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Violencia
La sensación térmica sigue matando
por Julio Dornel
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No tenemos ninguna duda que mencionar los temas relacionados con la seguridad pública pueden ser reiterativos para esta columna y cada vez menos originales para los lectores.
Sin embargo la violencia que campea por las calles de esta ciudad con asaltos, rapiñas, copamientos y asesinatos que van quedando sin aclarar exigen algún comentario.
Si bien esta agresividad ha recrudecido en los últimos meses no se trata de un tema nuevo ni pertenece a este periodo de gobierno. Lo que si debemos reconocer es la reiteración de una agresividad sin límites que viene provocando simultáneamente un cambio en los hábitos de la población.
En primer término es fácil advertir que la población ya no sale de sus hogares ni frecuenta los espectáculos nocturnos como sucedía antiguamente.
Al margen de la violencia callejera que puede alcanzarlos en cualquier momento, tampoco quieren abandonar sus hogares durante la noche ante el temor de los robos.
Ya no se trata del robo furtivo donde terminan llevándose los platos, cubiertos, radios y televisores, ahora atracan una camioneta y se llevan los muebles.
Es fácil advertir que se toman medidas extremas que pasan por las rejas electrificadas, alarmas, perros y empresas de seguridad con vigilancia nocturna que si bien representan un costo elevado ofrecen mayor seguridad. Para el periodista Ernesto Martínez de Informe Uruguay el tema de la seguridad ciudadana empieza a ser tedioso y repetitivo. “Es evidente que en los últimos años la juventud empezó a vivir con más libertad y accediendo a lugares antes vedados para edades tempranas; las familias ya no dominan a esa juventud, ni los mayores tienen los suficientes argumentos para hacer reflexionar a sus hijos que fueron perdiendo valores y fácilmente han entrado en los vicios de la época. Empezó a campear el alcohol, el porro y la droga más agresiva, terminando en la nefasta pasta base que llegó a trastocar conductas, carácter, ética y principios, llevándolos a la degeneración sexual y social. Lo bueno y lo malo se confunden en la bruma de la intoxicación, que cada vez les pide más y más dinero para adquirir más droga. Llegando a ese extremo ya no dudan en asaltar, robar y hasta matar por unos míseros pesos por el solo hecho de que les sirve para comprar una porción de pasta base. Por eso los argumentos de la Ministra Daisy Tourné de que no se consiguen mejores resultados en la persecución de los traficantes y los vendedores de drogas, por ser de difícil captura ante la falta de leyes adecuadas que permitan actuar a la policía con más éxito no las entendemos. Que la propia Ministra del Interior justifique dificultades para que la policía y el Poder Judicial actúen en salvaguarda de la población honrada y trabajadora por carecerse de leyes adecuadas parece una tomada de pelo” -dijo Martínez. “Si no se modifican esas leyes para que se permita proceder más eficazmente a la policía y a la judicatura, poco se podrá lograr. La mayor violencia parte de ese extracto etéreo que surge ya de todas las capas sociales, donde la rebeldía en atender consejos de sus mayores o la simple negligencia o falta de ética y principios de la familia que los engendra, los precipita cada vez más al delito y a la drogadicción”.
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