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Carlos Carzoglio un Cantante
de Cámara sobresaliente
por José Luis Pomi
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Quienes asistimos ayer al Auditorio Nelly Goitiño para escuchar al barítono Carlos Carzoglio y al pianista Edgardo Martínez Lázaro en un Recital de Cámara integrado por canciones de Mussorgsky, Rachmaninov y Chaikowsky dentro del Ciclo de Música de Cámara 2009 que organiza el SODRE, tuvimos el privilegio de sentirnos enriquecidos por el aporte cultural a este género vocal.
Sin lugar a dudas, Carlos Carzoglio es el mejor representante uruguayo dentro de la música de cámara de los últimos 30 años y un dignísimo cantante en cualquier sala del mundo.
Despojándome de nuestra amistad cultivada hace ya casi 20 años y tentando mis primeros pasos como crítico especializado, debo de confesar que me sorprendió por varios motivos.
Su voz ha enriquecido en belleza y sus medios vocales estuvieron al servicio de este género musical.
La entrega y seriedad con que encaró a estos tres compositores rusos, hablan del conocimiento y compenetración que este barítono uruguayo demostró en tan espléndido recital.
No solamente su técnica vocal, fue impecable, sino también las expresiones de su cara que reforzaron el efecto, el juego dramático entre el público y el escenario, en una demostración casi espiritual y sentimental, que hablan de una inteligencia poco común, junto a una respiración justa en todas las transiciones vocales, acompañado con una lingüística asombrosa, que lo muestran con la misma perfección de sus interpretaciones francesas o italianas.
El barítono Carzoglio adaptó las obras no sólo a su registro de su voz, sino también a sus posibilidades expresivas. En la primera parte fue una delicia escuchar la Canción de Cuna de M. P. Mussorgsky.
Ya en la segunda parte fue in crescendo, donde las canciones de Rachmaninov tuvieron momentos culminantes como La resurrección de Cristo y Ayer nos encontramos, con una Serenata de Don Juan de Chaikovsky suntuosa e intima, y un final con dos hermosísimas melodías de Rachmaninow, como No cantes Hermosa Doncella y Aguas primaverales que mostraron a un Carzoglio, radiante, feliz y compenetrado de este nuevo reto que ha ideado, recreando un repertorio casi inexistente para nuestro público y para nosotros mismos.
Los que asistimos a este recital, fuimos premiados con un bis, el aria del Príncipe Igor (barítono) de Alexei Borodin (1833-1887) cantada con una gran nobleza y fina interpretación.
Capítulo aparte merece el pianista Edgardo Martínez Lázaro. Demostró ser mucho más que un acompañante. Fue un colaborador sobresaliente, que acompañó con un gran sentido musical y hasta podría decir, con un auténtico sentido psicológico, capaz de ser el colaborador ideal en el piano.
Sin lugar a dudas, este recital del barítono Carlos Carzoglio con el pianista Martínez Lázaro, marca un jalón de oro dentro de la música de cámara. Como decía mi amigo el Dr Julio Novoa, desde las columnas de "La Mañana", así la crítica resulta un placer.
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