inauguración" del pozo, el martes (2), que nunca en los 500 años que Brasil lleva de vida un presidente pudo testimoniar una situación tan mágica. El presidente siempre exagera los logros de su gobierno, pero no tanto. La situación económica es realmente buena, demasiado buena para ser intoxicada por escándalos políticos.
Una parte de la explicación para la sucesión de escándalos, de un lado, es la buena situación económica y del otro, está dada por una paradoja. El PT, el partido de Lula, históricamente convivió mal con la llamada "legalidad burguesa". Claro: si el partido se decía socialista, el socialismo reemplazaría la legalidad burguesa y, por lo tanto, no había que respetarla tanto.
Quizás por eso, el presidente jamás fue sufucientemente duro en las reprimendas a sus compañeros que se vieron involucrados en los escándalos anteriores. Los aleja, es cierto, de sus puestos, pero los arropa después.
Como la "legalidad burguesa" es la única que sobrevivió al derrumbe del comunismo, no hay más remédio que convivir con ella, cosa que los del PT están aprendiendo poco y mal.
Pero aprendieron muy rápido a vivir en la "economía burguesa". Los casi seis años que lleva Lula como presidente fueron años de completa rendición al mercado, con el fervor que los recién convertidos siempre demuestran con la nueva fe. En algunos momentos, gentes del PT dan la sensación de que se sorprenden que les haya ido tan bien en la economía, haciendo lo que antes criticaban con fiereza.
En algun momento, tendrán que aceptar que o se acomodan también a la legalidad burguesa (además, la única que hay disponible en el supermercado de ideas) o continuarán sufriendo con escándalos que enturbian lo que va "todo bien".
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