"LA QUINTA DE LOS CAPURRO"
ANTECEDENTES EN LA EPOCA HISPANICA
La Villa de SAN JUAN BAUTISTA, comenzó su crecimiento demográfico hacia el noreste, es decir hacia la zona comprendida entre el río Santa Lucia y el arroyo de los Hornos.
Nuestros primeros pobladores, trataban por todos los medios de instalar sus haciendas y chacras sobre esta zona de la ciudad, debido a que era muy apta para las sementeras , así como para la cría de ganado , por lo fértil de las mismas y por la calidad de las aguas que brindaba el arroyo de los Hornos, durante cualquier época del año .
Además era ésta, una zona no inundable, por lo tanto se hacía sumamente apta para la agricultura y siendo esta tarea de las más redituables para la época, muy pronto los vecinos comenzaron a disputarse estas tierras.
Este es el caso de Don JUAN ANGEL ALVAREZ, vecino de nuestra ciudad e hijo de Don PEDRO ALVAREZ. Este último era una persona muy distinguida y reconocida dentro de la población por sus servicios prestados a la misma en diferentes épocas, tales como dentro del "período ARTIGUISTA". En plena revolución (en el año 1814) fue nombrado por ARTIGAS como encargado de la "estafeta de San Juan Bautista" (oficina de correos de a caballo) con una cantidad de 20 caballos en la villa.
Hacia el año de 1820, (plena dominación portuguesa) llegó a ser ALCALDE de la Villa, siendo éste, el mayor cargo que podía ostentar un individuo dentro de su comarca.
Tan es así, que esta familia por pertenecer al gobierno y siendo muy conocedora de la zona ubicó su residencia sobre la zona del arroyo de los Hornos.
En esos años, las familias más pudientes, comenzaron a instalarse sobre este lado de la Villa de San Juan Bautista. Estas llegaban desde Montevideo y "levantaban población", pero sólo muy pocas poseían títulos de propiedad; la gran mayoría de los pobladores eran arrendatarios de algunos de los descendientes de los fundadores de la Villa que sí poseían títulos de propiedad otorgados por la "CORONA".
Los encargados de realizar los repartos de tierras anteriores a la revolución, habían sido los Cabildantes de la Villa, quienes anotaban en el llamado "LIBRO DE FUNDACION" todos estos pedidos y repartos, pero con motivo de la revolución y la retirada de los españoles, no se pudieron seguir realizando las anotaciones en los libros y por consiguiente, comenzó un verdadero "desorden"en el control de la propiedad, aunque sí se siguieron repartiendo solares y chacras.
Los pobladores eran gobernados por el "cabildo" cuya figura máxima era el alcalde, (es el caso de Don PEDRO ALVAREZ). Estos eran los encargados de impartir justicia y para ello se regían por las antiguas "LEYES DE INDIAS"que expresaban que cualquier colono podía solicitar un solar (dentro de la Villa) o chacra (en el "ejido") poblarlo y cercarlo dentro de los 6 primeros meses; pasados éstos, el solicitante perdería el derecho de posesión sobre el mismo, además de los honorarios por el pago de las escrituras.
Así ocurrió con la gran mayoría de los pobladores, incluso la familia de don JUAN ANGEL ALVAREZ, ya que al no existir ningún órgano creado para la fiscalización de los solares y chacras, éstos se sentían propietarios de sus tierras pero no poseían los títulos que los acreditasen.
DESPUES DE LA REVOLUCION
Cuando en el año 1851 y luego que se firmara el histórico acuerdo por el cual "NO HUBO VENCIDOS NI VENCEDORES", dando fin a la llamada "guerra Grande"entre BLANCOS Y COLORADOS, nuestra ciudad se encontraba "en un estado de lo más lastimoso"; aunque existían algunas casas de azotea, la gran mayoría, eran ranchos de "adobe y paja" y distribuidos en cualquier dirección, ya que muchas de estas familias habían deambulado de un lugar a otro , mientras duraron los enfrentamientos armados. Pero ante el "cese del fuego" y el lento y paulatino restablecimiento de la paz en todo el territorio, las familias se habían instalado en donde les había parecido, motivados por la ausencia de un organismo que los controlara y sancionara.
Se creaba así, la llamada JUNTA ECONOMICA ADMINISTRATIVA DEL DEPARTAMENTO (lo que fuera años más tarde la IMC),cuya finalidad era la de reimplantar el orden y la justicia administrativa dentro del departamento. En cada localidad del mismo se creaban además las COMISIONES AUXILIARES, (lo que hoy son las JUNTAS LOCALES), encargadas de brindar apoyo a la J.E.A. en una verdadera función DESCENTRALIZADORA.
Con la creación de estas Comisiones Auxiliares, todos aquellos pobladores que se encontraban en forma "IRREGULAR" (su gran mayoría) deberían concurrir en un plazo no mayor a 6 meses, para denunciar estos terrenos que poseían, para que de ese modo y mediante el pago de un "moderado impuesto", pudieran acogerse a las leyes vigentes, y así poder escriturar los mismos.
DESLINDE DE LA CHACRA
Con tal motivo, el día 21 de junio de 1854 se presentaba Don JUAN ANGEL ALVAREZ
Ante los funcionarios de la Comisión Auxiliar, solicitando se le extendiese el título de propiedad según lo ordenaban las leyes.
En dicha petición este manifestaba lo siguiente: " Don Juan A. Alvarez vecino de esta Villa y poseedor de un terreno perteneciente al ejido de ella, y que tiene posesión hace cincuenta y cinco años por sus antecesores, plantado con montes frutales y bajo de zanja, y finca de azotea: sito en la costa del arroyo denominado del Horno, y deseando el adquirirlo en propiedad = a Uds. suplica se dignen el ordenar la mensura de él, bajo las condiciones prescriptas si lo tuviesen a bien en justicia.
San Juan Bautista junio 21 de 1854= Juan A. Alvarez "
El 20 de setiembre de 1854, contestando a su informe, se ordenaba que pasase a su propiedad, el "inteligente" Don PEDRO MARTINEZ RUIZ a practicar la mensura y deslinde correspondiente, en compañía de un miembro de la Com. Aux. y del suplicante Don JUAN A. ALVAREZ.
Dicha mensura y deslinde, se llevó a cabo después de una semana y media a la contestación, es decir el 1 de octubre de l854.
Don PEDRO MARTINEZ RUIZ, provisto de sus útiles, en presencia del interesado DON JUAN ANGEL ALVAREZ y de Don MARIANO G MARTINEZ, (por la Com. Aux.), realizó la mensura y deslinde de la chacra, resultando ser un terreno de 70.000 varas cuadradas, (hoy 9 hectáreas) y cuyos linderos eran en la época, por el N.O. con terrenos baldíos y por el N.E. con Doña MERCEDES AMANTEOLA, arroyo de por medio, (debió decir Mercedes Amanterola,como aparece en los planos de la villa en el año 1860).
Una vez que hubo finalizado dicha mensura, se elevaron los expedientes para su resolución final. Esta se llevó a cabo 2 meses más tarde, exactamente el 5 de diciembre de 1854, en la cual su presidente Don MARIANO G MARTINEZ, junto al secretario Don GERONIMO DE CACERES y el tesorero de la Com. Aux. JOSE M CARBAJAl, fallaron en forma favorable al suplicante Don JUAN A Álvarez, concediéndole dicho terreno. En su informe decía textualmente:
"...concédese al suplicante el terreno que expresa la diligencia de mensura que antecede, en consideración a la antigüedad que le asiste por derecho..."
El costo de la chacra, ascendía a "6 ONZAS DE ORO, o 115 $ 160 raíz" una suma más que importante para la época, lo que demuestra que Don JUAN A ALVAREZ no reparó en gastos, debido a la importancia y ubicación de su chacra.
PRIMEROS VISITANTES DE IMPORTANCIA A LA QUINTA DE LOS ALVAREZ
En 1855 y apenas unos meses después de escriturar su chacra, don JUAN ANGEL ALVAREZ, es visitado el 14 de marzo por el Presidente de la República el GENERAL VENANCIO FLORES, junto con su familia, y el famoso acuarelista JUAN MANUEL BESNES E IRIGOYEN.
En dicha visita el acuarelista, retratará en su "BLOC DE VIAJERO" la casa de Alvarez, resultando ser un documento valiosísimo, ya que nos muestra como era ésta. (Además de pintar la casa de los Alvarez, también pintará una vista del antiguo colegio Jesuita).También realizó la siguiente descripción:
"...vista de la casa de Don Juan Angel González, en las orillas del pueblo de Santa Lucia tomadas desde el O.NO. a las 2 h 10’ de la tarde. Hicimos noche en esa casa y salimos a la mañana siguiente a las 7 h 20’; a las 7 h 30’ pasamos el paso por la balsa y tomamos agua..."
En la precedente descripción Besnes e Irigoyen se equivoca al anotar el nombre del propietario en la parte inferior, pero lo corrige agregando el verdadero en la parte superior del cuadro.
LA RESIDENCIA
En dicha pintura se aprecia claramente la magnífica residencia de los ALVAREZ, con sus portones amplios, muros de ladrillo y el enrejado que daba acceso a la vivienda. Era ésta (por sus dimensiones), una gran casona, compuesta de dos alas unidas en la parte central por un corredor (como era costumbre en la época) para reunión de la familia en horas de la mañana y al atardecer, así como en esos días de lluvia servir como patio interior.
A los costados de la vivienda, se levantaba un "rancho de paja y adobe", siendo muy probable que éste sirviera como casa para los peones de la chacra.
Hacia los fondos se precia una gran cantidad de árboles, de entre los que se destaca una gran alameda. La calle de frente a la vivienda era de tierra, cerrando de esta manera el panorama del cuadro, aunque se deja "entrever" un gran contraste entre lo que parecería ser una casa de un gran bullicio social y la paz y tranquilidad que ofrecía el marco natural de sus árboles.
EL DESENLACE FINAL
Así pasaron los años hasta que en 1857, su propietario falleciera, dejando en la Villa una familia compuesta por su primogénito de 4 años de edad, llamado BENIGNO EZEQUIEL y su esposa de tan sólo 26 años de edad, la Sra FELICIANA DOLORES DEL PILAR GIL,que además estaba a punto de dar a luz.
El 9 de setiembre de 1857, nacía su segundo hijo, quien fuera bautizado 6 meses mas tarde por su madre en la Iglesia de San Juan Bautista, con el nombre de MANUEL TEODORO.
Ante la muerte de su marido, Doña DOLORES GIL, se encontraba con sus 2 hijos pequeños, una enorme chacra con variedades de árboles frutales para atender y una gran finca que cuidar.
Todos estos motivos, la llevaron a no poder hacer frente a tanta responsabilidad, por ser una sola persona, además de ser mujer (recordemos todos los prejuicios sociales del siglo XIX).
De manera que la "QUINTA DE LOS ALVAREZ"comenzaba a decaer lenta y paulatinamente; el final de la misma se acercaba. Doña DOLORES GIL se encontró con la imperiosa necesidad de venderla
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