|
Índice de Percepción de la Corrupción
por Raúl Seoane
|
|
|
En esta semana se conoció el Indice de Percepción de la Corrupción generado por la ONG Transparencia Internacional. Los titulares de los principales diarios del país aseguran que “Uruguay entre los países menos corruptos del mundo” (El País y Observa)
En el índice mundial nuestro país es encuentra en el vigecimotercer lugar con 6.9 puntos frente a los 9,3 de Dinamarca que ocupa el primer lugar, siendo el máximo 10. No es para tirar manteca al techo porque el índice de nuestro país corresponde a las dos terceras partes del de Dinamarca.
Dentro de del cuadro general de América, Uruguay se encuentra en quinto lugar, conjuntamente con Chile, ocupando el primer lugar Canadá con 8.9 puntos. Sin embargo, si reducimos el cuadro a América Latina únicamente, vemos que encabezamos los índices, siempre junto a Chile, y es algo de lo que nos debemos sentir orgullosos, porque según la presidenta de Poder Ciudadano, Delia Ferreira Rubio ONG Argentina, Chile y Uruguay "Tienen una cultura política de respeto por las instituciones y por las normas. El Estado de derecho supone atenerse a las reglas, y no a la excepcionalidad"
El informe sobre América de Transparencia Internacional indica que:
De los 32 países de América incluidos en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2008 de Transparency International (TI), 22 obtuvieron una puntuación inferior a 5 sobre un total de 10 puntos, lo que demuestra un grave problema de corrupción, en tanto 11 países no lograron superar la marca de los tres puntos, lo que indica que existen niveles de corrupción desenfrenados.
Los resultados reflejan la triste tendencia que ha afectado a la región durante los últimos años y que persiste actualmente. Las iniciativas anticorrupción parecen haberse paralizado en gran medida, lo que resulta especialmente inquietante a la luz de los programas de reforma impulsados por numerosos gobiernos, así como del lugar preponderante que ocupa el tema de la corrupción en la agenda política y las campañas electorales en la región.
No existe una única solución, y el contexto específico de cada país debe ser analizado independientemente. Sin embargo, pueden identificarse algunos factores regionales que continúan afectando la lucha contra la corrupción en América Latina y, en el Caribe.
En los últimos años, el fuerte crecimiento económico que se produjo en la región, que en 2007 superó un promedio del 5%, no ha necesariamente conllevado una reducción de la desigualdad en los ingresos. El Barómetro Global de la Corrupción 2007 de TI (una encuesta a ciudadanos que registra sus experiencias y percepciones de corrupción) y
otros estudios llevados a cabo por los capítulos nacionales de TI demuestran que las familias de bajos ingresos suelen pagar sobornos con mayor frecuencia, los cuales consumen los escasos recursos del grupo familiar. Por ello, Transparency Internacional concentra su labor regional en brindar asistencia a los sectores empobrecidos para ayudarles a superar el obstáculo de la corrupción.
El Informe Global de la Corrupción 2007 reveló que América Latina mostraba los niveles más bajos de confianza en el Poder Judicial, en tanto un 73% de las personas encuestadas en 10 países de América Latina manifestaron que el Poder Judicial era corrupto. La incapacidad de los sistemas judiciales para sancionar a quienes cometen delitos en algunos países fomenta la percepción de impunidad de los sectores poderosos, la sensación de inseguridad entre los ciudadanos comunes y un menor interés por parte de los inversionistas extranjeros.
En términos más generales, en 2004, el 43% de los encuestados para el Barómetro Global de la Corrupción en América Latina señalaron que esperaban que la corrupción se incrementara en los siguientes tres años; en 2007, este porcentaje ascendió al 54%. Por lo tanto, es fundamental que los gobiernos actúen con celeridad para alcanzar resultados concretos y visibles. Una de las primeras cuestiones que deben ser abordadas es la deficiencia estructural que permite que redes de personas, tanto lícitas como ilícitas, desvirtúen las políticas públicas para su propio beneficio y pongan en riesgo la calidad del gobierno, así como su capacidad de actuar con miras al bien general.
Estas cuestiones comunes son, aparentemente, determinantes para alimentar la perpetua sensación de que no se logran avances en la lucha contra la corrupción en América Latina y el Caribe. Si bien la región ha avanzado notablemente en la adopción de las convenciones y los instrumentos legales contra la corrupción, resulta claro que muchos países aún no aseguran la efectiva vigencia del imperio de la ley.
En el caso de América del Norte, aunque la situación en Estados Unidos es diferente, esto no implica que sea necesariamente mejor. La puntuación de EE. UU., de 7,3 en 2008, ha sufrido un leve descenso durante los últimos años, y su posición en el ranking mundial (18) continúa siendo una de las más bajas entre los principales países industrializados del planeta. Algunos de los factores que inciden en esta situación son la sensación generalizada de que la política financiera debe ser objeto de reforma, y la percepción de que los grupos de presión y ciertos grupos de interés tienen una indebida injerencia en la toma de decisiones políticas. Casi tres cuartos de los votantes encuestados con posterioridad a las elecciones parlamentarias de 2006 en EE. UU. señalaron a la corrupción como un problema sumamente importante. Desde entonces, las constantes denuncias de corrupción en el ámbito federal, estatal y municipal también han contribuido a alimentar las inquietudes de la población en torno a esta cuestión.
Canadá, país que obtuvo la puntuación más alta de la región, conserva su puesto entre los diez países con los niveles más bajos corrupción percibida, y se ha convertido en un referente y modelo para toda América.
Un dato muy interesante, y que debemos tener en cuenta, es que Venezuela, con quien Uruguay mantiene lazos muy estrechos, tanto comerciales como políticos, figura en el puesto 31 (penúltimo) en América, con 1.9 puntos, únicamente sobre Haití, y en el puesto 158 en el índice general de un total de 180 países. Todos los países del Mercosur, a excepción de Uruguay y Chile, están muy por debajo de los 5 puntos que son necesarios para no caer dentro de los países más corruptos de América. De acuerdo a esto, Brasil obtuvo 3.5 puntos, Bolivia 3.0, Paraguay 2.4 y Argentina 2.9.
Es muy importante el puesto de nuestro país, porque ello nos sindica como confiables para las inversiones y los acuerdos internacionales, sin embargo debemos tratar de mejorarlo.
¿Qué veo el vaso medio vacío en lugar de medio lleno?, es cierto, pero el esfuerzo de mejorar la corrupción en nuestro país vale mucho por los beneficios que ellos nos puede traer, por lo que prefiero verlo medio vacío.
Comentarios en este artículo |
|
|