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Año V Nro. 343 - Uruguay, 19 de junio del 2009
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En la ciudad de El Cairo, plataforma clave su política exterior en Oriente Medio, y con el Corán como fuente de inspiración para los musulmanes, Barack Obama sacó su repertorio para insistir en su inquebrantable volunta de ofrecer “una nueva relación de Estados Unidos con el Islam, basada en el interés y respeto mutuos”, pero consciente de que “el cambio no será de la noche a la mañana”. Las palabras del presidente Obama se esparcieron por el Oriente Medio llegando a todo el mundo musulmán y, en especial, hacia Occidente, para que cada quien, como en las encuestas, tome la parte que más le convenga para defenderse o las aproveche para criticar el rumbo de lo que hasta ahora ha sido una historia de guerra entre las partes. Después de tantas recriminaciones y desconfianzas, faltará tiempo, ojalá poco, para comprobar que Obama no aró en el desierto, sino que dejó sembradas las semillas de “una nueva relación entre los Estados Unidos y los musulmanes de todo el mundo, basada en el interés y el respeto mutuos, pues el Islam y Occidente no son excluyentes y no necesitan estar enfrentados. Este ciclo de sospechas y discordias debe terminar. Los obstáculos para que así suceda son del tamaño de las pirámides de Giza que el presidente estadounidense visitó en su gira, pues el mismo sabe que no sólo hay enemigos en la extrema derecha musulmana como Osama Bin Laden y Al-Zawahiri, sino en su propio país, empezando por el ala radical de los republicanos, que vieron en George Bush el único capaz de enfrentar la amenaza terrorista que aún desvela a los estadounidenses. Pero los vientos también soplan a su favor. Su origen africano, hijo de un musulmán y con una nutrida familia musulmana, sirven de papiro sobre el cual Obama comenzó a escribir, desde el primer día como presidente, el discurso que pronunció en El Cairo y cuyos alcances están por verse, pero que de entrada ya produjo el primero: ratificar por si alguien tenía dudas que George Bush se ha ido de la Casa Blanca. Obama parece estar dispuesto a hacer posible lo impensable. Lo ha hecho desde que llegó a Senador, candidato presidencial y Presidente. En la mística capital egipcia, una multitud lo aclamó al compás e un “te queremos Obama” sin dejar desviar la atención en sus palabras: “Nos hallamos en un momento de tensión entre Estados Unidos y los musulmanes, que hunde sus raíces en fuerzas históricas que van más allá del debate político actual”, en clara alusión a que los problemas y sus soluciones no son un problema de los gobernantes sino de todos, y que el cambio “no puede ocurrir de la noche a la mañana”. Recitando de memoria partes del Corán, Obama acudió a la religión, esa que ha alimentado a los terroristas a promover la guerra, para enviar su propuesta de reconciliación y de reconocimiento de que Occidente ha sido injusto con el Islam. “Se consciente de Dios y di siempre la verdad”, dijo el presidente estadounidense como preludio de que ahora serán los hechos los que demuestren que sus palabras no se las llevó el viento del desierto, y que desde El cairo, clave para destrabar el proceso palestino-israelí y desactivar la amenaza nuclear de Irán, brilla una nueva luz sobre Oriente Medio. ¡Hasta el próximo análisis…! © Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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