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Adiós para un personaje impresentable
por Fernando Pintos
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El pasado viernes 5 de junio se fue, ¡por fin!, Daisy Tourné del Ministerio del Interior. Mejor dicho: la fueron, y con viento fresco. Como de costumbre, se le fue la boca y lanzó un cargamento de injurias en una reunión con «jóvenes socialistas». Como consecuencia de tales exabruptos, Vázquez decidió que había llegado el momento de la despedida. Una buena noticia para todos los uruguayos, a principios de este mes de junio tan amargado por los resultados futbolísticos.
Durante el curso completo su lamentable, horrorosa y patética gestión pública (más bien impúdica, según tantas veces mostró al mundo entero el sitio «YouTube»), no se cansó de coleccionar adjetivos de todos los tamaños y colores: intragable, innecesaria, incorrecta, insufrible, imposible, inculta, imprevisible, impensable, intraducible, insoportable, intratable, intragable, inestable, inmadura, incomible (¡ni por broma!), impresentable… ¿Por qué será que el común denominador, cuando menos en la mayoría de los calificativos reseñados, haya sido el prefijo negativo «in»? Respuesta: muy posiblemente porque la gestión de esta maestrita improvisada como responsable de la seguridad ciudadana, no alcanzó ni tan siquiera el nivel de la oscura mediocridad.
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Éste ha sido, entonces, el colofón o broche de oro (o la proverbial guinda de la Copa Melba) para la gestión desastrosa del personaje menos indicado y recomendable que el Frente Amplio hubiera podido encontrar para imponerlo al frente de la seguridad interna del Estado, o sea: el Ministerio del Interior. Pero no se puede tener la menor duda de que ella ha sido y seguirá siendo, al mismo tiempo, uno de los elementos más emblemáticos dentro de esa retorcida agrupación política. En tal sentido, bien pocos entre los ministros que desfilaron por el Gabinete de Tabaré Vázquez podrían competir con ella en pie de igualdad, salvo Mujica, Gargano y algún que otro mega impresentable por el estilo.
Ahora, la están echando como un perro, por la puerta de servicio, mientras exhiben gesticulación farisaica y cajas destempladas. ¡Y son los mismos que, hasta hacen bien poco, le aplaudían y festejaban todas sus «gracias» ramplonas! Pero… ¿Por qué despedirla justamente ahora? Veamos… Veamos… ¡Ah, sí! ¡Por supuesto! ¡Acontece que nos encontramos en plena temporada electorera (que no electoral)! Y era previsible que los genios encargados de medir las oscilaciones de temperatura en el barómetro ciudadano, ¡cayeran por fin en cuenta de lo nefasto que resultaba este personaje para las aspiraciones continuistas del Frente Amplio! ¡Felicitaciones (a los genios)! De buen seguro, el trabajo que les tomó llegar a tamaña conclusión debe haberles provocado algún pintoresco accidente: les estarán saliendo, ¡todavía hasta este mismo instante!, espesos chorros de humo por las orejas. (Y claro: ése es, precisamente, el precio que se debe pagar por ser un verdadero genio posmoderno)…
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¡Por supuesto! Ahora, habrá que ver cuántos estúpidos, desorientados y desorbitados se zambullen de cabeza en la torpe trampa electorera —la hiena sarnosa y criminoide que pretende disfrazarse, a duras apenas y tan sólo temporalmente, de diligente pastor alemán— y vuelven a votar, igual que unas ovejitas dóciles y resignadas, por la permanencia de este detestable gobierno frenteamplista… ¡Vayan a votar, nomás, ovejitas mías! Y vayan corriendo, porque les tengo una excelente noticia: como premio por un nuevo período de desgobierno impresentable, Frente Amplio mediante, a todas ellas (ovejitas) se les gratificará con… ¡Una soberbia cornamenta de alce macho en celo! (Imagino que, desde ya, muchos se estarán ilusionando con esta inigualable prebenda)…
© Fernando Pintos para Informe Uruguay
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