La inseguridad es un tema recurrente en nuestro país. Todos los días, más de la tercera de parte del tiempo que los noticieros dedican a la información, son ocupados por temas relacionados con la seguridad, y sobre todo con la inseguridad.
No existen sensaciones térmicas, la sociedad tiene miedo, se siente insegura y ni la Policía, ni las autoridades políticas logran revertir esa situación.
El tiempo pasa y no hay respuesta. Peor aun cada día los delitos aumentan en calidad y en cantidad, y van generando nuevas situaciones no deseadas.
Por ejemplo, -y vemos un crecimiento exponencial en esos días-, de la autodefensa de los ciudadanos. No es lógico, ni deseable que la seguridad deba ser cumplida por el ciudadano común.
Existe un alto porcentaje de riesgo de que las acciones que asumen los particulares en tal sentido, salgan mal, y además de ser victimas del delito, terminen siendo además victimas de sus propias acciones de protección. No es justificable, pero es entendible.
El Estado dentro de sus fines primarios debe GARANTIZAR a los habitantes del País, el respeto de sus derechos individuales, establecidos claramente en el Art. 7° de nuestra Constitución.
Como en tantas otras áreas, el Estado es omiso en cumplir sus cometidos. También en un país inminentemente político, todo se politiza, y todo se ideologiza. La seguridad, por supuesto no escapa a esa regla.
Entonces surgen opinólogos de todos colores, que muy sueltos de cuerpo hablan de los derechos de delincuentes, de las garantías que deben tener, de la Ley de Humanización del Sistema Carcelario, etc. Siempre con la cancha flechada a favor de los “malos.
El ciudadano honesto de a pie, no tiene derechos, se debe enrejar, “alarmar”, esconderse dentro de su casa, y últimamente se tiene que enfrentar a tiros con los malvivientes, arriesgando terminar en Santiago Vázquez, junto con los mismos, por asumir personalmente la defensa que el Estado le debería proporcionar.
Esto ya no se arregla con “discursitos”, ni tirando la pelota para adelante. Esto se arregla con mano dura. Mano dura no solo de la Policía. Mano dura del gobierno y de la oposición respaldando la acción policial.
Mano dura de la Justicia debiendo aplicar estrictamente las leyes, sin claudicaciones, y sin atender “políticas carcelarias” que siempre juegan a favor de los “malos” y en contra del ciudadano honesto que paga sus impuestos y solo recibe la posibilidad cierta, de pasar a residir en el COMCAR. Hasta cuando debemos soportar los uruguayos este caos organizado y esta indefensión.
Y hasta cuando debemos policías soportar el deterioro de la imagen de “nuestra Policía”.
Comentarios en este artículo |
|
» Arriba
|