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Paraguay contradictorio
¿Quo vadis, Lugo?
por Emilio J. Cárdenas (Perfil)
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La gestión quinquenal del ex Obispo Fernando Lugo, hoy Presidente del Paraguay, está en pleno. Para quienes sospechamos tempranamente que ella, tarde o temprano, se teñiría con alguna “carga ideológica de izquierda”, hay ahora señales preocupantes. Particularmente en el sector agropecuario, respecto del cual Lugo hiciera una de sus principales y más sonoras “promesas de campaña” de contenido populista, la de la “reforma agraria”.
En efecto, especialmente en el departamento de San Pedro, las invasiones de establecimientos rurales en plena actividad se suceden continuamente. Unos cincuenta de ellos han sufrido ya distintos incidentes de este tipo y han debido ser desalojados -por la fuerza policial- en peligrosos operativos a cargo de los fiscales judiciales.
Algo parecido acaba de suceder en Iguazú (Alto Paraná) con colonos japoneses que tienen tierras en plena producción de soja, maíz, girasol, trigo y canola. Han recurrido a su embajador, intranquilos, en busca de alguna protección. Esos colonos están siendo agredidos físicamente por los “sin tierra”, así como sus tractoristas. De allí su comprensible nivel de ansiedad.
Como cabía esperar, con ese motivo se han producido algunos enfrentamientos armados, con el lamentable saldo reciente de una víctima fatal lamentablemente, Bienvenido Melgarejo, un dirigente campesino que perdiera la vida en un enfrentamiento armado con la policía.
Mientras esto ocurre, Lugo se mantiene, sobre este espinoso tema, en la ambigüedad más absoluta. A diferencia de algunos obispos católicos que, como el de Caacupé, Claudio Giménez, han repudiado claramente los atropellos contra la propiedad a los que nos referimos. Sin disimulo alguno.
Ocurre que lo cierto es que Lugo ya no tiene a su disposición la “coalición” con parte de la oposición que en algún momento tejiera, razón por la cual no puede contar con hacer aprobar por el legislativo guaraní las normas de naturaleza estructural que requeriría poner en marcha una “reforma agraria”. Ni las tendrá, a estar a los conflictos políticos que estallaron pocas horas después de comenzar Lugo a gobernar.
Quizás sea por esto que su cuestionado Ministro del Interior, el izquierdista Rafael Filizzola, está (imitando a nuestra Cristina Kirchner) atacando verbalmente a los productores rurales y demonizando a sus dirigentes, a los que Filizzola acusa insólitamente de ser ellos los responsables de “crear un clima ríspido” cuando en realidad son víctimas obvias de las agresiones e invasiones que les impiden trabajar, incluyendo la posibilidad de sembrar la soja.
Por una parte, el gobierno sostiene mañosamente que son ellos, los empresarios rurales, quienes generan el “clima” de violencia social. Lo que es muy poco creíble. Por la otra, los acosa y presiona con los fiscales judiciales, por presuntas violaciones a normas tributarias. También como en la Argentina, en esto.
Como si eso fuera poco, los amenaza asimismo con la posible imposición de “derechos a la exportación” de soja, paradójicamente en momentos en que los precios internacionales de todas las “commodities” agrícolas (incluyendo a la soja) se desploman en todas partes. A la manera, una vez más, de los Kirchner, cuyas estériles políticas para el sector rural el ex obispo Lugo (confundido) pareciera estar copiando, meticulosamente. Sin considerar cómo ellas fracasaron en nuestro país, generando una reacción con la cual el campo argentino, apoyado mayoritariamente por la sociedad, derrotó duramente a los Kirchner, pulverizando -en pocas semanas- sus hasta entonces altos índices de popularidad. A punto tal que hoy se descuenta que ya no pueden imponerse en las elecciones intermedias del año próximo.
La realidad es que más de dos millones de hectáreas están en manos de campesinos en el oriente del país; de las de mejor calidad ciertamente, de las cuales unas 650.000 están paradójicamente ociosas, sin cultivos. Casi abandonadas.
Lo que sugiere que el problema quizás no sea, como cree Lugo, la “falta de tierra”, sino la carencia de la necesaria maquinaria y de la asistencia tecnológica que requieren los productores locales; particularmente los de escasos recursos, que aún viven y trabajan en la mayor informalidad y sumidos en el atraso.
Mientras todo esto sucede, el Poder Ejecutivo -a través del respetado Ministro de Hacienda, Dionisio Borda- postula una “mayor participación del sector privado para lograr los objetivos trazados en materia económico-social”. Una señal positiva, ésta. Que ciertamente no se condice, para nada, con lo que sucede en el agro del país vecino.
La única buena noticia de los últimos días es que, del otro lado de la frontera, en la Argentina, acaba de ser confirmado un interesante hallazgo petrolero, lo que alimenta las esperanzas de descubrimientos similares, del lado guaraní.
Me refiero a lo sucedido en la provincia de Formosa, donde la poco conocida firma canadiense “Gran Tierra Energy Argentina” descubrió, a unos 4.000 metros de profundidad, un yacimiento de crudo de excelente calidad ubicado en la localidad de Palmar Largo, concretamente en el paraje más conocido como: “El Surubí”.
Soñar siempre cuesta poco. No obstante, promover la exploración de hidrocarburos es la clave, en todas partes. Esto debe comprenderse del otro lado del río que nos separa de nuestros vecinos. Materializar los sueños requiere, en todas partes, saber lo que debe hacerse para transformarlos en realidad. Así trabaja, en esto, Formosa.
Por el momento, queda visto que las “señales” que emite la administración de Fernando Lugo son confusas. A veces, luce moderado. Otras, populista. Sus “señales”, por contradictorias, sirven para sugerir que las políticas en marcha caminan en distintas direcciones, lo que satisface a todos quizás, aunque en el mediano plazo esto no sea sostenible sin caer en la incoherencia y en las contradicciones.
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| Fuente: Fundación Futuro Argentino |
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