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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 404 - Uruguay, 20 de agosto del 2010 |
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El Plan Ceibal –inicialmente denominado Proyecto Ceibal– es una iniciativa de la Presidencia de la República, tomada del proyecto OLPC del científico Nicholas Negroponte, por el que se pretende inicialmente que cada niño y cada maestro de las escuelas públicas uruguayas tenga una computadora portátil con conexión a Internet, al culminar el año 2009. Tomó su nombre del ceibo, cuya roja flor es la flor nacional del Uruguay, y se transformó luego en una sigla: “Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea”. Este plan, ha sido considerado por muchos como el mayor logro del gobierno de Vázquez, por lo menos hasta hace poco. Es un hecho también que, desgraciada e incomprensiblemente, la principal iniciativa en materia de educación de la anterior administración, fue ejecutada fuera de la ANEP. Lo que daría para recoger y retomar infinidad de opiniones de docentes, padres, directores y otros actores, en relación a la inconveniencia de lo antedicho, pero lo concreto es que en general la idea y la forma de llevarla a la práctica ha sido apoyada por todos. De todos los partidos y de todos los sectores, vinculados o no a la enseñanza. Por la sencilla razón de que el deseo de que el proyecto llegara a buen puerto fue de interés común, pues involucra a nuestros niños, nuestro futuro. Que por otra parte, con este mecanismo, tienen la posibilidad de insertarse en el mundo, mediante una herramienta que además oficia de “democratizador” en cuanto a la forma de acceder al conocimiento; pues todos la poseen. Entre las complejidades o problemas del plan podríamos citar la distribución de las computadoras –ya transitado– y la conexión de todos los equipos. Este último con problemas aún, en relación fundamentalmente a la ubicación geográfica. El aprovechamiento pedagógico es otro de los aspectos relevantes, y ha sido y es muy dispar, según a quien se consulte. En efecto, en ciudades del interior, –Paysandú en este caso– y sobre todo en áreas más alejadas, se manifiesta que “Hay niños que nunca la usaron, otros que muy poco y hoy en nuestra ciudad podemos asegurar que hay clases donde uno de cada tres solo tiene la computadora habilitada”, se manifestaba a fines del año pasado. Muchos maestros no conocen la forma, y no fueron preparados, para divulgar información por este método. Faltó la imprescindible preparación. Pero más allá de los intrincados y complejos aspectos docentes, hay un componente que está haciendo que más de 106.000 computadoras no funcionen, y es el mantenimiento y la atención a los usuarios. Un estudio realizado recientemente por la Facultad de Ciencias Económicas reveló que en las escuelas del interior un 30,5% de las computadoras no funcionan, y en Montevideo un 19,6%. Las causas son variadas, pero responden sobre todo a roturas. Unas 55.000 (14,2%) están rotas, 24.000 (6,2%) en reparación, el 3,9% están bloqueadas, del 2,1% no se sabe nada y el 1% fueron hurtadas. Las roturas son más en las zonas de contexto desfavorable. El presidente de la Comisión Interinstitucional del Plan, Miguel Brechner, enfatizó que “es necesario que los padres envíen las laptops a reparar”, ante la tambaleante situación del sistema. Obvia conclusión. Elemental pedido. Pero recordemos que ese aspecto no se puede imponer, y menos a padres de sectores y situación económica donde las prioridades evidentemente son otras. Porque debe afrontarse un costo. Lo concreto es que a este ritmo, dentro de poco tiempo, cuatro de cada diez computadoras no estarán en servicio. Desde este año, el Plan Ceibal se extendió a los liceos públicos de todo el país. Es de esperar, aunque lamentablemente parece poco probable, que se encuentre la forma –no pensada con anterioridad– de que “el service” efectivamente se pueda realizar, y se realice. De lo contrario, una iniciativa aplaudida y que se presentaba como pionera, puede fracasar rotundamente por la imposibilidad de resolver problemas prácticos. Al paso que se viene dando la situación, y ante el fracaso de otras acciones paliativas de estas últimas administraciones, no queremos imaginar un desgaste progresivo e irreversible. Que haría naufragar la idea, y eso sí, al decir de su ideólogo: “Délo por hecho”. Hagamos votos para que no sea así… Compartir este artículo en Facebook © Consuelo Pérez para Informe Uruguay
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