UN PAIS SIN GENTE
Por Roberto Bogorja |
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Desde que tengo uso de razón, y de eso ya ha pasado bastante agua bajo el puente, he sentido que el Uruguay tiene para ventaja el ser pocos. Pues resulta ser más fácil ser solidario, entenderse, aplicar políticas, etc., en una población homogénea y reducida. Pero también desde los mismos tiempos he sentido que esa es una desventaja, pues no existe un mercado interno que aliente a ningún productor (industrial, comercial, rural) a realizar grandes inversiones, pues sino hay un mercado importante para absorber la producción, no es fácil poder amortizar dicha inversión.
Ahora bien, durante la década de los '70, se alentó a que el industrial exportara y así podía lograr amortizar inversiones y lograr ganancias tanto para la industria como para el país (por ingresos de divisas), como también para la población pues al poseer verdadero trabajo estos ganaban acorde. Sobre el final de esa década y principios de la siguiente, Uruguay llegó a exportar artículos manufacturados con materias primas importadas que nadie creería que fuesen posibles. A título de ejemplo mencionare algunas: partes de automóviles, automóviles completos, grifería, artículos electrodomésticos, etcétera.
Llega el fatídico 1982, y sobre noviembre, la ruptura de la "tablita", la caída del peso frente al dólar y posteriormente un largo camino de recuperación. Que a pesar de que fue duro su inicio, se pudo ir haciéndolo gracias a tres elementos: existió un mercado interno que siguió comprando, por tanto hubo trabajo y por otra parte si bien existía un fuerte endeudamiento en dólares, este no existía a todos los niveles.
Ese golpe se amortiguó pues los salarios de la gente, si bien se retrasaron, pero eran de alguna forma ajustados y por tanto no se perdía tanto poder de compra.
Transcurre la década de los ochenta, llegamos a los noventa y allí se presenta la nueva figura que todos recibimos bien, el "Mercosur".
Impulsados por el mismo la industria se fortalece y a influjo de la paridad monetaria entre las cuatro naciones, se crea un mercado que permite poder producir y amortizar inversiones. En el año 1992 (diez años después de la tablita) se produce el menor índice de desocupación de los últimos tiempos. No sólo se exporta sino que se genera un fuerte mercado interno que va logrando paulatinamente un muy buen poder adquisitivo. E incluso se revierte la emigración, con el retorno de muchos uruguayos que se encontraban en el exterior.
Al finalizar la década se rompe la paridad tras devaluar Brasil. Y Uruguay que a esa altura había mal apostado al sustituir la industria nacional por la importada, y en especial la de fuera de la región y por otra parte pretender ser una plaza de servicios y en especial financiera (sin tener para ello ventajas reales, ni visión a largo plazo, ni tampoco fomentar esos sectores salvo la protección al financiero) Recordemos cuando el entonces Presidente Sanguinetti, decía que Uruguay debía ser la puerta de entrada en la región para los productos Chinos; así nos fue, nos llenamos de productos chinos de baja calidad y a precios imposibles de igualar.
Uruguay volvió a apostar a la paridad, no discutiremos las razones hoy. Pero si podemos decir que las industrias que sobrevivían ya no pudieron exportar a nuestro más grande mercado, Brasil; y por otra parte nos imposibilitaba competir con su industria, por tanto perdimos mercados regionales frente a su producción.
Con el inicio de este siglo se viene la hecatombe, ya no solo no somos competitivos, sino que ya no queda industria en pie. No hay crédito y ni siquiera hay mercado interno. La población se encuentra desocupada o ha emigrado. Empleados en la órbita privada casi no quedan, pues han cerrado las fábricas e incluso el comercio. Si los hay en la pública y no estoy en contra de ellos. El problema es que tenemos un Estado ineficiente, caro, y endeudado. Con un gobierno que no quiere entender que son población activa y bien remunerada no hay mercado interno, y sin mercado interno no hay economía. Pues para el mercado externo aún seguimos sin estar bien preparados.