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Año V Nro. 343 - Uruguay, 19 de junio del 2009
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No se trata de Hugo Chávez que delira con ser Emperador, ni del Ayatola Ali Khamenei y el Rey Abdala de Arabia Saudí que se disputan el dominio del Islam para ser el Califa del futuro. El nuevo monarca del mundo es Barack Hussein Obama, quien nos ordenará a todos cómo debemos hacer las cosas. El pretensioso mandatario que critica severamente a los gobiernos que le precedieron y pide disculpas por el intervencionismo norteamericano del pasado, está inmiscuyéndose más que cualquier otro en los asuntos de los demás países. So pretexto de dejarlos obrar en absoluta libertad, está desestabilizando el equilibrio político, apoyando a los regímenes totalitarios de Oriente Medio y Latinoamérica. Se acabó el rol de policía internacional del Tío Sam. Tiranos, terroristas, narcotraficantes, mercenarios y guerrilleros pueden dar un respiro de tranquilidad durante los próximos cuatro años. La falta de criterio, o la parcialidad de Obama hacia los comunistas y musulmanes, es pasmosa. Prácticamente no reaccionó frente a la última prueba atómica de Corea del Norte y no le preocupa que Irán tenga capacidad nuclear. Más bien dijo que Teherán tiene derecho a buscar fuentes de energía alternativa. Según él, Estados Unidos no tiene qué temer de esos pequeños países. Lo único que sí le perturba y le quita el sueño, es que se construya alguna casa para una familia judía en Israel y que los judíos continúen su crecimiento vegetativo natural. El tortuoso estadista no sabe dimensionar los peligros que acosan al orbe, ni sabe distinguir a los amigos y enemigos de su país. O tal vez es tan sinuoso que sí lo sabe y él es parte del plan para dar supremacía a sus correligionarios. Obama olvidó que Al Qaida no necesitó de armas para destruir el World Trade Center y asesinar a 3.000 personas. Le bastaron algunos pilotos mediocres que nunca volaron un avión comercial. El próximo gran ataque puede estar en las manos de cualquier individuo que pueda cargar una mochila con explosivos y material radiactivo, provisto por aquellos “pequeños países” que no le inquietan. La incompetencia del primer socialista que llegó al despacho más poderoso del planeta está empezando a sentirse. Sus medidas de “salvación económica”, llevarán a la inflación y empobrecimiento colectivo. Su mentalidad populista es tan burda, que el desplome de Estados Unidos, así sea temporal, será monstruoso, entonces acudirá a la guerra internacional para desviar la atención y esquivar el cúmulo de problemas que surgirán en Norteamérica. El enigma es que no sabemos con quién buscará la pelea porque hasta el momento al único que tiene en el entrecejo es a Israel. Intentar salvar con dinero del estado a empresas que deben colapsar por la evolución natural de la ciencia, la tecnología y los métodos de administración, es un error de magnas proporciones. Las compañías del Siglo XX no pueden y no deben mantenerse en el S.XXI, de igual manera que sería ridículo y anacrónico que perdurasen las industrias del S.XIX. Pero para el presidente izquierdista eso es inhumano y le quita adherentes. Hay que mantener los empleos de los obreros a toda costa colisionando con la historia y el progreso, en vez de invertir ese dinero en enseñarles nuevos oficios y profesiones concurrentes con la época. Obama es falso, frío y peligroso. Aunque se encuentra limitado por un establishment que es más grande que él, nos está conduciendo a oscuros escenarios. En América Latina su aproximación a los dictadores está poniendo en riesgo la democracia, la libertad, la propiedad y la seguridad; y en el Medio Oriente, su apoyo a los musulmanes y particularmente a los palestinos, puede ser el detonador de una situación extremadamente comprometedora para Israel y los judíos de todas partes. A medida que aumenta la demonización de Israel aumenta el antisemitismo. Y la historia revela, que el antisemitismo se volvió virulento cuando la potencia del momento se volcó contra los judíos. Cada vez que eso sucedió, el mundo explotó en catastróficos eventos. Los más afectados por la coyuntura obamista-socialista-islamista serán Israel, los judíos y Latinoamérica. Estados Unidos se hizo en función de la libertad religiosa, de ahí que pocos se atreven a condenar al terrorismo islamista como la causa de las tragedias actuales, porque los norteamericanos no pelean guerras religiosas. Bush tuvo la franqueza de hablar apropiadamente del islamofacismo, mientras que Obama, no sólo evita hablar de los islamistas asesinos, sino que cambió la denominación de “Guerra contra el terrorismo” por “Operaciones de Contingencia Exterior”, desvirtuando la realidad, que parece ser su objetivo fundamental, tal como fue siempre con todos los demagogos y déspotas de la historia. © José Brechner
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