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Año I - Nº 42 - Uruguay, 5 de Setiembre del 2003

El País Real. Los Mitos y el Cambio Posible
¿La ley del delito de usura, o la ley que la legaliza?
Conversaciones con Tabaré Vázquez
Ojos Uruguayos en el Brasil
Almería se viste de feria
Sucedió en España
Migración a Australia
Paseando por las neuronas de los recuerdos
Hurgando en la web
Recuerdos del Ayer
El Interior También Existe
Rincón de Sentimientos
Olvidémonos de las Pálidas
Correo de Lectores
El Marinero

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

El PAIS REAL.
LOS MITOS y EL CAMBIO POSIBLE.


Ing. Pedro Hernández / Agosto 2003


Mas allá de las exquisiteces dialécticas el país tiene un modelo de Economía desintegrada.

Economía desintegrada quiere decir que todos los actores no interactuan en un pié de equilibrio, no se contemplan las distintas especificidades y hay sectores rehenes.
Por definición la economía uruguaya es históricamente un modelo "desintegrado". Una economía en la que la "vida" de muchas empresas depende muchas veces de que a otras, las más rehenes, no les vaya bien.

Una economía desintegrada es el campo propicio para mantener o encubrir todo tipo de ineficiencias, ya que estas se pueden trasmitir a los sectores rehenes. Sí a ello agregamos las propias de estos sectores, el resultado país es negativo. Una economía desintegrada es la sumatoria de desigualdades e iniquidades como las que se constatan en el tratamiento de los distintos sectores en nuestro país. Todo lo que se proyecta sin asumir la desintegración, amplifica las desigualdades y termina generalmente en fracaso.

Pero hay un factor que a hecho, y hace, el mayor daño: es el manejo de la cosa pública desde la óptica del interés político partidario, vehiculizado a través del 3 y 2 -clientelismo- El manejo del 3 y 2 es, en los hechos, el manejo de un partido "único". En esta visión, una economía desintegrada es funcional al mismo. Una manera de reafirmar que la conducción del 3 y 2 es la de un partido "único", es que la política económica es la misma en los últimos cuarenta años y fundamentalmente a partir de comienzos de la década del setenta. Una economía desintegrada se mantiene sobre la base de la falta de transparencia y de información calificada. Todo transcurre en función de los intereses corporativos que apoyan el modelo.

Ya lo hemos escrito: la complicidad de los grandes medios de comunicación con el modelo, a partir del recorte del acceso a la libre expresión, es de todos conocida. Así se controla la crítica y se recorta la transparencia y la cristalinidad imprescindible para el desarrollo de una economía sostenible y sustentable. En ese recorte de la igualdad de oportunidades en la libre expresión se funda la permanencia del manejo político - 3 y 2 - del país desde hace más de setenta años. A partir de ahí se nos han vendido varios mitos: "la Suiza de América", "la democracia impoluta", "todos son iguales ante la ley", etc, etc. Ninguno jamás fue cierto. El de la democracia impoluta quizás sea la más grave falta a la verdad, hemos tenido tres golpes de estado en 40 años, 1933-1973. Pero siempre nos gustó presumir de que lo que pasaba en el resto de nuestra Hispanoamérica acá no podía pasar. Pero nos pasó.

Cuando en eufóricos discursos se nos quiere comparar con Nueva Zelandia, no se dice lo más relevante y es que allí no hubo y no hay "club político". El club político se utilizó en forma avasalladora en la década del 50 y el 60. Nada "caminaba" sin pasar por la red tejida por ese manejo. Ahí está la causa central de nuestra inercia empresarial y la devaluación etico-moral de la conducta política y ciudadana. El país sometido así a una "dictadura" política muy disfrazada, pero omnipresente en todos los movimientos de la vida pública y privada. Cualquier ciudadano puede aportar datos de la "necesidad" de contactos políticos para "mover" expedientes jubilatorios, un puesto de trabajo público, un préstamo, refinanciar deudas, lograr franquicias tributarias, etc, etc. Así se fue instalando la cultura del no cumplimiento de los contratos y así entran en la misma bolsa los buenos y los malos pagadores. Así se ha perdido la credibilidad y la moral pública. En ese juego el 3 y 2 dilapidó los fondos de la seguridad social en la década del 60, cuyas consecuencias siguen pesando hoy. El crédito, herramienta fundamental para el desarrollo, depende de la cristalinidad para una correcta aplicación. El manejo político partidario del mismo ha sido una constante, así como el mal manejo de las consecuencias, endeudamiento y sobreendeudamiento, al no reconocer las verdaderas causas.

Ha habido de todo, menos cristalinidad en el uso de ésta herramienta en el marco del 3 y 2.

Basta recordar en cada crisis la magnitud de los problemas económico-financieros. Otro aspecto no menos relevante para el buen desempeño de la economía es la seguridad de los contratos. Estos han sido devaluados por prácticas nocivas desde el "poder". El manejo clientelístico electoral ha dejado "correr" la evasión fiscal, siempre aparece una amnistía tributaria preelectoral. A la desintegración se le suma de ésta manera un nuevo factor desequilibrante. Así hemos estado autodestruyendonos y consumiendo los recursos productivos y por lo tanto hemos acudido al endeudamiento externo para seguir viviendo. Endeudamiento externo del cual también son responsables y "cómplices" los organismos Internacionales, que nos hablan de transparencia y dan préstamos en un marco donde no la hay, hipotecando el bienestar de los países. Hoy por un lado nos aplauden y por el otro nos piden más ajustes y privatizaciones de las empresas públicas y el agua. El endeudamiento no productivo es un escalón más en el sometimiento y en eso estamos desde 1959. Sometimos la inversión productiva al consumo. El endeudamiento nos fué restringiendo el siempre débil poder de decisión como país, del cual hoy carecemos. Estas son las grandes causas de nuestros problemas. Sólo nosotros somos los grandes responsables y lo seguimos siendo. Creo que los malos gobernantes son fruto de equivocadas o sobornadas decisiones de una ciudadanía "domesticada" por el manejo del 3 y 2.

En este modelo económico desintegrado el sector agropecuario es el rehén más relevante.
Es a pesar de ello el gran movilizador de la economía ya que concurre, via agrotransformación, al 25% del PBI. Sus crisis, por tanto, repercuten en forma sustantiva sobre la misma. En el modelo de economía desintegrada los distintos sectores acuden al enfrentamiento en procura de hacerse cada uno del mayor porcentaje de los recursos para su supervivencia. Ahí está la debilidad del modelo.

En una visión País integrado, los distintos sectores no pueden y no deben estar enfrentados.
Los antagonismo o enfrentamientos son muchas veces "alentados" desde el poder para ocultar los problemas de fondo. Ningún sector tiene vida propia en sí mismo.
¿ Cómo funcionarían los "servicios" sin los cereales, sin la carne, sin los productos de la granja?. Lo mismo ocurre para otros sectores de la economía. El país no se conoce en su diversidad fruto de una gran desinformación, funcional al manejo clientelístico.

Los procesos productivos en el agro son de mediano y largo plazo de ahí que su condición de rehén amplía sus inestabilidades.

El agro tiene varias e importantes condicionantes - a nivel productivo - que amplifican su condición de rehén que nunca han sido contempladas: Es rehén del clima, causa principal de los vaivenes productivos.
Rehén de los suelos donde esté instalado. Rehén de los sistemas productivos que no se pueden detener por sus condicionantes biológicas. Las vacas demoran nueve meses en parir y así, más allá de los vaivenes de la economía y las opiniones de los tecnócratas, se suma un ternero a la riqueza del país. En el tambo las vacas deben ordeñarse todos los días y así la leche sigue llegando sin que importe la realidad del productor. Estos ejemplos, entre varios similares del agro, nos muestran la gran paradoja que nos ha permitido vivir hasta ahora. Rehén de los mercados. Rehén de las políticas fiscales históricamente "alejadas" de la realidad productiva.

Cuando hay sectores rehenes los más fuertes dentro de los mismos tratan de esquivar los momentos adversos haciendo la "plancha"para sobrevivir. Hacer la "plancha" significa, en momentos de incertidumbre, entre otras cosas no invertir, bajar los niveles de adopción de tecnologías y por ende de productividad. En definitiva evitar mayores riesgos. Ello repercute en la caída de la producción, empleo etc. Aquí se ve también como los más débiles por sobrevivir siguen favoreciendo al país. Esto también es un problema importante de la economía a resolver.

La década de los noventa es un ejemplo clarísimo donde los que contribuyeron al gran salto productivo en el campo en particular y en el país en general terminaron siendo los más perjudicados. Los que apostaron al aumento de la producción aumentando la productividad fueron en su mayoría los pequeños y medianos productores rurales y empresarios urbanos. Corrieron los riesgos alentados por el discurso productivista y fueron los grandes perdedores. Lo gobernantes y los técnicos que impulsaron el modelo económico no tuvieron en cuenta ese esfuerzo a la hora de los problemas, vieja y reiterada historia del país discursivo. Se asistió pasivamente a que el "mercado" resolviera los problemas. Los resultados hoy golpean a todo el país. Eso contribuye al desaliento, la perdida de credibilidad y al aumento de la incertidumbre a la hora de tomar decisiones.

En una economía integrada eso no debe suceder y la prevención es un tema permanente, no cuando estalla el "incendio". Gobernar es prever.

El manejo político partidario del país - 3 y 2 - y la economía desintegrada son las condicionantes fundamentales a la hora de definir las causas de las crisis y el estancamiento del país desde 1930.
¿Por qué las "soluciones" a cada crisis, casi cíclicas de los últimos cuarenta años nos han conducido a la siguiente? Porque se proyectan sin tener en cuenta el marco en que se mueve la economía del país y la conducción política del partido único.

Los problemas estructurales denunciados en la década del cincuenta se han agravado.

"El sector terciario tiene en Uruguay una magnitud semejante o superior a la de muchos países desarrollados. Somos un país de intermediarios. En los meandros del aparato comercial y del bancario o del Estado, en cuanto es burocracia infecunda y papelera, queda la mayor parte de los valores producidos. Somos un país con predominio de los estamentos parasitarios. Con los actuales tipos de interés bancario, por ejemplo, ninguna actividad legítima puede prosperar". Esto escribía el Dr. Carlos Quijano en Marcha el 14 de octubre de 1966.

Estamos cristalizados en el tiempo, escuchando a los "mismos" el "mismo" discurso.

La economía uruguaya, decimos una vez más, está fundada a partir de la "confiscación" de recursos al sector rehen - el agro -. Esta es la constante histórica de los últimos 70 años. Estos recursos se obtuvieron primero a través de las "diferencias de cambios" y luego las "detracciones".

Este modelo "facilongo" se agotó.

Es importante resaltar que ni con la materia prima rehen la industria del país ha logrado apuntalar una economía estable. Esto es una muestra de que las ineficiencias no se pueden corregir en un modelo desintegrado, donde no hay necesidad de competir.

Cuando decimos confiscación, es porque los recursos se obtienen sin importar la suerte productiva del productor y sin contemplar que es la empresa que corre más riesgos en el país.
Históricamente el productor rural fué y es en su inmensa mayoría un "marginado" socio- económico. Estamos hablando del orden del 80% de los mismos. La paradoja es que el "marginado" produce riqueza para el país de la cual muy poco o nada le llega a él. Esta marginación se puede visualizar a través de los siguientes aspectos - entre otros - con sus similares urbanos; obreros, empleados, pequeños y medianos empresarios.

1 - No tiene acceso al mismo confort - vivienda, energía, vida social, etc.
2 - Tiene salarios más bajos, fijados administrativamente.
3 - No tiene el mismo acceso a los distintos niveles educativos que el país ofrece y a cuyo sostén colabora.

Esta marginación es otra forma de subsidio, al resto de la economía.

Vamos a aclarar para los de buena fe, los otros no nos preocupan, no ignoramos que hay otros sectores de la sociedad también marginados. Pero en esta etapa queremos visualizar a grandes trazos como discurre la economía del país y como se nos ha "vendido" una imagen que nada tiene que ver con la realidad.

El productor es tomador de precios. Este es un aspecto relevante cuando se habla de economía "abierta" y de "libre" mercado. Esto hace que el resto de la economía no tenga que preocuparse por la rentabilidad del productor. El productor la mayor parte del tiempo recibe precios fijados por la referencia internacional, que no siempre generan rentabilidad. Todos los eslabones de la cadena agroindustrial obtienen su ganancia, el eslabón primario recoge un valor que la mayoría de las veces no tiene relación con sus costos, podríamos decir que recoge un valor "residual". Así al resto de la economía fluye un producto que da ganancias y al productor no pocas veces pérdidas. Popularmente se dice que el productor es el último "orejón" del tarro. Basta observar los sucesivos reclamos por mejores precios para las materias primas.

¿Cuál es la contestación de los gobernantes, técnicos y tecnócratas de esta economía desintegrada? Que los productores sean más eficientes, "salteándose" todos los riesgos que estos deben correr. Esto es en gran medida, la explicación de los problemas permanentes que soporta la agropecuaria en particular y el país en general en los últimos cincuenta años.
Estos problemas; endeudamiento, pérdida de rentabilidad, pobreza y dificultades financieras en el agro repercuten al final sobre la economía del país dada la relevancia del sector en la misma, el 80% de las exportaciones tienen origen agropecuario. El principal sector de la economía, el agro, tiene más del 40% de los productores por debajo de la línea de pobreza.

Hoy el País tiene un deterioro socioeconómico sin precedentes. Despoblación de la campaña, menos del 50% de la población que había en 1954. Destrucción del esfuerzo y la inversión realizada en los últimos 15 años y venta de la misma a precio de mercadería "robada". Envejecimiento y estancamiento poblacional del país por la emigración que no cesa. Marginación de amplios sectores de la población y cantegrilización creciente. Casi el 30% de la población por debajo de la línea de pobreza. Casi el 50% de los niños nace en hogares pobres. Tenemos una inmoral política tributaria, donde paga más el que menos tiene, pese al "reconocimiento" de la misma en cada campaña electoral. Tenemos una concentración de la riqueza cada vez mayor.

Por el lado que se observe al modelo, la desintegración es indiscutible y las asimetrías se multiplican.
En definitiva este es el modelo de economía "facilongo", beneficioso para unos pocos, que el país viene recorriendo desde 1930. El discurso de ciertos sectores y de la mayoría de los dirigentes del 3 y 2 contra el estado - que ellos han promovido -, responzabilizandolo de todos los males, no es más que un lamentable y mediocre discurso de quienes se han servido del mismo y hoy quieren disimular su responsabilidad atacándolo. Ni con los escandalosos bajos salarios de la enseñanza y la salud entre otros, los sucesivos gobiernos del 3 y 2 han logrado estabilizar este modelo del ajuste permanente.

Lo financiero ha sido siempre lo prioritario, los frutos están a la vista más allá de las "pomposas" afirmaciones discursivas. Hoy por encima de los "cadáveres" de los productores y con un campo taperizado, llegan alentados por el "mercado" los "inversores" que en cada crisis están al acecho, cual aves de rapiña, a adueñarse de la tierra. Algo similar le sucede a la industria. El país con su crisis de endeudamiento paga buena parte de estas "inversiones", compra de bienes con títulos de deuda pública a 50% de su valor y precios de ruina . Esto muestra claramente la necesidad de un modelo uruguayo de economía integrada sin sectores rehenes, como manera de lograr un crecimiento sostenido y sustentable.

ECONOMIA INTEGRADA.
Economía integrada es aquella en la que interactuan en un pié de igualdad todos los sectores, teniendo en cuenta sus especificidades, sin sectores rehenes. Economía integrada es la que planifica la asignación de los recursos, máxime cuando estos son escasos. El marco político para integrarnos no puede ser el del manejo del 3 y 2. La integración implica cristalinidad, transparencia en todos los niveles, tanto privados como públicos. Cada sector debe saber quien es quien en el país.

La integración se construye y perfecciona todos los días, es un trabajo permanente.
Debemos comenzar la tarea, que debería estar instalada en el país desde hace más de cincuenta años, cuando los hoy países desarrollados iniciaron sus reformas estructurales.
Una economía integrada no tiene desventajas, salvo para los intereses sectoriales e históricamente dominantes que verán limitado el lucro "fácil".
Por algo subsidian a la agropecuaria las economías integradas de los países desarrollados. En realidad están apuntando a la estabilidad de las agro industrias y de los agro servicios y por ende del conjunto de la economía. ¿Cuánto millones de dólares ha dilapidado el país sólo en las ineficiencias de las cadenas agroindustriales que todos conocemos y hemos pagado?. El país debe crear su propio proyecto adaptado a su realidad y sus condicionantes. Pero lo que no se debe hacer es lo que se ha hecho hasta ahora, favorecer a unos sectores a costa del deterioro o pérdida de otros.

Pero lo relevante a tener muy claro es que el país no ha logrado tener un desarrollo sostenido y sustentable, ni a costa de un proveedor- relevante - de materias primas rehén.

En mi opinión esto es así porque hay un acostumbramiento a un estado "socializador" de las "pérdidas" empresariales. Es que el rehenismo facilita y habilita la ineficiencia de la economía en su conjunto.
No hay necesidad de correr riesgos para sobrevivir.
El resultado es el estancamiento de los últimos setenta años.
La integración reiteramos, implica saber quién es quién en la economía como manera de minimizar las asimetrías y las dominancias, apoyadas en las condiciones de rehén de muchos sectores.
Integrarse para evitar y controlar las ineficiencias que políticas direccionadas muchas veces por "grupos" de presión puedan provocar. Todos los sectores son importantes a la hora de un esfuerzo País. Es como el cuerpo humano en el que todas las células colaboran a su estabilidad y bienestar.

El modelo de economía integrada tiene como meta sumar esfuerzos, evitar la destrucción de sectores atrapados por condiciones - externas o internas - adversas, no atribuibles al desempeño empresarial. Corregir estancamiento o retroceso de sectores, mediante políticas cristalinas en la asignación de los escasos recursos. No las que se han practicado hasta hoy fruto del clientelismo político vía 3 y 2.

Hay que salir del "reclamismo" permanente fruto de una política de "parches" en la coyuntura.

Hay que recrear una cultura empresarial sin ataduras político partidarias para sacar al país de las crisis casi cíclicas y del ajuste permanente.
El país ha aceptado como un fatalismo la inmoralidad del clientelismo político.
La historia del Uruguay desde 1930 a hoy es un claro ejemplo de que con una economía desintegrada y este manejo político no hay crecimiento sostenido, ni desarrollo.

El Agro debe estabilizar los sistemas productivos en el camino hacia una Economía Integrada. La primera integración se debe realizar dentro de cada sector, para integrarse al resto.

En los últimos 50 años el país no logró estabilizar los sistemas productivos en el agro. Ni siquiera los que nacieron con el país como fueron, primero la ganadería y luego los ovinos, favorecidos por condiciones naturales. No se cuidó el recurso tierra, no renovable. Se lleva adelante un manejo del mismo, muchas veces para "sobrevivir", sin tenerlo en cuenta.
Cada uno en el campo ha hecho lo que ha querido y podido al margen de políticas país, que no hay.
Por tanto el manejo de suelos y pasturas no ha contemplado muchas veces las condiciones agrológicas.

En el camino hacia una economía integrada el agro debe ir a una regionalización de cultivos en función de las condiciones agronómicas. Hay que salir del cortoplacismo nefasto.

Esto es fundamental a la hora de definir los riesgos y componer los equilibrios.
El territorio es un gran mosaico de variedades de suelos y pasturas. Cuanto más rigor pongamos en la correcta utilización de los mismos estaremos contribuyendo a un mejor desempeño de la economía del productor y del país.
De esta manera todos los instrumentos productivos se podrán aplicar con mayor rigor, en especial el crédito en un marco de tantos riesgos.

Podríamos decir sin lugar a dudas, que en el marco de esta economía desintegrada los créditos al agro han sido mal dados en su inmensa mayoría. No se han contemplado sus especificidades, algunas de las cuales suponen riesgos inevitables como el clima. Las sucesivas crisis de endeudamiento y licuación de productores en los últimos cuarenta años lo avalan.

El conceder créditos a un sector relevante de la economía sujeto a tantas inestabilidades que no se tienen en cuenta, pesa al final sobre el mismo y sobre el país. Los hechos son contundentes.

No es posible desarrollar una economía integrada en el marco del manejo de partido único, el del 3 y 2.
La transparencia es fundamental y esto no se tiene en el marco de un manejo clientelístico bajo el cual se conduce el país desde hace más de setenta años.

Para corregir ineficiencias debe haber transparencia y cristalinidad en la conducción pública y privada.
Hoy el país transita por la tercera crisis económica de los últimos cuarenta años y los mismos técnicos y tecnócratas que dirigieron la economía hasta hoy son los encargados de buscar la salida.
Este es el síntoma más preocupante ya que muestra la incapacidad del país para procesar cambios.
Pero más preocupante es ver que esto sucede de la mano de la impunidad del 3 y 2.
No hay economía estable y con crecimiento sostenido, sin transparencia y reglas de juego claramente definidas.

Son los elementos indispensables para motivar a la inversión y al mercado de capitales no especulativos. No es casual la baja inversión en el país en los últimos setenta años.

La historia - reciente - del incipiente mercado de capitales terminó en graves problemas por la falta de cristalinidad de las empresas y del marco económico en que fueron proyectadas.
Las empresas creadas a la sombra del tráfico de influencias y manejos partidarios siempre termina mal, ya que los empresarios están pensando sólo en lucrar, los riesgos serán cubiertos por el estado, todos nosotros.

Hoy los entes del estado cuestionados a la hora del empuje privatizador, como si lo privado en el Uruguay tuviera "diploma" de eficiencia. Es muy claro que el manejo político partidario - clientelismo - es el gran responsable de la ineficiencia y la falta de reformas en los mismos. Esta ha sido y es la historia del Uruguay real. Los empresarios que no cuenten con influencias en el entorno del 3 y 2 corren con todas las desventajas. No olvidemos los rescates de empresas por la CND, el tema de los Bancos. Un claro ejemplo de que se puede apostar a una empresa sin riesgo a perder. Al respecto el Dr.Carlos Quijano escribía en Marcha el 10 de julio de 1953:

" El país ha adquirido la paradójica mentalidad de un jugador que para cubrirse contra eventuales e inevitables pérdidas, contratara un seguro.
Los agricultores plantan trigo. Esperan obtener fabulosas ganancias, a corto tiempo y con menguado esfuerzo. Se lanzan a la "aventura"; pero confían en que si producen caro y mal, el Estado vendrá a salvarlos con subsidios y créditos.
X, ó Z ó Y deciden hacerse industriales.También le mojan la oreja a la suerte; pero con la seguridad, asimismo, de que el estado al solo influjo de la palabra mágica - industria - impedirá la importación del similar extranjero, acordará cambios preferenciales, concederá subsidios y hasta comprará los productos si fuere necesario. Es un pleno, con la garantía de que no se perderá la apuesta. Y poco importa, pues se trata de un juego que prescinde como es natural de la lógica y el conocimiento, que la apuesta sea disparatada.

Otra prueba de que nada a cambiado más allá de las formas

Ninguna crisis se ha resuelto atendiendo a las verdaderas causas. Siempre ha sido a través de ajustes de la economía cuyo mayor costo recae sobre los sectores más rehenes como son; los asalariados, los pequeños y medianos productores, los pequeños y medianos empresarios - comerciales e industriales -, los jubilados, la salud pública y la enseñanza. Pasamos de una crisis a la otra de la mano de los "mismos".

La integración interna es fundamental para poder realizar y potenciar integraciones regionales que sean realmente efectivas para el país. La integración implica profundizar la democracia y ampliar la libertad de expresión acotada en el acceso a los medios de comunicación. Implica además la más amplia información "calificada" hoy sólo disponible para una minoría cercana al poder. Así nos hemos despertado en los últimos tiempos cuando la "tormenta" se desató.

Pero hay otros aspectos negativos de un modelo de economía desintegrada. Liquida la solidaridad, que no pasa de lo retórico y discursivo en cada crisis.
Cada sector se abroquela, no piensa en las interrelaciones y menos en la visión país.

La solidaridad no es solo un bien social, sino también económico.

Una economía integrada con la visión país es el desafío nunca encarado.
Quizás el último recurso posible que le queda al país por recorrer.
En el se juega el futuro.


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