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La secretaría del terrorismo
por Agustin Laje Arrigoni
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El prontuario de Eduardo Luis Duhalde resulta escalofriante y evidencia una total incapacidad moral para desempeñar el cargo que ocupa desde que Néstor Kirchner ejerce el poder en la Argentina.
No resulta novedoso afirmar que el fetiche de los "Derechos Humanos" en la Argentina no es sino patrimonio de algunos pocos (generalmente de delincuentes y terroristas o de sus partidarios y defensores). Empero, lo que sin dudas todavía no es de público conocimiento para el gran público es el desdichado currículum que ostentan precisamente aquellos funcionarios que manejan la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el cual contradice de medio a medio la función pública para la que están llamados a ejercer y que para eso se les paga con los fondos de los contribuyentes.
El secretario del terror
Eduardo Luis Duhalde es quien se desempeña como secretario de Derechos Humanos en el gobierno de los Kirchner. Presentado frente a la opinión pública como un supuesto humanista de larga trayectoria en la defensa de tan nobles principios, Duhalde se encarga muy bien de tapar su nada filantrópico pasado, cuando reivindicaba, apoyaba, militaba y defendía de manera activa a diversas organizaciones terroristas locales.
Lo cierto es que los primeros vínculos del secretario de Derechos Humanos con el terrorismo subversivo datan de fines de los años '60. Por entonces, el hoy kirchnerista Eduardo Luis Duhalde oficiaba de abogado de los guerrilleros que regaban de sangre el suelo argentino (la afición por defender a los victimarios en lugar de a las víctimas parece perdurar hasta nuestros días). Entre otros casos, defendió enérgicamente a delincuentes del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), comandado por el terrorista Mario Roberto Santucho en "la causa número 305, por el secuestro, tortura y asesinato del Dr. Oberdán Sallustro" (1), amparando sin vacilar a quienes habían violado los derechos humanos que en la actualidad dice defender. Pero, al parecer, el compromiso de Duhalde en este lamentable suceso habría trascendido las fronteras de la mera defensa legal, dado que en el citado secuestro extorsivo el ensayista Guillermo Rojas confirma que "el emisario de los terroristas para realizar la transacción extorsiva fue el actual secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde". (2)
Poco tiempo después, el compromiso de Duhalde con las bandas terroristas se haría más evidente al comenzar a desarrollar labores periodísticas en los órganos de prensa de Montoneros, nada más ni nada menos que desempeñándose como director de la revista "Militancia Peronista para la Liberación Nacional" . La publicación de marras aplaudía y estimulaba en plena democracia los actos terroristas, calificando de "ajusticiamiento" los asesinatos perpetrados por el terrorismo y celebrando sin tapujos los secuestros extorsivos; tal el caso del empresario Víctor Samuelson (privado ilegítimamente de su libertad por el ERP), cuyo desgarrador sufrimiento era motivo de burla y risas en la revista de Duhalde: "Servidor eficiente de una de las más grandes empresas multinacionales, el mentado Mr. Samuelson no pudo festejar, como acostumbran los ejecutivos extranjeros, este happy new year". (3)
El hecho de que la revista "Militancia" no haya contado con publicidad alguna en sus páginas provocó la duda razonable de que dicho órgano de propaganda terrorista fuera financiado con el dinero de los robos y secuestros que sistemáticamente practicaban las bandas criminales que Duhalde defendía, tanto sea prestando sus oficios jurídicos ad honorem como en su rol de apologista gráfico.
Finalizada la guerra revolucionaria que Duhalde y sus camaradas habían desatado en los años '70, en pleno auge de la democracia alfonsinista en los años '80 el citado personaje tuvo el destacado y desvergonzado papel de ser fundador del grupo homicida MTP (Movimiento Todos por la Patria), el cual saltó a la fama por intentar efectuar un golpe de Estado a la democracia por medio de un ataque terrorista contra los cuarteles de La Tablada, en 1989, tal como lo confiesa el asesino serial Gorriarán Merlo en sus memorias, al destacar que la fundación del MTP "culminó en una amplia reunión --realizada en Managua en el '86-- en la que participamos alrededor de cincuenta compañeros. Ahí estuvieron [entre otros] Eduardo Luis Duhalde". (4) Recordemos que el cruento ataque de La Tablada acabó con la vida de once soldados y dejó sesenta heridos y mutilados.
Parece un sketch de humor negro del Gran Cuñado , pero no lo es: actualmente, el inefable Duhalde es quien está oficialmente a cargo de defender los Derechos Humanos de los argentinos.
Entre el ERP y las FARC
El Sr. Rodolfo Mattarollo secunda a Eduardo Luis Duhalde en la citada Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en calidad de subsecretario. Al igual que su actual jefe, Mattarollo tuvo destacado protagonismo en el terrorismo marxista que enlutó a la Argentina en la década del '70, primero como abogado defensor de guerrilleros, y luego como el delegado del ERP ante la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR) (5), una red terrorista internacional que coordinó el accionar de cuatro organizaciones terroristas provenientes de distintas naciones: ERP (Argentina), ELN (Bolivia), Tupamaros (Uruguay) y MIR (Chile). Lo cierto es que las bandas que integraban la JCR colaboraban entre ellas tanto en la logística como intercambiando terroristas, a la vez que brindándose apoyos económico y armamentístico. En consecuencia, no resulta inapropiado preguntarse: ¿qué grado de responsabilidad tuvieron los terroristas argentinos en atentados perpetrados en países vecinos? Y, por añadidura, surge un nuevo interrogante: ¿qué grado de responsabilidad tuvo el actual subsecretario de Derechos Humanos en actos terroristas acaecidos en el extranjero?
Al igual que su superior en la Secretaría de Derechos Humanos, Mattarollo también se incorporaría años más tarde a la sangrienta organización terrorista MTP, manejando un área de Relaciones Internacionales, tal como lo reconoce el jefe guerrillero Gorriarán Merlo en sus memorias. (6)
Hace no mucho tiempo, el ex terrorista devenido en funcionario "derechohumanista" fue designado por Unasur para elaborar un informe sobre los graves hechos de violencia suscitados en Pando, Bolivia, en septiembre del año pasado, como si su aporte fuese garantía de seriedad y ecuanimidad. En efecto, investigaciones recientes realizadas por la ONG trasnacional UnoAmérica habrían determinado que el informe de Mattarollo y los suyos fue completamente falaz y que los objetivos de nuestro polémico representante no fueron otros que encubrir la responsabilidad del vicepresidente de Bolivia Evo Morales (como todo el mundo sabe, el presidente real es el dictador venezolano Hugo Chávez) en la masacre que acarreó serias violaciones a los derechos humanos. Al mismo tiempo, el ex combatiente de las FARC Felipe Salazar vincularía a Rodolfo Mattarollo con la organización narcoterrorista colombiana por un intercambio de correos electrónicos entre éste y el alto mando de las FARC realizado años atrás, y afirmaría que "Mattarollo facilitó el acceso de un economista ligado a las FARC a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)". (7)
El prontuario de Duhalde y Mattarollo, sin dudas, resulta escalofriante y evidencia una total incapacidad moral para desempeñar los cargos que ocupan desde que Néstor Kirchner ejerce el poder en la Argentina. Sin embargo, el ímpetu transformador y fundacional que Kirchner dice representar omitió rebautizar a la Secretaría de Derechos Humanos como la "Secretaría del terrorismo".
Notas:
(1) Cozzani, Norberto. Yo asumo. Buenos Aires, Edición del autor, 2006, p. 199.
(2) Rojas, Guillermo. 30.000 desaparecidos. Realidad, mito y dogma . Buenos Aires, Editorial Santiago Apóstol, 2003, p. 180.
(3) Revista "Militancia". Nº 30. p. 14.
(4) Gorriarán Merlo, Enrique. Memorias. De los setenta a La Tablada. Buenos Aires, Planeta, 2003, p. 476.
(5) Ver Márquez, Nicolás. El Vietnam argentino. La guerrilla marxista en Tucumán . Buenos Aires, Edición del Autor, 2008, p. 65.
(6) Gorriarán Merlo, Enrique. Memorias. De los setenta a La Tablada. Buenos Aires, Planeta, 2003, p. 479.
(7) Ver Martínez, Emilio. Lo que Unasur no dijo.
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