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Año II - Nº 59 - Uruguay, 2 de enero del 2004

Perspectivas para el 2004
Los cambios que trajo el 2003
Imágenes 2003 en América Latina
Ojos Uruguayos en Brasil
Bienvenido 2004
Encuentro Gardeliano
PIT-CNT Admite fin de reseción
Cambiando el calendario
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Perspectivas para el 2004
Comenta: Ernesto Martínez Battaglino

El país empieza a vislumbrar perspectivas halagüeñas. Lenta pero vigorosamente estamos saliendo de las terribles crisis sufridas y provocadas por motivos varios, y ya conocidos por todos, iniciándose en aquel lúgubre 7 de enero del año 1999 con la devaluación del Brasil, que trastocó todo un sistema trabajosamente armado para entrar con nuestros productos a aquel gran mercado norteño, que nos había ilusionado en cuanto a perspectivas industriales y agropecuarias.

Desde ese momento empezó la recesión en Uruguay, con cierres de establecimientos industriales, desocupación y descreimiento en una agropecuaria que había alcanzado puntos óptimos, de una economía dependiente y pequeña como la uruguaya ante dos colosos como lo son Argentina y Brasil, competidores en su producción y con ventajas comparativas que no escapan al conocimiento y valoración del lector. El esfuerzo realizado en tecnificación y en sacrificios varios, tanto de productores como del propio Estado, no pueden pasar desapercibidos. Parecía que después de tanto ahínco y esfuerzo económico empleado, el desmoronamiento iba a ser fatal.

Pero como si eso de por sí no fuera más que fatídico, le siguieron en el año 2000 y 2001 una serie de trastornos climáticos -lluvias excesivas y sequías prolongadas- que aparejaron más desolación al agricultor y una maligna epidemia de aftosa al ganado vacuno que, alcanzado recién el reconocimiento internacional de haberse logrado el tener un stock vacuno libre de aftosa y sin vacunación, hecho que ponía las tradicionales excelentes carnes uruguayas al tope de su excelencia a nivel de los mercados más exigentes y de mayor poder de compra, nos sume ello también en la crisis agropecuaria más dura de los últimos tiempos, echando por tierra el sacrificio de productores y del propio Estado, que se habían jugado a lograr tales metas.

Pero como no hay dos sin tres, tras de cuernos, palos. A fines del año 2001 y el 2002, explota la Argentina, el otro gran mercado de nuestra producción y el que más afecta a nuestra economía, tanto para levantarla, cuando a esa gran nación las cosas le van bien, como nos trae a tierra, cuando ella se desmorona. Entre una dura crisis política de las clásicas que Argentina nos tiene acostumbrados, surge desde ella -además- una terrible hecatombe económica-financiera, el que inmediatamente afecta el rubro financiero y bancario, provocando una corrida de los ahorristas que, contagiados, también siguieron retirando sus ahorros de los bancos uruguayos que muchos utilizaban como refugio seguro. Esa corrida de los hermanos platenses nos contagió en forma desmedida y desproporcionada, al punto que los ahorristas uruguayos también empezaron a retirar sus depósitos, "por las dudas". El firme y tradicional sistema bancario y financiero uruguayo no quería dar la impresión de debilidad y tratando de preservar su prestigio de "plaza segura", siguió pagando cuanta solicitud se le presentaba de retiro, hasta que ella llegó a un punto tal que también tuvo que "parar", so pena de morir en la demanda.

Así y todo, con bancos que se desmoronaron, algunos por desfinanciarse y otros por maniobras fraudulentas desde adentro, llevando a consustanciar juicios civiles y penales, personas procesadas, algunas otras presas y otras buscadas... igualmente el Uruguay volvió a mostrar una pujante fuerza salida de su debilidad física y económica, de su pequeñez de mercado, pero demostrando una vez más su tradicional firmeza en sus actitudes de sensatez, logrando fórmulas que si bien siempre con doloridos ante tamaña crisis, fue tomada como ejemplo y asombro a nivel internacional, al punto que hasta países del primer mundo se han interesado en estudiar la fórmula empleada por el Estado uruguayo, para salir legal y justamente de esta terrible crisis, con el elogio de los grandes economistas mundiales.

El que solo vea "la crisis" y no vea o no quiera ver los motivos que la provocaron, o se inclinen solo al simplismo de que la culpa la tuvieron las autoridades, es muy difícil tratar de ordenar una realidad que rompe los ojos. Y esto lo decimos sin descartar que, de repente, ahora, luego de haber visto las patas a la sota, podamos decir que el Gobierno debería de haber hecho esto o aquello... Pero la realidad se precipitó en forma casi que inesperada y repercutió en nuestro país en forma maligna, cuando no era por lógica esperada por nadie sensato.

Pero así y todo, ahora empezamos a ver un panorama distinto y que sería bueno que todos lo trataran también de ver así, ya que bien le haríamos al país demostrarle un poco de confianza y de optimismo. Es la mejor forma de ayudar a dar el empujón que todos necesitamos, dado que nuestra tradicional grisura nos inhibe generalmente de ser audaces y esperanzadores.
Por tal razón, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) remarcó la estabilización del sistema financiero, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y "el empuje vigoroso" de las exportaciones, como los principales factores que durante el 2003 "quebraron la recesión de la economía uruguaya".


Comenta la prensa en general y nosotros nos tomamos la libertad de extraer ciertos datos del Diario Cambio Digital de Salto donde dice, "que en un informe que divulgó su oficina central en Santiago de Chile, el organismo de Naciones Unidas indicó que el sistema financiero se estabilizó en los bajos niveles registrados tras la aguda crisis de 2002 y a mediados del primer trimestre el Estado tuvo éxito en su propuesta de canje voluntario de títulos públicos en moneda extranjera".

Asimismo, la CEPAL señaló que el acuerdo que Uruguay logró con el FMI "le abrió el camino para obtener financiación de los organismos internacionales" y redujo la "vasta incertidumbre del mercado. La depresión del consumo, el inesperado aumento en la demanda de dinero y la inestabilidad del tipo de cambio contribuyeron a reducir el ritmo de crecimiento de los precios al consumidor que finalizaron el año a menos de la mitad del ritmo del 2002".

Frente al futuro próximo, el organismo advirtió que "el principal objetivo será la obtención de un ritmo de crecimiento sostenido que permita hacer frente a la voluminosa carga del servicio de la deuda en moneda extranjera".

Según continúa la crónica del Diario Cambio de Salto, se informa que "el documento de la CEPAL está inspirado en las valoraciones y pronósticos que ensayó el Poder Ejecutivo, impregnados de un acentuado optimismo sobre las perspectivas para el año entrante".

Por tal razón, en el foro anual organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), el equipo económico de gobierno expuso las principales proyecciones macroeconómicas para el año entrante, que en términos generales es el siguiente:

— Crecimiento del 5% del Producto Bruto Interno.

— Aumento de exportaciones de 15% a 20%.

— Inflación de entre 7% y 9% en promedio.

— Suba del salario real de 1.2%.

— Aumento del empleo en 50.000 puestos.

— Incremento tarifas públicas de acuerdo a la evolución de los costos de las empresas (1º de enero y 1º de junio).

— Déficit fiscal global de 2.9% del Producto Bruto Interno.

— Superávit fiscal primario (sin incluir intereses de la deuda) de 3.2% del Producto Bruto Interno.

Las previsiones sin duda que son optimistas y elocuentes, más para luego de salir de una crisis que los economistas e historiadores la ponen como la de mayor envergadura de los últimos 100 años.

Todos sabemos que hasta que estos atisbos de cambios positivos no se traduzcan en efectivos y palpables en el común de la gente, es difícil que los crea y que los valore. Siempre el destruir es mucho más rápido que el subir la empinada cuesta del éxito y la mejora. Pero si perdemos las esperanzas, también se nos irán las fuerzas para alcanzar los logros tan deseados. Todos tenemos que hacer el esfuerzo, no solo esperarlo del Gobierno, de ese Gobierno Paternalista que en tiempos de bonanzas tuvimos y que muy fácilmente nos acostumbramos, al punto de creer que era así la forma natural de comportarse, tanto el Estado, como el Pueblo. Dadivoso uno, exigiendo poco, y receptivo el otro, pero pasivo en su respuesta.

Hubo alguien un día que dijo: "Ayúdate que te ayudaré". Alejado de la bíblica profecía y trayéndola al mundanal ritmo de estos días, el Estado, el Gobierno, debe de promover, legislar, crear las condiciones generales para que el país se ordene y prospere, pero también será de obra y gracia de cada uno de los ciudadanos el poner de su esfuerzo físico e intelectual, para bien ayudarse. El que no dé los pasos necesarios, ese quedará por el camino y con la sola culpa de su desidia. A no echarle luego las culpas a otros, forma fácil de sacarse las responsabilidades.