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Año V Nro. 343 - Uruguay, 19 de junio del 2009   
 
 
 
 
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Visión Marítima

 
Patricio Navia

Los presidentes populistas
y sus oposiciones ineptas

por Patricio Navia

 
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         La incapacidad de la oposición política de levantar alternativas atractivas, creíbles y electoralmente viables es una de las más importantes -y a menudo ignoradas- razones que explican el éxito y la permanencia en el poder de los presidentes populistas en varios países de América latina.

         Parece ser parte de la sabiduría convencional latinoamericana que la crisis de los partidos políticos explica la irrupción de líderes populistas que llegan a la presidencia a implementar políticas económicas que prometen redistribución pero que son inviables e insostenibles en el largo plazo. Líderes como Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa entraron con tanta fuerza a la arena política en Venezuela, Bolivia y Ecuador producto de la deslegitimación de los líderes políticos tradicionales y de los partidos sobre los que se había sostenido la estabilidad y -gobernabilidad, por muy precaria que hubiera sido.

         Por eso, la irrupción del populismo debe ser entendida mucho más como un síntoma que como la causa de un problema. No es que la llegada de Chávez gatillara una crisis en el sistema de partido. Chávez llegó al poder porque había una crisis del sistema de partido. Lo mismo explica la irrupción de Morales y su partido MAS en Bolivia y de la rápida y fulminante aparición de Rafael Correa y su muy personalista partido Alianza País. 

         Es verdad que en otros países, similares crisis de representación partidista terminaron en la irrupción de líderes y partidos que ayudaron a fortalecer el sistema antes existente. El camino que tomó Chávez no era inevitable. Lula y el PT le hicieron mucho bien al sistema político de Brasil. La aparición de Bachelet en Chile permitió -al menos temporalmente- la renovación del liderazgo en la Concertación y así logró evitar la irrupción de liderazgos populistas en ese país. Incluso la llegada y consolidación en el poder de Álvaro Uribe en Colombia se explica por la crisis del sistema bipartidista que existía en ese país.

         Chávez entendió que el radicalismo extremo no le conviene. En ese sentido, Uribe puede ser comparado a Chávez en su afán por concentrar poder en sus propias manos y en su interés por perpetuarse en la presidencia alegando la necesidad de que el país mantenga el buen rumbo. Si bien difieren en las políticas económicas implementadas, Uribe, Chávez y Correa comparten la preferencia por concentrar el poder en la presidencia y personalizar el sistema político, evitando el fortalecimiento de partidos políticos fuertes, transparentes y con procedimientos democráticos internos competitivos. Uribe por cierto puede dejar en claro sus diferencias con Chávez respecto a la valoración de las instituciones democráticas si opta por no buscar un tercer periodo presidencial en 2010.

         El éxito de esas estrategias de concentración de poder en las manos del presidente no es sólo mérito de los líderes populistas. La oposición política en cada uno de esos países ha contribuido con su ineptitud para ofrecer alternativas atractivas, creíbles y electoralmente viables que promuevan la consolidación de las instituciones democráticas y rechacen el autoritarismo personalista que privilegian los presidentes en ejercicio.

         En las recientes elecciones presidenciales en Ecuador, la victoria de Rafael Correa fue magnificada por el hecho que la oposición se presentó fraccionada. Si bien más del 45% de la población voto contra Correa, la dispersión de ese voto entre distintos candidatos de oposición evitó que Correa enfrentara un candidato con reales posibilidades de disputarle la victoria. De la misma forma, en las elecciones que se celebrarán en Bolivia en diciembre, la oposición se presentará dividida contra Evo Morales.

         Por más que la aprobación de Morales haya bajado y su gobierno enfrente problemas de corrupción, ineficiencia y falta de gobernabilidad, la oposición parece ofrecer aún menos gobernabilidad. Hasta ahora, los ex presidentes Jorge Quiroga y Carlos Mesa, y el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas han especulado con la posibilidad de ser candidatos. Las encuestas muestran que ninguno de ellos logra superar el 10% de los votos, pero si se suma la intención de voto de todos los posibles opositores a Morales, la potencial coalición de oposición se acerca al 40%, número similar al que actualmente tiene Morales en intención de voto.

         Pero para poder construir una oposición creíble, estos líderes deben ser capaces de demostrar que pueden poner sus diferencias de lado y construir una plataforma de unidad que demuestre su capacidad de ofrecer gobernabilidad y demuestre que ellos, a diferencia del presidente actualmente en el poder, sí pueden gobernar promoviendo el entendimiento y el diálogo por sobre la confrontación y el divisionismo. La experiencia reciente de Ecuador y lo que probablemente ocurra en Bolivia de cara a las elecciones presidenciales de diciembre debiera servir de lección para la oposición en Venezuela. La fortaleza electoral de Chávez se construye, en buena medida, a partir de la incapacidad de la oposición para articular una alternativa creíble y atractiva al gobierno.

         Si la oposición se une en torno a la defensa de las instituciones democráticas y contra el personalismo, distanciándose de las prácticas que otrora causaron la crisis del sistema de partidos en su país, entonces Chávez enfrentará una formidable oposición y el fin de su polémico periodo en el poder será más cercano. Pero mientras la oposición se mantenga desunida, privilegie los personalismos y no entienda que su fortaleza radica en defender las instituciones democráticas, difícilmente podrá derrotar a Chávez.

         Mientras no se combatan las causas que provocaron la irrupción de líderes populistas, esos países seguirán sufriendo los síntomas de tener líderes personalistas que concentren el poder.

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Fuente: Infolatam
 
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