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¿Una constituyente?
por Luis Alberto Lacalle
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Entre los muchos puntos que llaman la atención en el texto del Programa del Frente Amplio, se destaca la propuesta de convocar a una Convención Nacional Constituyente. Lo peculiar es que tan importante iniciativa, el más alto nivel de lo que se puede hacer en materia institucional en nuestro ordenamiento político, se enuncia sin mayores detalles el para qué se llevaría a cabo tan trascendente medida. No deja de ser peligroso que se anuncie la intención de una "cirugía mayor" en materia legal, sin un diagnóstico previo ni una explicitación de qué se pretende lograr con ella.
Ante todo recordemos el complicado y largo procedimiento que establece el artículo 331 de la Constitución para usar el citado mecanismo reformista. El proceso lo puede iniciar tanto el Senado, como la Cámara, como el Poder Ejecutivo, presentando un proyecto de reforma ante la Asamblea General, la que lo debe de aprobar por mayoría absoluta de sus componentes. Luego, si es aprobado y promulgado, el Poder Ejecutivo tiene que convocar a elecciones de constituyentes cuyo número será el doble del de los legisladores, es decir 260 integrantes. Esta numerosa asamblea deberá deliberar y resolver no solamente acerca el proyecto inicial, sino también expedirse sobre los que puedan presentarse por los constituyentes.
Todo ello dentro del plazo de un año. Pueden aprobarse varios proyectos, los del Poder Ejecutivo que deben publicitarse "profusamente" (sic), los que presenten los constituyentes y convocar a elecciones para que nos pronunciemos por sí o por no acerca de cada uno de ellos. Como se ve, se trata de pasar prácticamente dos años de deliberaciones y comparecer en dos elecciones.
Ahora bien. Nuestro país ha usado solamente tres veces este mecanismo, en 1830, en 1917 y en 1934. Luego ha optado por los demás, generalmente con acuerdos previos y sin mayor latitud para abrir el texto y proceder a incorporarle cualquier iniciativa.
Lo primero que nos preguntamos es por qué los patrocinadores de esta idea no explicitan el alcance de la misma, no informan a la población y especialmente a sus militantes para qué quieren reformar la carta magna. Los congresales del Frente Amplio parecen no haber tenido mayor curiosidad al respecto toda vez que aprobaron la iniciativa sin pedir explicaciones, en una envidiable disciplina partidaria pero que poco elogia su responsabilidad ante los militantes que los eligieron. A ninguno se le ocurrió averiguar más y ni el propio informante ante la prensa, el Cr. Curiel, pudo ser más explícito. Se convocará una Asamblea Nacional Constituyente, después se verá para qué… Como pueblo pagamos alto precio al voluntarismo y a la creencia de que basta con las leyes para modificar la realidad. Así es que garantizamos un porcentaje de empleo a los discapacitados mediante larga ley pero no lo cumplimos; otorgamos "facilidades" al empleo juvenil tan complicadas que nadie puede hacer uso de la norma; en la Constitución garantizamos derechos a diestra y siniestra sin que sean verdad en el mundo cotidiano; en el capítulo "Derechos, deberes y garantías" no figuran los deberes, y muchos otros ejemplos.
Ahora bien ¿imagina el lector 260 compatriotas, lápiz en mano, redactando una constitución? ¿Duda alguien que allí se propondrá un salario mínimo, un limite a las tasas de interés (como se hizo en un tiempo en el Brasil), la felicidad conyugal, el empleo permanente y demás metas tan deseables como poco imponibles por ley?
Doscientos constituyentes indominables por partido alguno garantizarán por los menos cinco proyectos diferentes y por ende una campaña electoral confusa y reñida. Dos años de batuque electoral que irán en desmedro de la atención que se debería prestar a los temas importantes, a enderezar la economía y solidificar la sociedad.
Curiosamente ha sido poca la atención que se ha prestado a esta extraña propuesta, a pesar de provenir de la más importante -por ahora- fuerza política del país. Mas extrañamente los candidatos no han hecho mención a su probable contenido y a las motivaciones que llevaron a poner en el programa tan seria decisión política.
El único que algo ha insinuado es el Dr. Carámbula quien, en el semanario Brecha, aludió a una vocación "fundacional" del Frente, reiterando un viejo concepto de la dialéctica marxista, según el cual la historia comienza cuando esta corriente de pensamiento inicia la tarea de construir la nueva sociedad y el hombre nuevo.
No es muy explícita la palabra del pre candidato pero, a la luz de los ejemplos de otros países americanos, es un mal augurio que esperamos que sólo quede en ello.
No sea cosa que a alguno le vengan veleidades chavistas o correístas y nos encontremos ante una nueva república popular, armada alrededor de los conceptos socialistas y con reelección indefinida incluida. No nos asombraría que alguna de estas ideas viera la luz pues después de la ley de negociación colectiva, la de educación, la adhesión sin base constitucional al Parlamento del Mercosur y otras lindezas jurídicas de similar calibre inconstitucional. Ya hay bastante jurisprudencia para ello. Mala tos le vemos al gato… sobre todo por el pacato silencio de los padres de la criatura y asombrosa pasividad de los sectores políticos en general…
© Luis Alberto Lacalle
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