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Juventud, Divino Tesoro
por Rodrigo Blás
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Rubén Darío en su Canción de Otoño en Primavera, le cantaba a su juventud que se le iba como se nos va a todos : Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer.
Hoy el Uruguay y los uruguayos lloramos la juventud que se nos va, no la propia, que alcanza el paso del tiempo para que se pase, sino la de nuestros jóvenes uruguayos que se van del país todos los días, las más veces para no volver.
Cuando se habla de políticas de Juventud, gobiernos nacionales y municipales reparten tarjetas de descuentos, hacen conciertos de rock, auspician expresiones artísticas y cosas por el estilo; es decir realizan actividades para la juventud, estas, si bien bienvenidas están lejos de suponer Políticas de Juventud que apunten al desarrollo juvenil, su implantación en el funcionamiento social y laboral de la sociedad y sobretodo a que el joven reciba la sensación de que su tierra, su gobierno y su gente, se preocupa por su situación y facilita su desarrollo individual, profesional y laboral implementando acciones que lleven al joven a quedarse en su tierra .
Las distancias en el mundo son cada vez más cortas, ir a conocer o a probar a otros lados es bastante fácil, la necesidad de “atar” a ese joven a su tierra hace al desarrollo nacional, es necesario el desarrollo de políticas de juventud reales y agresivas para competir con la oferta mundial y la apatía nacional y satisfacer las ganas de crecer de ese joven.
El mundo y sus gobiernos se preocupan por poner a los jóvenes en ventaja respecto al resto de la sociedad para captar a ese joven que producirá, trabajará y pagará impuestos por 30 o 40 años en beneficio de todos. El Uruguay no ve esa situación y se envejece permanentemente rompiendo la proporción fiscal necesaria entre activos y pasivos lo que se torna insostenible generando un déficit permanente en las prestaciones jubilatorias y de activos de nuestros organismos de Seguridad Social por nombrar uno sólo de los muchos problemas que esa situación genera.
No sólo no es bueno que los jóvenes se vayan desde el punto de vista de la nación, tampoco es negocio.
Durante este gobierno pese a las condiciones de la economía mundial favorables a nuestro país y a las sonrisas de Astori más de 20.000 jóvenes emigran por semestre, 40.000 por año 200.000 cuando termine este gobierno progresista; urge recomponer la situación.
El Uruguay históricamente ha dejado el inicio del camino laboral del joven en manos o sobre las espaldas de sus padres; estos, deben ayudar a la primer vivienda, “bancarlos” mientras sus primeros trabajos no alcanzan para subsistir, ayudarlos a instalarse en un nuevo negocio, etc. El Estado Ausente reza de que esos padres puedan contener y convencer a los gurises de quedarse; mientras tanto le cobran IRPF ¿que renta puede tener alguien que nace a la vida independiente y no tiene nada de su propiedad?, ninguna, todo lo que gana y más, lo precisa para construir su futuro y ponerse a producir para la sociedad, eso no parece importarle al Estado, les cobra impuestos y los jóvenes se toman el avión.
Deben instrumentarse beneficios tributarios importantes para esos jóvenes que se inician en el mercado laboral, acceso a créditos de vivienda que reconozcan su situación, créditos para instalar empresas, beneficios de aportes para las empresas que contraten jóvenes, exoneraciones de impuestos generales. Como toda empresa el país debe entender que debe promocionarse y “captar” al cliente, el mismo que otras empresas-países tratan de captar. De no hacerse seguirán marchando los que junten para el pasaje y los que no logren juntar el dinero necesario, engrosarán las filas de tristes y grises uruguayos que habitan un país al cuál no les importan. Es tiempo de demostrarles que importan.
Al decir de Luis Alberto Lacalle, si no les vendemos y le demostramos a nuestros propios hijos que el Uruguay es un país para nacer, para vivir, para quedarse y para volver, estos, nos mirarán desde afuera; y con razón.
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