Carta abierta a la Ministro del Interior por Helena Arce

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Exc. Ministro del Interior
Maestra
Daisy Tournée

         Sinceramente no entiendo lo que le sucede, más allá de estar en un tiempo previo a las elecciones, donde usted y todos quienes dedican su vida al servicio público, comienzan a intentar marcar la diferencia, nunca hubiese esperado de usted tantas salidas de tono.

         Usted ha dicho en algún acto público que la iban a desmerecer por sus adicciones y preferencias sociales.

         En principio, ya esta advertencia  me pauta su poca amplitud hacia personas que sufren la enfermedad de la adicción y/o tienen su propia opción sexual.
Podría preocuparnos si un gobernante fuera realmente adicto al alcohol, pues debiéramos saber si esa adicción lo lleva a perder el tino a lo hora de tomar decisiones, pero si gusta hacerlo cuando no ocupa funciones de gobierno y tiene el límite de no hacerlo cuando debe ocuparse de estas, es un tema enteramente personal. Por otra parte una persona representante de un partido político que hace suyo los problemas humanos, debiera por lo menos saber que el alcoholismo es una enfermedad. Muchos alcohólicos hacen un enorme esfuerzo asistiendo a Alcohólicos Anónimos para curar sus adicciones, como para que usted los discrimine, utilizando una enfermedad para atajarse con temas electoreros.
 
         Sinceramente le pido me diga ¿Cuándo en este país se le preguntó a nadie con quien dormía? Me parece una falta de respeto total a nuestra población que usted manifieste van  a intentar desacreditarla  diciendo que usted es homosexual. Si lo es o no estimada señora, es un tema suyo y de nadie más.

         Tuvimos todos los pobladores de este país una especial esperanza, cuando fue nombrada Ministro del Interior, pues siempre había dado la impresión de ser una persona sensata, capaz y entera.

         Evidentemente no ha podido encauzar, no ya  al Ministerio del Interior, sino al principal problema que este tiene: la inseguridad, no la sensación,  en que se vive en este país. Cierto es lo manifestado por quienes vienen o visitan otros países, el nuestro sigue siendo un oasis con respecto a otros, pero los niveles de calidad debemos medirlos con nosotros mismos.

         Hoy en la calle, uno escucha a las personas que debería aplicarse a los delincuentes la pena de muerte, que la seguridad ciudadana debiera dejarse en manos del ejército para que los tratara como en la dictadura, etc.

         Sentencias que como ciudadana de este país me alarman, más aun que el tener miedo cuando salgo a la calle.

         Pues eso habla del temor en que vivimos los ciudadanos, y la impotencia que se siente. La impotencia y el miedo vuelven a las personas menos contemplativas con los demás, se pierde la empatía social y se es capaz de apelar a cualquier recurso para recuperar la seguridad.

         Por ello con todo respeto Sra. Ministro de eso debe ocuparse, de solucionar nuestros problemas. Problemas que no los inventa ni la prensa, ni los políticos opositores. Existen, los vive el ciudadano común, ya no es aquello de: “¿quien no conoce a alguien que fue objeto de un robo?”; la pregunta ahora es: “¿quien no ha sido objeto de un robo?”

         Mire yo no le critico siquiera que reviste las formaciones a caballo, aunque reconozco que el permitir le hayan puesto un bolero romántico como música de fondo,  mientras lo hacía, fue tan objetable  como la bailanta de la Ministra de Salud en Israel en misión oficial, pero si le critico que en vez de ocuparse de realizar su trabajo como debe ser, se ataje desviando culpas o atribuyendo intenciones a quien lo hacen. Y estas críticas hacia usted y la Dra.  Muñoz no apuntan a su condición femenina, como se debe imaginar, también objeto a los demás funcionarios de gobierno quienes en la misma misión oficial se sumaron a la “bailanteada”. Hay  un lugar y un momento para cada cosa, lo decía mi vieja, lo dice la biblia, y lo dice la sabiduría popular.

         Con quien decide dormir en su vida privada, o si cuando no está trabajando le gusta tomar alcohol, es enteramente su problema que a nadie le incumbe.

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