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Muchas gracias señor Presidente Barack Obama
por Dra. Hilda Molina
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Cuando se escriba la historia de mi Patria, en honor a la justicia tendrán que dedicarse varios capítulos a recordar la tormentosa odisea vivida por las familias cubanas en estos últimos cincuenta años. Es universalmente conocido que al instaurarse en el poder el gobierno aún vigente, los habitantes del país comenzaron a abandonarlo. Se calcula que desde 1959, aproximadamente tres millones de compatriotas han protagonizado un éxodo incontrolable e indetenible, estableciéndose en todas las regiones del planeta, aunque fueron mayoritariamente acogidos en los Estados Unidos, en calidad de exiliados o emigrados.
Los nacidos en esta tierra, tradicionalmente respetuosos y devotos de la institución familiar, se han visto cruelmente separados de sus seres queridos por el mar y la política, porque lamentablemente, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, incluyeron en su cincuentenaria y traumática confrontación, el sagrado tema de las familias. Las interminables agresiones contra esta venerable comunidad se iniciaron en el propio año 1959, cuando el régimen cubano comenzó a perseguir, reprimir, y posteriormente desterrar a los que deseaban emigrar. Además, no sólo impidió durante decenios las relaciones entre los ausentes y los que permanecimos en Cuba, sino que penalizó con largos años de cárcel, la honrada posesión de divisas remitidas a sus familiares por los residentes en otras latitudes. No obstante, tan terrible situación no perduró, pues este mismo régimen, al requerir dólares urgentemente, despenalizó las perseguidas divisas, autorizó los hasta entonces reprimidos contactos de las familias separadas; y permitió mediante estrictos permisos, los viajes a Cuba de los coterráneos radicados en el extranjero.
Ese cambio político-económico recibió el hipócrita nombre de “encuentro de la Patria con su comunidad en el exterior”.
Pero los embates contra las familias nacionales no se han detenido. Ciertamente, ya los moradores del país podemos relacionarnos con nuestros familiares y amigos que viven en otras latitudes, y no tenemos que ocultar la ayuda económica que ellos nos hacen llegar. Sin embargo, cual esclavos contemporáneos, necesitamos de permisos gubernamentales para salir de la Patria y regresar. Esos extorsionadores permisos de viaje, que están gravados con un tributo en divisas, se otorgan arbitrariamente, se postergan o se niegan, sumiendo en la angustia y la desesperación a innumerables familias inocentes.
Por otra parte, el anterior gobierno de los Estados Unidos agravó aún más la agonía de las familias cubanas, al limitar el número de visitas que los cubano-norteamericanos podían realizar a la tierra que los vio nacer, y al restringir el monto de la ayuda monetaria que éstos podían remitir a sus familiares de la isla.
En el artículo “La Esclavitud del Siglo XXI” publicado en este blog, expresé: Ningún gobierno, ninguno, debe arrogarse la potestad de impedir los sagrados nexos familiares. Nadie debe creerse superior a Dios, y profanar esa maravillosa obra divina que es la institución familiar. Gracias a Dios, en un acto de humanidad y respeto a las libertades elementales, el actual Presidente de los Estados Unidos, Sr. Barack Obama, consciente de que no corresponde a los hombres por muy poderosos que éstos sean, reglamentar y controlar las benditas relaciones existentes en el seno de las familias, retiró a su gobierno de tan ilegítimas e indignas funciones, y eliminó las restricciones que tanto dolor causaban en miles de hogares cubanos. A pesar de estas medidas, los sufrimientos no han cesado, porque los hijos de esta noble nación llevamos todavía clavadas en las entrañas, las regulaciones y disposiciones inhumanas y usurpadoras de derechos, impuestas por la jerarquía de nuestro país, las que nos impiden el ejercicio de la más hermosa de las libertades: la libertad de amar sin censura, sin limitaciones, y sin injerencias extrañas, a los adorados seres que Dios nos regaló como familia.
Muchas Gracias Señor Presidente Barack Obama, por mitigar los tormentos de las familias cubanas. Qué Dios lo bendiga.
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Fuente: Dra. Hilda Molina |
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