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Año V Nro. 350 - Uruguay, 07 de agosto del 2009
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No es sólo la crisis de Honduras lo que preocupa. Otros elementos ponen en evidencia que Hugo Chávez y sus socios de la ALBA están frustrados porque ven frenados, por ahora, su designio de inducir en otros países, que surjan gobiernos populistas, empeñados en su perpetuación en el poder. Por esto, según un lúcido análisis del corresponsal en Washington de El País de Uruguay, Daniel Herrera Lussich, la región “vive horas extremadamente tensas, muchos alarmados ven la llegada de serios conflictos entre países vecinos o descabelladas guerras civiles”. Por otro lado, ahora hay, por lo menos, cuatro asuntos que causan el paroxismo de Chávez que, ciertamente, puede desatar esos conflictos: Primero: Aunque el gobierno del presidente Obama también condenó la destitución de Zelaya, pronto impidió que Chávez tenga el principal papel de componedor, quizá porque, además de su tradicional aversión a todo lo estadounidense, desde el inicio de esta crisis amenazó con una intervención armada venezolana. Tampoco confió esta tarea al parcializado secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. Pidió, en cambio, al moderado presidente costarricense Oscar Arias que desempeñe ese papel. A medida que pasa el tiempo, aumenta la frustración de los socialistas del siglo XXI. No es probable que lo de Honduras se resuelva como Chávez espera. Tendrá que darse una fórmula equilibrada, lejos del estilo del sátrapa. Entretanto Ortega, también desenfrenado, induce a “Mel” Zelaya a amagar desde Nicaragua, contra Honduras, en una calculada provocación para desatar un conflicto violento, extendido internacionalmente. Segundo: Tercero: La cooperación norteamericana a Colombia para combatir la narcoguerrilla, no facilita estos planes de expansión del populismo. La irritación del autócrata venezolano llegó al límite cuando supo que bases militares colombianas contarán, por acuerdo bilateral, con cierto personal estadounidense. Esto contribuyó aún más a la frustración del “bolivariano” y a su reacción furiosa que, sin embargo, no parece que le servirá para bloquear el acuerdo. Menos aún lo logrará con la torva actitud de su aliado Rafael Correa, financiado por la organización terrorista. Cuarto: En estas circunstancias, asoma nuevamente el siniestro Insulza, que pretende mediar entre Colombia y Venezuela, aunque no haya nada que mediar. Un gobierno –el venezolano– probadamente se involucró con la banda armada subversiva que opera en Colombia. Lo que corresponde a la OEA –no a Insulza– es conminar al gobierno “bolivariano” al inmediato e incondicional cese de su cooperación a las FARC. Así las cosas, aun reconociendo que se viven horas extremadamente tensas, parece también que ha comenzado, por sus desmanes, el fin del malhadado episodio chavista en la historia de América Latina. Esta puede ser una nueva oportunidad para recuperar democráticamente la libertad, la justicia y el derecho.© Marcelo Ostria Trigo para Informe Uruguay
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