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Año V Nro. 304 - Uruguay,  19 de setiembre del 2008   
 

 
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Excusa Útil: los Especuladores
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por Leonardo Girondella Mora

 
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         Es uno de los subterfugios más usados que se conocen —consiste en tomar una realidad que desea ser explicada de la manera más simple posible y asignar su causa a un grupo de personas. En el caso de los precios de cualquier bien suban más allá de lo deseable, surge la explicación absoluta: son los especuladores, y así el tema queda terminado, comprendido y sin dudas.

         Si esta explicación del suceso se registra entre un grupo de amigos que hablan de los precios del maíz como del futbol, nada grave sucedería —pero, si acaso llega la explicación a las manos de los gobernantes, de inmediato se presentará la situación temible, la de un gobierno que ha encontrado un chivo expiatorio al que debe sacrificar por el beneficio de las mayorías.

         Nada de gran consecuencia sucede con el uso de los especuladores como causantes de alguna realidad indeseable, pero mucho y de gran impacto acontece cuando esa explicación es tomada como cierta por parte de la autoridad —como durante los tiempos del populismo mexicano, cuando se culpó a los comerciantes por el aumento de los precios y que el gobierno tomó como los causantes de la inflación que él había causado.

         Quizá sea éste el principal de los problemas con el echar la culpa del suceso a los especuladores, la de frenar cualquier otra explicación más cercana a la realidad y que ayude a comprender mejor la naturaleza del suceso. Si de los precios del petróleo se culpa a los especuladores, se vuelve inútil buscar explicaciones en elevación de demanda, falta de inversiones, inestabilidad política en países productores, reducción de inventarios —toda la explicación cae en ese grupo de especuladores.

         El uso de esta gran excusa es común no sólo por esa simplicidad de análisis y que no requiere siquiera leer un periódico —también es común porque es flexible: los especuladores pueden ser identificados como casi cualquiera. Pueden ser las petroleras, los comerciantes del país, los países imperialistas, los grandes bancos, los inversionistas mundiales; todo depende del problema específico a explicar.

         Por ejemplo, para explicar que los precios altos del petróleo se deben a la acción intencional de los especuladores, tendría que mostrarse una elevación de inventarios —almacenamiento intencional del bien para su venta posterior. Aunque no se tengan inventarios crecientes en la realidad, que es un requisito de la especulación, eso no importa para quien da poderes mágicos a los especuladores.

         Lo anterior muestra bien cómo el uso de la explicación de los especuladores suspende análisis que pudieran ser de provecho y, como efecto colateral, inclina la solución de los problemas al hallazgo del culpable y su castigo ejemplar.  La mentalidad se facilita entre la opinión pública por otra realidad, la palabra especulación siempre lleva a ideas negativas.

         La gran mayoría de las personas pensará que un especulador es alguien que tiene un trabajo poco honrado, secreto, quizá ilegal y de seguro inmoral. Pero especulador es en realidad cualquiera en las más inocentes de sus tareas —los recién casados que adquieren una hipoteca en realidad especulan sobre su capacidad de pago, el joven que entra a una universidad especula sobre los beneficios futuros de sus estudios, el ama de casa que prepara una nueva receta especula sobre los gustos de su familia.

         Especular es hacer apuestas sobre el futuro y todos las hacen, aunque no quieran —especula quien compra acciones, pero también quien acude a una cita con un cliente, quien abre un pequeño comercio y uno grande, quien una noche va con prostitutas y quien no estudia para el examen de mañana. Las personas calculan lo que podrá suceder y actúan con decisiones propias creyendo que mejorarán.

         Es un especulador el que abre un negocio porque anticipa que el futuro le será favorable, así sea un gran restaurante o una pequeña papelería. Esto es la especulación común, pero la connotación de especuladores, en su acepción común, se relaciona más con quienes almacenan bienes creyendo que en el futuro ellos subirán de precio —el mecanismo es sencillo: la oferta se disminuye con el almacenamiento del bien al evitar que entre en el mercado y si la demanda no cambia, el precio subirá hasta un nivel en el que el especulador suelte al mercado el bien a precios altos.

         Ese mecanismo es cierto si se cumplen con requisitos de almacenamiento y una gran concentración de mercado para un producto con demanda inelástica —si la demanda es elástica, no sería un buen negocio. Esta es la razón por la que las drogas tienen altos precios. En el caso del petróleo no hay esos almacenamientos y la producción se ha mantenido o elevado.

         Se habla también de los especuladores del mercado de valores —esa serie de personas que en la oscuridad logran enormes utilidades a costa de los demás. En un mercado cualquiera, quienes especulan, en realidad benefician al mercado con sus frecuentes compras y ventas, lo que produce liquidez para el que no mueve con frecuencia sus inversiones. Cuando alguien compra al bajar los precios esperando a que suban, está deteniendo la caída; y cuando vende al subir los precios, está deteniendo el alza.

         Son actos positivos que pueden representar pérdidas o ganancias, dependiendo de una habilidad indispensable en el especulador, la de predecir el futuro —lo que lleva a decir que si los especuladores hicieron subir los precios del petróleo, por ejemplo, se les debe agradecer: ellos avisaron al resto que subirían y así poder tomar acciones correctivas, como buscar otras fuentes de energía. En efecto, sin especuladores en un mercado libre, los precios tendrían poco sentido —y especulador que se equivoca, pierde: sus ganancias son un incentivo para predecir correctamente con lo que beneficia al resto.

         ¿Es a prueba de fallas el sistema? No, tiene errores y puede llevar a burbujas y niveles de precios sin justificación real, pero su funcionamiento en general es mucho más eficiente que la alternativa de un mercado que prohiba la especulación —porque retira los incentivos para predecir el futuro correctamente y dar señales con información al resto. Mi punto en este tema es uno que previene contra acciones que llevan a errores graves —y que resumo en lo siguiente.

  • Cuando los sucesos son explicados como resultado de la especulación, eso tiene efectos adversos.
  • Un efecto adverso es el frenar la búsqueda de otras explicaciones que son más reales y permitirían tomar mejores decisiones frente al suceso explicado.
  • También, se promociona el intervencionismo estatal con medidas que tienen como propósito impedir las acciones de los especuladores.
  • Al ponerse frenos a los especuladores se distorsiona el funcionamiento del mecanismo de precios y se toman decisiones con información equivocada y falsa.
  • Todo lo anterior es probable de suceder porque en lo general existe un muy escaso conocimiento económico, lo que produce la connotación negativa de las acciones de los especuladores, es decir, de los que emprenden actividades.

          Si, por ejemplo, se culpa a la especulación de los altos precios del petróleo y suben las gasolinas, un gobierno puede tomar la decisión de subsidiar el precio de estos combustibles y reducir su precio a un nivel que manda la señal de que nada ha sucedido, que puede seguirse demandando la misma cantidad —y esto impide el tomar acciones que el precio más alto hubiera incentivado, como reducir consumo, buscar más eficiencia, desarrollar otros combustibles.

Post Scriptum
Hay más profundidad de análisis de este fenómeno en Oil Speculators: Bad or Good.
Un caso interesante, hablando de la distorsión de precios que un gobierno puede causar es el citado en un reportaje  del NYT, en el que se dice lo siguiente.

Consider the Solana concentrated solar power plant, 70 miles southwest of Phoenix... It is the biggest proposed concentrating solar energy project ever. The farsighted local utility is ready to buy its power. But because of the Senate’s refusal to extend the solar tax credits, “we cannot get our bank financing,” said Fred Morse, a senior adviser for the American operations of Abengoa Solar, which is building the project. “Without the credits, the numbers don’t work.” Both the wind and solar industries depend on these credits — which expire in December — to scale their businesses and become competitive with coal, oil and natural gas. Unlike offshore drilling, these credits could have an immediate impact on America’s energy profile.

Es decir, el uso de la energía solar resulta viable artificialmente, por la vía de créditos fiscales.

A mediados de año, el gran tema fue la elevación de los precios de los alimentos, lo que produjo grandes reuniones y enormes noticias. Los culpables de los precios, se dijo, eran los especuladores. No, los precios de muchos alimentos están bajo la influencia de los gobiernos y los subsidios que otorgan a sus agricultores, muy marcadamente impidiendo que ellos compitan con los de otros países. Incluso hay peticiones de ecologistas para impedir que tierras agrícola continúen produciendo, por no mencionar los créditos fiscales en el empleo de alimentos para la producción de combustibles. Los culpables no son los especuladores, son los gobiernos —los especuladores han enviado el aviso solamente.

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Gentileza de: ContraPeso.info
 
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