Inventario del Uruguay II
por Pedro Hernández
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“Aquellos que no recuerdan el pasado están
condenados a revivirlo”
Un país de mitos y en ellos se adormeció
Los mitos son un componente importante del inventario del Uruguay. Forman parte de nuestras vivencias cotidianas, de nuestro acerbo cultural, incorporados como algo natural.
Hemos cultivado el mito de la democracia impoluta y tuvimos tres golpes de estado entre 1933 y 1973. Tres golpes de estado netamente uruguayos, realizados desde el poder institucional.
Otro mito es el de la libertad de expresión aceptado y amplificado en el discurso, pero que la realidad histórica de los hechos desmiente. Hoy en el marco de un gobierno lejos del poder económico y mediático que tuvieron como apoyo los anteriores, esa libertad no es coartada por este. Sin embargo hay algunos discursos de vivillos que otrora recibieron beneficios desde el poder, como la propaganda oficial o la adjudicación de ondas de radio, hoy se rasgan las vestiduras por la libertad de expresión, que siempre fue más formal que real, como la democracia de la que nos vanagloriábamos. Los que hoy acusan al gobierno, por algunas críticas de este a medios de comunicación, quieren ocultar la historia del manejo de los mismos y su adhesión a los que gobernaron desde 1931 hasta el 2004. Ocultan las clásicas autocensuras o limitaciones sutiles de acceso a los medios. No pocos periodistas perdieron su cargo por presiones desde el poder político hasta el 2004. No pocos sé autocensuraron, vivir no es siempre fácil. No hablemos lo que significó para el interior la restricción a la libre expresión y el acceso a los medios de comunicación. Recién a fines de los 90 y más ya en el siglo XXI los grandes medios abrieron sus espacios a los que hoy están en el gobierno. En la década del 50, 60, 80 y 90 fueron lisa y llanamente acotados los espacios - salvo excepciones que confirman la regla - a la libre expresión de la izquierda, o a los que sin serlo criticaban el manejo político del 3 y 2 y sus consecuencias. Es más, el ser izquierdista en el interior fue presentado como un “leproso social” y de ello se encargaron muchos medios y políticos del partido del 3 y 2 (1) . En ese ámbito el poder económico vinculado al 3 y 2 condicionó la libertad de los votantes y los que digan lo contrario no conocen el Uruguay o padecen de otra “enfermedad”. Los partidarios o posibles votantes de la izquierda no expresaban su tendencia por temor a perder el trabajo y esta presión por años surtió efecto. En el interior urbano, los dueños de los grandes comercios –almacenes de ramos generales, etc.- y muchos estancieros, únicos proveedores de trabajo hicieron sentir su influencia. Los trabajadores se llamaban a silencio de su expresión política salvo que fueran de los partidos del 3 y 2. El odio a la izquierda en el marco de la desinformación, se instaló fácil y fácil fue calificar de “comunistas” a todos los opositores o críticos del 3 y 2. No hablemos de los miedos y el odio a la izquierda alimentados por la desinformación en el interior rural, venimos de él, fue apabullante. Los grandes medios difundían el mensaje de los dirigentes del 3 y 2 hablando de los productores como la “reserva moral” del país. Esa “reserva moral” proporcionaba la mano de obra más barata y más explotada del Uruguay, parte del “milagro” de supervivencia del país por décadas. Muchos dirigentes políticos del 3 y 2 eran estancieros, no pueden argumentar ignorancia. Hoy cuando escuchamos hablar de democracia y sensibilidad social a los dirigentes de los partidos que gobernaron desde 1931 no tenemos palabras para calificarlos, tampoco a los medios y periodistas que siguen “informando” descontextualizando la historia.. Es más, estos dirigentes hablan y actúan como recién llegados al país y el periodismo, salvo excepciones acepta ignorar la historia. El periodismo escribió y escribe descontextualizado sobre los temas del país real. Entonces los hechos no tienen causas y la historia se cuenta como una anécdota y como tal se olvida o ignora. Así nos ha ido. Es importante comprender que el país fue siempre visto y pensado desde Montevideo, los “canarios” del interior importaban el año electoral. Todas las decisiones se tomaban en la capital. Este es un dato de la realidad que también ha condicionado y condiciona al País hoy. Hemos escrito; “la economía del Uruguay está basada en la confiscación de rentas del agro y a productor perdido”(2) . Los datos históricos lo confirman; emigración rural – la población rural según censo de 1951 era de 541000 habitantes y en el censo del 2000 era de 190000, y condiciones socio económicas – acceso a la educación, vivienda, salud - de la familia rural con enormes diferencias con el país urbano, dos países.
El periodismo y los intelectuales nunca asumieron esa realidad, cuyo producto es un país desintegrado. El discurso de los que gobernaron desde 1931 al 2004, se realizó basado en la desinformación histórica, que el manejo clientelistíco del estado llevó a cabo con la complicidad de los grandes medios de comunicación. Clientelismo ambientado desde el reparto del poder del estado, que instaló la cultura de la dependencia partidaria. Así se creó una economía de adhesión política ajena al riesgo empresarial. La consecuencia, el estancamiento estructural de la misma.
El consultor privado Michele Santo - en el año 2000 - aseguró que Uruguay tiene un importante problema estructural en cuanto a la falta de crecimiento e inversión. Por lo tanto, más allá de la discusión sobre la coyuntura y qué políticas aplicar, el país parece seguir una trayectoria de estancamiento crónico.
El economista explicó que "lo sucedido en los últimos diez años en Uruguay no es muy distinto de lo ocurrido en los últimos 20, 30 o 50 años", basándose en un estudio que realizó recientemente.
Santo aseguró que la tasa de crecimiento promedio anual del ingreso per cápita desde 1950 hasta 2001 es de 1,07%. Esta cifra no varía sustancialmente si se toman distintos periodos de menor amplitud dentro del mismo tramo. "No importa el corte que se haga ni qué tipo de políticas se estuvieran aplicando en ese momento, el comportamiento fue similar. No se puede crecer sistemáticamente a través de atraso cambiario e ingreso de capitales desde el exterior", afirmó.
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Una economía, cuya dirigencia le cuesta aceptar que ha funcionado hasta el 2004 de la mano de la “ayuda partidaria” y en el marco de una imprevisivilidad total. Por décadas la competitividad fue algo extraño al empresariado nacional, el reclamo al gobierno era la manera de resolver las perdidas de sus ineficiencias cuyo costo pagó la población. El costo país fue el estancamiento que no se admitía y menos se asumía. Esa cultura la instaló el manejo político del 3 y 2. Desde el club político se dirigió al país en forma relevante en los 50 y 60, donde las tarjetas para alimentos, trabajo en el estado, jubilaciones etc., fueron moneda corriente. El país aceptó lo inmoral como natural y así se instaló una “cultura” amoral donde el favor político partidario fue la herramienta que sustituyó los derechos de los ciudadanos. Esta “cultura” instaló la dependencia de lo partidario, que nos llevó a la mediocridad y decadencia que sigue pesando hoy ante un mundo que cambió y cambia todos los días con velocidad de vértigo. Muchos siguen pensando que pueden decidir ignorando al mundo, siguen haciéndose los distraídos del tiempo perdido en discusiones esterilizantes en los últimos 50 años. Tenemos serios problemas estructurales para enfrentar el mundo globalizado de hoy. El principal es una actitud negativa y reclamista fruto de la dependencia de lo partidario que impidió una cultura del esfuerzo propio. Esfuerzo que es bueno reconocer lo hubo, liquidado por la imprevisibilidad o falta de políticas país, lo sucedido desde los 50, en la industria y el agro son ejemplos relevantes. Una muestra de cómo funcionó la economía; históricamente los estudios de factibilidad – cuando se hicieron - fueron superados una y otra vez por estar sin marco político - económico de mediano a largo plazo creíble. Los créditos se tomaron entonces con “factibilidad partidaria”. Las sucesivas crisis de endeudamiento así lo prueban. La solución fácil fue aceptar la dependencia partidaria cuya visión siempre fue electoral. Así la socialización de las pérdidas fue una constante desde los 50. Se funden las empresas pero no los empresarios, fue la expresión que mejor pinto la situación. Para los partidos del 3 y 2 la preocupación fue mantenerse en el poder. No fueron por casualidad las tres crisis destructivas de la economía, en los 60, 80 y 2002. La economía del riesgo empresarial atada a la responsabilidad de la conducción económica en el marco de una visión país es lo que hay que construir. Si queremos sobrevivir en esta globalización debemos mantener el crecimiento, saliendo de las crisis destructivas casi cíclicas que se dieron a partir de los 60. El dejar hacer, dejar pasar no corre más. La pregunta es, ¿podrá el país cambiar esa “cultura” de la dependencia de lo partidario a la que lo sometió el manejo del 3 y 2 por más de 70 años?
Otra muestra del manejo del país para todos los que escriben sobre el mismo y sus problemas leyendo las noticias de los informativos, es este artículo:
Por estos días se cumplirán dos años de la presentación del informe sobre el desarrollo agrícola del Uruguay, redactado por la misión enviada por el Banco Internacional y la FAO. Los nativos que se deciden a formar parte, en una hora de euforia, de las Comisiones honorarias o Asesoras, que todos los días se crean en el país, suelen quejarse de que el fruto de sus desvelos, cuando aparece, se pierde en el más profundo olvido. Los informes de esas Comisiones Asesoras, suelen correr la misma suerte que los de las Comisiones Investigadoras, otra prolífica creación nacional. Muchos aspavientos al principio y en ocasiones hasta mucho escándalo. Después, el silencio, Pero hay que ser justos. Las Misiones Extranjeras que a veces contratamos, en un sobresalto repentino de energía, no gozan de tratamiento preferencial. Tampoco se les lleva el apunte. Ni siquiera para refutar sus conclusiones, para oponerse a sus recomendaciones. Por que habríamos de llevarles el apunte? Estamos bien como estamos. Y el país no ha de morir ni desaparecer, porque sigamos haciendo disparates. El uruguayo auténtico, cree – no se toma el trabajo de creer que siempre exige esfuerzo, sino que lo siente y es ello más grave que su país es el mejor del mundo, aunque de labios para afuera reniegue cotidianamente. El cine y la radio, le han evitado las lecturas. Bastan como tales y ya es tarea agobiadora, las páginas y páginas que la prensa dedica al fútbol las carreras y la crónica policial. Sin ironía ni amargura, cabe decir que semejante estado es delicioso. No alcanzan a perturbar u diáfana tranquilidad ni los debates políticos, no obstante el despliegue de adjetivos, cada vez más gastados, ni las dificultades económicas que en ocasiones se hacen agudas. Para contrarrestar el alza de los precios, tenemos los Consejos de Salarios. Para contrarrestar el alza de los salarios, tenemos el alza de los precios. Para contrarrestar los altos costos de producción echamos mano de los cambios preferenciales y los subsidios. Para cubrir los subsidios aumentamos 1as cargas que pesan sobre la población. Para que el aumento de esas cargas no aparezca con descaro - chocaría ello al puritanismo uruguayo que tiene una remota semejanza con el puritanismo inglés o la milenaria cortesía china - nuevo Consejo de Salarios o una jugada de quilo procuramos por la vía subrepticia de las maniobras monetarias. Nade más típicamente uruguayo, y así ha de pasar a la historia, que las diferencias de cambio.
Chillamos y hacemos plebiscitos para impedir que el precio de los pasajes urbanos suba dos centésimos: pero, eso sí, no nos oponemos, a que se establezcan impuestos por mayor cantidad a fin de cubrir los déficit que exigía aquel aumento, como tampoco nos oponemos - ni nos preocupamos de averiguarlo - a que con aquellas diferencias de cambio se distribuyan - simples decretos y resoluciones mediante - cien millones de pesos por año, aunque en definitiva tan generosa distribución, produzca un déficit de sesenta millones.
¡Hay que salvar las formas! Salvadas, podemos dedicar nuestro tiempo a preparar festivales cinematográficos, comentar el peso y las posibilidades de Dogomar y – lo que exige mayor dispendio de energías mentales – a discutir si Nacional tiene razón.
Entre palo y palo el cuerpo descansa y también ¿por qué no? Puede aparecer algún negocio, una comisioncita, un empleito suplementario y liviano, un vale amortizable, una quiniela, que permita esperar hasta que el palo vuelva a aparecer.
Todo se desliza bajo el signo de estas resignaciones y estas esperanzas y también de estas mediocres y confortables seguridades. El país ha adquirido la paradójica mentalidad de un jugador que para cubrirse contra las eventuales e in evitables pérdidas, contratara un seguro.
Los agricultores plantan trigo. Esperan obtener fabulosas ganancias, a corto tiempo y con menguado esfuerzo. Se lanzan a la “aventura”; pero confían en que si producen caro y mal, el Estado vendrá a salvarlos con subsidios y créditos.
X, ó Z ó Y deciden hacerse industriales. También le mojan la oreja a la suerte; pero con la seguridad, asimismo, de que el Estado al solo influjo de la palabra mágica - industria - impedirá la importación del similar extranjero, acordará cambios preferenciales, concederá subsidios y hasta comprará los productos si fuere necesario. Es un pleno, con la garantía de que no se perderá la apuesta. Y poco importa, pues se trata de un juego que prescinde como es natural de la lógica y del conocimiento, que la apuesta sea disparatada.
Dicho lo cual, que podría extenderse, dicho está también, cuán inútil y tonto y aún si se quiere presuntuoso, es dedicar el tiempo a estudios y análisis. “Si quieres ser feliz, como me dices, no analices muchacho, no analices”. El país es feliz. Que no analice, entonces.
Los comentarios que dedicamos en el último número de MARCHA, al nuevo presupuesto proyectado, interrumpieron las consideraciones que estábamos haciendo sobre el trigo y su precio.
En 1951, ya para dos años, repetimos, la misión del Banco Internacional y de la FAO, escribía:
“El presente sistema de subsidios, precios fijos y cambios diferenciales, tiene un efecto sobre el empleo de la tierra, que está lejos de ser totalmente beneficioso. El subsidio al trigo, que ha perseguido un aumento de la producción nacional y el subsidio al aceite de lino que ha perseguido un aumento de la producción exportable, han logrado ambos dirigir la producción en la dirección deseada pero, inadvertidamente, han ofrecido un incentivo a un empleo de la tierra que ha tendido a agotar la fertilidad del suelo”.
“Los subsidios y los correspondientes precios establecidos han puesto tanto el acento sobre la expansión de estas dos cosechas que los intereses de los cultivadores han sido desviados de la obtención de costos de producción más bajos. Aunque no fuera así, los subsidios y los precios tarifados han fracasado porque ese apoyo del Estado no ha sido usado como un incentivo para la adopción de los métodos agrícolas necesarios”.
“Debe reconocerse que el sistema de subsidios, precios tarifados y cambios diferenciales aplicados a algunos de los principales productos agrícolas, ha tenido varios fines, algunos de los cuales de naturaleza social. Pero mientras uno de los objetivos ha sido intensificar el uso de tierras arables y aumentar la producción de granos, aceites industriales, y leche, muy poca importancia se concedió a la necesidad primaria de bajar el costo de producción conjuntamente con esa expansión”.
Dos notas complementarias para cerrar este artículo y esta serie:
1o. Tomando algunos años característicos encontramos que los rindes del trigo por hectárea, en el Uruguay han sido:
1908 845 kilos
1917 900kios
1937 811 kilos
1952 817 kilos
2o. Mientras el Uruguay tiene un rinde en 1952 de 817 kilos por hectárea, he aquí algunos rindes de otros países en ese mismo año:
Bélgica 3190
Francia 1820
Países Bajos 3580
Alemania Occidental 2610
Reino Unido 2700
De estas pocas cifras se infiere como lo había predicho la inútil y candorosa Misión Internacional a que hicimos referencia:
- Que ha aumentado el área sembrada del trigo con la aparente ventaja consiguiente a una mayor producción; pero también con todos los inconvenientes que ese aumento acarrea.
- Que los rindes promédiales por hectárea, no obstante los subsidios acordados y las millonarias sumas gastadas, no han sufrido variaciones apreciables.
- Que estos rindes siguen estando muy por de bajo de los rindes de otros países de agricultura más desarrollada.
Y sin duda, por haber dicho lo que dijo, es que el informe de la Comisión del Banco y de la FAO, duerme, con las alas plegadas, en la calma de los archivos o al amparo de las flores de loto del estanque. Los técnicos del Banco y de la FAO, no conocían sin duda, la simbólica historia de Juan Díaz de Solís. Se atrevió un día a incomodarnos nos lo comimos. Desde entonces su sombra tutelar de sacrificado, preside nuestros pacíficos y satisfechos destinos. (3) …
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Todos debemos mirarnos al espejo, son muy pocos los inocentes y la inmensa mayoría de ellos pobres.
Hoy nadie habla de asumir. Asumir para cambiar. Si no se asume nada, ¿qué es lo que se va ha cambiar como se pregona en el discurso?
Una de las grandes debilidades del país es su construcción institucional desde el reparto del poder a partir de 1931.
Carlos Quijano escribió al respeto (4) : ... La Constitución del 51, por último, en cuya redacción participaron activamente los que se habían alzado contra el "pacto del chinchulín", estableció sin pudores ni eufemismos, el régimen del 3 y 2. Todo cuanto al Estado refiere o del Estado depende, pertenece exclusivamente a los dos partidos con la excepción de algunos islotes siempre amenazados como la Universidad. La libre empresa quedó a la vera del camino, aplastada por la apetencia de los cargos...
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En este manejo político del país esta la mayor parte de la explicación de la realidad socio económica actual. De él surge una conducta del estado, de los políticos, de los empresarios, de los gremialista y de los ciudadanos, ajena a la visión de país como un todo y si a la corporativa. Claro es una explicación muy simple y por ello quizás la dirigencia política no se lo ha planteado, en particular los que la han llevado adelante este proceso histórico que comienza en 1930. Para el periodismo, sobre todo el de Montevideo, quizás resulte poco comprensible, lo asumimos. No asumen que han estado escribiendo sobre un país que no era el real y lo siguen haciendo, llenando espacios con la anécdota diaria descontextualizada, que es desinformación. La historia – causas y consecuencias - es algo que al periodismo en general, a los analistas, politólogos, columnistas y editorialistas nunca les preocupó. La historia como relato anecdótico es la que se promueve, no la historia para probar, por ello el país verdadero sigue ignorado. Si no como explicarse que el reparto del poder 3 y 2 - entre Blancos y Colorados - Pacto del Chinchulín 1931, luego elevado a la categoría constitucional en la reforma del 51, símbolo de un manejo feudal con disfraz “democrático” nunca fue cuestionado, - salvo en algún discurso electoral - a excepción de Carlos Quijano, que escribió condenando esa práctica política y advirtiendo sobre sus consecuencias. Alertó de que si no rectificábamos el rumbo iríamos a donde hemos ido, dictadura y crisis económica. No fue escuchado y si denostado...
Está instalada la “cultura” de informar descontextualizado, es más fácil, exige menos compromisos y se aproxima a la comedia cuando no la supera. Algunos no advierten que esa mecánica es desinformación, para otros es la mejor manera de seguir defendiendo los mismos intereses y privilegios. Si preocupó siempre cuidar las formas. Creo que Uruguay tiene el primer puesto en el cuidado de las mismas, campeón del disfraz de la realidad como ninguno otro país en América Latina. Hoy una economía – desintegrada - llena asimetrías, parches sobre parches para salvar la coyuntura ocultando los problemas de fondo, nos pasa la factura. El país ha cultivado la hipocresía de las formas – vacías de contenido - con gran esmero a pesar de las crisis. Hemos ignorado las tres crisis destructivas de la economía entre los 60 y el 2002. Así disimulamos nuestro estancamiento estructural, nuestra débil democracia y nuestra desmemoria. Por algo seguimos hablando de lo mismo con los mismos.
Otros mitos son; la enseñanza pública gratuita e igualitaria para todos, la salud pública gratis y la seguridad social.
La enseñanza no es gratis y su impacto sobre las capas más desfavorecidas queda al descubierto por las estadísticas de deserción y repetición entre otras, mostrando el desnivel en función de las asimetrías económicas que devienen en sociales. La dificultad para atender diferencialmente es otra carencia importante que acentúa las desigualdades. Y ahí aparece la gravedad de la desintegración.
La salud muestra las carencias históricas denunciadas desde los 60. Las asimetrías de la atención entre los distintos niveles económicos del país son inocultables y viene desde siempre. Un ejemplo es la mortalidad infantil según zonas, puede ser del 7 por mil, - Pocitos y Carrasco - o 50 por mil, caso del barrio las Láminas – Bella Unión - y otros en Artigas en los comienzos del siglo XXI.
Eliseo Salvador Porta – médico y profesor en Bella Unión – en un libro titulado “Qué es la revolución” editado en 1969, escribía lo siguiente:
Cuando el autor era estudiante de medicina oyó infinitas veces al profesor Bonaba, máxima autoridad en pediatría, decir lo siguiente:
“En nuestro país mueren, todos los veranos, unos mil o mil doscientos niños de diarreas. Si pudiéramos recoger a esos enfermitos en un medio higiénico desde su nacimiento, o desde el comienzo de su afección se salvarían”.
Y agregaba ruborizándose:
“Se trata de un problema social contra el cual nosotros los médicos nada podemos"
“Y todos los médicos sabemos que esos niños, nacidos en ranchos de lata donde la temperatura llega a 40º; en cuyas proximidades hay pozos negros, criaderos de moscas; donde la leche comprada en la mañana (si se pudo) está descompuesta por la tarde; que no suelen ser criados a pecho porque sus madres trabajan o no tienen leche; podrían salvarse con alimentación correcta, dentro de un microclima de aire acondicionado y medicación oportuna, es decir, con los medios que la ciencia y la técnica ya conocen y que el país posee al alcance de los padres con recursos.
En la penuria de bibliografía del autor, que está viviendo en su pueblito, en el departamento de Artigas, sólo dispongo de las cifras del Anuario estadístico del Uruguay correspondiente a 1955-1959.
Obsérvense las cifras de los muertos antes del primer año de vida, y véase como disminuye a pico la mortalidad pasada la edad fatal de las enfermedades “contra la cual los médicos nada podemos”.
Muertos antes del año:
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A los cuatro años:
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1955.......................2614
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1955............... ....44
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1956.......................2474
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1956....................36
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1957.......................3009
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1957...................33
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1958.......................2773
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1958...................29
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1959.......................3225
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1959...................28
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Y agregaba:
“Una sensibilidad que se horroriza ante la sangre; pero que no alcanza iguales niveles ante la diarrea, que se nos lleva más de mil lactantes por año, corre el riesgo de hacerse sospechosa...”(5)
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Hoy está en proceso la creación de un sistema integrado de salud. Ojalá que los intereses corporativos puedan ser minimizados. Lamentablemente ciertos corporativismos médicos recién descubren el País real, que obviamente no concuerda con ciertos intereses económicos.
La seguridad social muestra asimetrías vergonzosas - todos conocemos los desniveles jubilatorios -, fruto del manejo político partidario de la misma a lo largo de décadas.
Carecemos de una visión país. El mismo se visualiza en función y a través de los intereses corporativos, lo vemos hoy al insinuarse la reforma del estado. Para cambiar y construir un país con equidad, debemos asumir la magnitud de los daños estructurales. Daños estructurales que son el fruto de la falta de políticas con la visión de este como un todo, que no es lo mismo que las políticas seguidas del dejar hacer dejar pasar, en una economía desintegrada y por tanto corporativa. ¿Podemos aspirar a un futuro mejor sin visión de país integrado? Creemos que no y la historia nos lo muestra. Por desconocer esta realidad, no se hace otra cosa que banalizar todo. Vivimos una verdadera comedia mediática de lo anecdótico, difundido como importante. Por tanto sigo reiterando la pregunta, ¿para quien se ha estado escribiendo? ¿Para quién todo lo expresado en radio y televisión, por técnicos, políticos, politólogos, comunicadores, etc.? Amplios sectores de la ciudadanía no están informados. La información calificada y contextualizada es altamente deficitaria. Si no como explicamos por ejemplo, hablar del endeudamiento del agro desde la década del 80, como si fuera un tema nuevo cada vez. ¿Nadie va a tomar nota que estamos hablando de los mismos temas de los 50 y 60? Y para peor con muchos dirigentes que ya actuaban en los 60. El periodismo no cuestiona, acepta la visión descontextualizada que estos brindan.
Estamos recogiendo los frutos de varios mitos que Carlos Quijano denunció en a la década del 60.
... Llamamos gratis a nuestra enseñanza, por que no cobramos derechos de matrícula; gratis a nuestra salud pública, porque los hospitales están abiertos a todos. El mito es intocable e invencible. Pero si se observan las estadísticas, las pésimas estadísticas que los pedantes de la nueva ola manejan con suficiencia, se observa, que los niños y jóvenes de las clases más necesitadas, desertan de la escuela o no concurren a los liceos o son parte ínfima de los que cursan estudios universitarios. Se observa algo más: gratuidad para todos y libros al alcance de muy pocos que cada vez son menos. ¿Gratuidad de la salud pública? Muy bien; pero si el servicio fuera eficaz, si se cumpliera en condiciones mínimas normales, las gentes no se afiliarían a las sociedades mutualistas. Faltan hospitales y faltan en los que existen, medicamentos, gasas, instrumental. Aquí en Montevideo no tenemos un hospital en la zona norte y mientras los enfermos se hacinan en el Maciel y el Pasteur, mantenemos un hospital de Clínicas a costo, por cama y por enfermo, superior o en el mejor de los casos igual, al de los sanatorios particulares más caros.
Campeones de la Seguridad Social, hemos instituido un régimen de seguros que permite jubilarse en plena madurez y aun en plena juventud; que ajusta las pasividades a los sueldos; que permite acumular jubilaciones y actividades; que también permite acumular varias jubilaciones. Resultado: la cada vez más escasa población activa trabaja para la cada vez más numerosa población pasiva; las Cajas están fundidas; las jubilaciones y pensiones son en su inmensa mayoría, jubilaciones y pensiones de hambre... (6)
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La práctica política de los partidos que gobernaron el país desde 1931 consistió en sacar réditos electorales utilizando los problemas del país de los cuales eran responsables. Uno de los temas en discusión hoy es la reforma del estado. Del estado clientelístico, que no se dice explícitamente, con todo lo que ello lleva implícito. Los creadores de ese estado y los gremios del mismo, que fueron funcionales a ese manejo, cuestionan hoy al gobierno que se inició en marzo del 2005. Todos aceptan cambiar pero sin perder los privilegios. Nadie asume la cuota parte de responsabilidad que le cabe. El hecho real, indiscutible, es que el país fue desguazado económicamente utilizando el estado para controlar el poder por los partidos del 3 y 2 y las consecuencias sociales y económicas a la vista están.
Quijano escribió: |
...“El Estado paga mal a muchos, en lugar de pagar mejor a menos que podrían desempeñar la tarea de aquellos.
Pero esto se vincula a otro problema. Tal vez más hondo. El electoralismo demagógico lo ha corrompido todo y no se ve bien cómo dejará de corromperlo en los años próximos mientras sigamos “tirando”, y a menos que se produzca la catástrofe presentida y que cualquier accidente puede hacer estallar.
Para poder realizar esa obra de corrupción ha debido contar, sin embargo, con un ambiente propicio. Ese ambiente lo crea la estructura económica nacional. El país no ofrece posibilidades para la conquista del pan, al margen de las actividades oficiales. O las ofrece muy limitadas.
¿Que hacen los nuevos? ¿Qué hacen los padres de los muchachos de 18 a 20 años, que desean asegurar a sus hijos un destino frente a los angustiosos interrogantes del porvenir?
La actividad privada es limitadísima, aquí más que en otros lados y no ofrece, generalmente, sino estrechez y sobre todo inseguridad. Así sucede en la Capital. Con más razón aún en los pueblos de campaña. ¿Qué destino tiene un joven con ambiciones en nuestras estancadas o declinantes ciudades del interior, carentes de toda industria? Ir al comercio, al almacén, la tienda, a ganar sueldos de hambre, a vegetar y a morir en la más espesa mediocridad.
Todavía no se ven más que dos caminos: o la profesión liberal o el empleo público. La primera, aún conserva, aunque bastante descascarado, el dorado de mejores épocas. Puede asegurar el pan, el prestigio y aun la independencia. El segundo, da la seguridad y ciertas comodidades. La plétora de profesionales, cada vez más creciente; el cansado reclamo del empleo público que todos los días se repite, se vincula así a toda la estructuración económica del país. No se le puede exigir a la gente, que esté hecha de la madera de los héroes o de los santos. Se vende, en la edad de los sueños y las empresas un destino incierto por un presente cómodo. Es el drama de todas nuestras generaciones. Y mientras el país sigue siendo lo que es, una inmensa estancia despoblada y una inmensa capital – macrocefálica -, tiránica y absorbente, el problema seguirá en pie y se irá agravando. Esta es una de las grandes tragedias del país. Quizás la fundamental. Año a año, vamos quemando las generaciones que pasan. Les hemos cerrado todos los caminos que conducen, por el esfuerzo propio, a un futuro útil...(7)
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III
Los Funcionarios públicos, suelen, de cuando en cuando, reclamar mejoras de su sueldo. En los últimos tiempos, como es notorio, han obtenido dos aumentos generales, el reciente de $ 30 y el de $ 25, acordado por la ley de 27 de julio de 1946. Está bien o mejor dicho, no está mal. Pero el problema, el real problema planteado, no se ha resuelto ni se resolverá por esa vía, como tampoco se resolverá el problema de los empleados y obreros de la industria privada, con aumentos nominales de sueldos y salarios acordados empíricamente por los laudos que se suceden de los respectivos consejos.
En el caso de los funcionarios públicos, la situación se complica por la existencia de factores que no aparecen en la actividad privada o son ajenos a ella.
En primer lugar, rasgo éste común, a toda la técnica de los aumentos acordados en los últimos tiempos, se ha visto que aumentar los sueldos y salarios sin congelar los precios, es dar con una mano y quitar con la otra. Lo hemos dicho cien veces. Los aumentos acordados a los obreros y empleados y también a los funcionarios públicos provocan o sirven de pretexto a aumentos por lo general proporcionalmente más altos de los precios. Al empleado, al obrero, al funcionario, a todos los productores, además, aunque no pertenezcan a esas categorías, no les interesa disponer de más billetes. Les interesa disponer de más bienes. El progreso económico no se caracteriza por la profusión de papeles o de moneda; se caracteriza por la abundancia de cosas. Mejora quien, aunque reciba menos unidades, aumenta su poder adquisitivo.
No aquel que ve aumentado el número de unidades monetarias; pero encuentra, no obstante, que con ellas puede adquirir lo mismo que antes o menos que antes. Es la vieja distinción entre salario real y salario nominal.
En algunas ocasiones, el aumento del salario nominal corresponde a un aumento del salario real. En otras y es lo que sucede actualmente, o los aumentos del salario nominal, no van acompañados de un aumento de salario real. Este a permanece estable y tiende a disminuir.
¿Acaso está la solución en aquella congelación de precios a que antes aludimos?
No lo creemos. Esa congelación es impracticable y cuando se intenta, conduce inevitablemente a la creación del mercado negro. En principio, no son aconsejables ni la congelación de precios, ni mucho menos la congelación de salarios, ni ambas a la vez .
Pero, según dijimos, todo este proceso que se cumple tanto en el caso de los empleados privados como en el de los empleados públicos, se ve complicado en el de estos últimos por la acción de otros factores. .
El empleado público está sometido a los azares de la politiquería. Gana poco; generalmente, trabaja mal; tiene estabilidad llevada hasta la rigidez, pero sabe que la justicia no preside su carrera; está sometido a la competencia sorda de todos los nuevos reclutados; vegeta, en una palabra, sin ambición, sin fe y sin esperanza.
No es la primera vez que escribimos sobre el tema y por desgracia no tenemos motivos para cambiar de opinión. Creemos hoy como ayer:
- Que hay exceso de empleados en la administración;
- Que esos empleados están mal distribuidos. En algunas oficinas no se sabe qué hacer con muchos de ellos. En otras, faltan;
- Que los horarios son cortos, poco rendidores y el trabajo suele cumplirse a desgano y en forma ineficiente;
- Que esa ineficiencia nace del clima en que se desenvuelve la función pública. Falta de garantías, falta de justicia, indisciplina, inexistencia de real carrera administrativa, abundancia de "encomendados" sin aptitudes, miseria de las remuneraciones, lo que hace que a la administración pública no se dirijan siempre los más aptos y que se tome al cargo, únicamente como una "base". Lo mejor de las energías se dirige a actividades ajenas a la función. Con ésta se cumple, cuando se cumple, rutinariamente.
- A estos vicios que se agudizan día a día, hay que ponerles coto. Si no, las primeras víctimas serán los propios funcionarios. Planear la manera de hacerlo no exige mayores desarrollos técnicos. Abundan en el país los "principios". De lo que se carece, es de la voluntad, la capacidad y el coraje para aplicarlos.
Lo que corresponde hacer, de inmediato, es cerrar a cal y canto la entrada a la administración pública. Es la famosa "no provisión de vacantes", reclamada por todos los políticos en vísperas electorales, y por todos los políticos, negada al día siguiente de los comicios.
El cierre por lo menos temporario del ingreso a la administración, debe ser acompañado, de la redistribución del personal, del aumento efectivo, que por supuesto deberá irse cumpliendo por etapas, de las remuneraciones y del aumento de los horarios. Trabajar más, ganar más, y trabajar con eficiencia donde sea necesario.
A igual esfuerzo el Estado debe pagar a sus servidores, igualo más que el particular a los suyos.
Esto lleva de la mano, a la necesidad de organizar, con todas las garantías posibles, la carrera administrativa. El empleado público debe sentirse protegido; no deben faltarle estímulos ni tampoco sanciones; no debe escudarse en una estabilidad rígida que protege a los sinvergüenzas, a los ociosos y a los ineptos; debe adquirir conciencia cabal de que pertenece a una organización donde el progreso, si lo merece, no está vedado, ni le será negado. Es el, también no menos famoso, "estatuto del funcionario", invocado asimismo tantas veces en vísperas electorales, por los políticos y negado y pisoteado siempre, en los hechos.
Ahora bien, parece que en cuanto llevamos dicho, todos, según señalamos, estamos de acuerdo. Faltan decisión y capacidad de cumplir. La larga y dolorosa experiencia hecha, demuestra que los partidos y los políticos, sin excepción, han fracasado en el empeño. Vistas las cosas desde un plano más general, se comprende que así ocurra.
Los hombres no somos santos. Los políticos no tienen por qué serlo. El propósito de reorganizar la administración pública, aún sincero, se ve contrariado con el andar de los días, por las solicitaciones de los pequeños intereses, por los apremios del Comité, por los reclamos de los caciques. Quien se muestra sordo a ellas, corre peligro de perder popularidad y fuerzas. Y sin embargo, la verdad es que la organización efectiva de la carrera administrativa, importaría una doble liberación: liberación a la administración, de la politiquería; pero liberaría también a los políticos honrados de las exigencias y aún las impertinencias de los postulantes. La función política adquiriría más independencia; la función administrativa, más eficacia.
Si los partidos y los políticos han fracasado en esa empresa, corresponde entonces que sean los propios funcionarios, los que la acometan. Eso es lo que pueden y deben hacer en defensa de su interés y lo lamentable es que continúen poniendo el acento en reclamaciones de aumentos de sueldos, - transitorio alivio, a una situación afligente -, que no tardan en agravar el mal.
Deberían los empleados públicos, iniciar un gran movimiento nacional, para darle jerarquía a la función que cumplen, organizar la carrera t administrativa, exigir remuneraciones proporcionales al trabajo, reclamar el cierre temporal del ingreso y poner trabas definitivas a la entrada en la carrera de los advenedizos y de los ineptos. Dentro de unos meses el aumento ahora acordado, de nada servirá. No bastará entonces, con reclamar otro aumento más. Y si los funcionarios públicos, no son capaces de elevarse al plano en que el problema está situado, como los políticos y los partidos, fracasarán también. Con una diferencia. Los políticos y los partidos pueden fracasar, y eludir o esquivar con el corazón ligero, las consecuencias del fracaso. El fracaso p de los funcionarios públicos, agravará su condición de víctimas. En el caso, pecado y penitencia, marchan apareados.(8)
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La ilusión de Quijano escrita en 1948 fue frustrada por los intereses corporativos que siguen sin asumir nada y que han sido funcionales al manejo del 3 y 2 mal que les pese a algunos. Hoy vemos la dificultad para instalar los cambios mínimos en el estado. Seguimos ignorando la historia con un discurso elusivo de las responsabilidades.
“Los hechos son sagrados y únicos; los propósitos pueden ser variables” escribía Quijano.
Nada de lo que le pasa al Uruguay de hoy puede ser explicado con la anécdota informativa diaria.
Las causas profundas no están siendo puestas a la luz pública, imprescindible para cambiar, como tanto se pregona en el discurso. Nos reiteramos, no son de ahora los problemas que aquejan al país. Evitemos seguir profundizando la decadencia en todos los niveles y en todos los sectores desde la visión de las chacritas.
“La bovina euforia no es eterna” escribía Quijano.
Seguimos discutiendo, sin asumir, sobre problemas pendientes desde la década del 60, pobreza, salud, agro, enseñanza, seguridad social, emigración, etc., etc. Nadie parece advertir el impacto del tiempo perdido en los últimos 50 años en relación de lo que ha pasado en el mundo. Asumamos todos; políticos, empresarios, gremialistas y ciudadanos votantes, el país real que nos toca vivir, será una prueba de que nos queda algo de dignidad y vergüenza. No se puede cambiar la historia, menos ignorarla. No podemos seguir con las visiones corporativas confrontando para quedarse con el mejor trozo del esfuerzo nacional. La conducta de todos está cuestionada, pero en ello hay actores relevantes; los políticos, los medios de comunicación y el periodismo. En distinto nivel todos somos responsables. No se puede entender el país y definir rumbos ignorando la historia desde 1931. El país ha vivido resolviendo la coyuntura con visión electoral. Hay que asumirlo para cambiar.
Los problemas son estructurales pero el facilismo uruguayo se empeña en ignorarlo y pretende resolverlos con voluntarismo discursivo. Ignora lo que a otros pueblos les llevó décadas de esfuerzos constantes en el marco de una visión país.
En definitiva el país tiene enormes inequidades sociales – jubilaciones, acceso a la salud, pobreza, desintegración social, etc.- que se vienen postergando y profundizando desde la década del 60. No se pueden corregir en el marco de reglas de juego de una economía desintegrada, de la que son fruto, hay que asumirlo como una emergencia nacional, que bueno es reconocerlo nadie lo ha planteado. Por una razón ética y moral mínima y una razón económica, debemos disminuir fuertemente las asimetrías sociales. El costo extraordinario debe ser pagado por todos en la medida de sus fuerzas.
Esto significa además políticamente construir una visión de país como un todo, implica caminar hacia una economía integrada. Sin la cual la integración regional seguirá siendo un mito discursivo electoral o para tender cortinas de humo ocultando la incapacidad política. No hay integración regional si no a partir de economías integradas. Esa es la enseñanza del proceso de la Unión Europea. Conviene recordar que estamos hablando de integración Latinoamericana – ALALC - desde 1958 y los resultados son mínimos.
Creemos que si el país no puede realizar un gran sinceramiento autocrítico, difícilmente pueda encontrar un camino de integración que posibilite un crecimiento sostenible, que nunca lo tuvo en los últimos ochenta años. Hay que asumir la responsabilidad de lo que le sucede al país hoy siglo XXI. La lección de Quijano no puede seguir siendo ignorada por la mezquindad política, denunció los graves problemas que hoy nos siguen acuciando; emigración, integración, agro, entre muchos otros, desde la década del 40, 50 y 60. Podríamos decir que ninguno de los temas del país le fue extraño.
(1) Es el partido único que surge en el pacto del “chinchulín” – año 1931 - en el que se acuerda el reparto del poder – proporcional a los votos - entre el partido colorado y un sector del partido nacional, incorporado luego por la totalidad de los dos partidos a la constitución de la república en la reforma de 1951, a partir de ahí es a cuota fija, 3 y 2.
(2) P. Hernández - “Uruguay las causas de las crisis”
(3) Carlos Quijano - “Juan Díaz de Solís nuestro patrono” Marcha 10 de julio de 1953
(4) Carlos Quijano - “El Uruguay del futuro” Marcha 2 de abril de 1965.
(5) P. Hernández - “Uruguay las causas de las crisis”
(6) C. Quijano - “Los mitos y los Hechos” Marcha 3 de diciembre de 1965.
(7) C. Quijano - “Emigración e inmigración” MARCHA, 16 de mayo de 1941.
(8) C. Quijano - “La piqueta y la fosa” Marcha 9 de Julio de 1948
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