|
|
|||||||
|
Año V Nro. 342 - Uruguay, 12 de junio del 2009
|
|
Finalmente ocurrió lo que era previsible y anunciado. Los ruralistas cargaron fuerte contra el gobierno del conglomerado. Los congresos de la Federación Rural nunca se caracterizaron por ser obsecuentes ni tolerantes con el poder, quienquiera que lo ejerciera. Basta recordar aquellas consignas de “rentabilidad o muerte” y otros planteos altisonantes por el estilo. Cuando el espíritu cerril, que es propio de los productores, se manifestó contra los gobiernos colorados o blancos, la izquierda en pleno se subió en ancas de ese caballo para medrar con los reclamos que por entonces se realizaban. Ahora el mismo movimiento gremial resulta que es fascista según la paranoia e intransigencia totalitaria de la dirigencia izquierdista vernácula. Los espíritus levantiscos son condición propia de las gremiales rurales, sea en la Unión Europea, en los Estados Unidos o en nuestra misma América Latina. Las razones pueden ser tema para un sociólogo, pero hay que entender que los rigores propios de esta actividad, las condiciones de aislamiento por la distancia que los separa de la gran urbe y sus centros de poder, el riesgo propio de un negocio a cielo abierto que los expone permanentemente, son todas circunstancias que templan un carácter que no es precisamente manso ni condescendiente. Quién no entiende o ignora este extremo, quien imagina que porque alguna vez le sonrieron obtendrá de ellos el beneplácito incondicional, o es un ingenuo, o no conoce el ámbito en que se desempeña, o es un necio. O todo junto. Las mieles con el gobierno duraron lo que la bonanza económica del agro. Pero si hay algo que seguramente caló hondo en el sentimiento de los productores fue la frivolidad y simpleza con que el gobierno encaró el drama de la sequía. Y, en el acierto o en el error por parte de las exigencias de los rurales, se puede entender la animosidad que les generó lo que casi fue una tomada de pelo por parte del Poder Ejecutivo. Primero negando o minimizando el in suceso, luego con declaraciones del Mtro. Agazzi hablando de apuestas sobre la duración de la sequía, o las improcedentes declaraciones del prosecretario de Presidencia acusando a los productores de falta de previsión y otras sandeces, o finalmente la enumeración por parte del Sr. Presidente de 34 medidas para atender el agro, que solo se las creyeron los incondicionales de siempre. Como gran cosa, se repartieron unos pocos kilos de ración a otros pocos productores lecheros. Y el que no ordeñaba que se las arregle. Entre tanto, se sucedían implacablemente los vencimientos en las obligaciones contributivas del sector. La peor de todas, el adelanto a cuenta del IRAE por una renta que seguramente no se generará. Las instancias previas al congreso permitían a cualquier observador del ambiente prever cual sería el clima del mismo. No era ajeno a las autoridades del MGAP, y por ello la semana previa salieron de apuro ofreciendo un subsidio de 10 centavos sobre el precio segunda balanza de los vientres fallados que se enviaran a faena para aliviar los campos. Seguramente pensaban que con una dádiva de este tipo podrían atemperar los ánimos, pero para su sorpresa e indignación ninguna de las gremiales rurales aceptó el instrumento propuesto. Más allá de que la cifra total destinada era irrisoria, obraron dos razones para que no se aceptara la regalía. Con buen criterio las gremiales no quieren liquidar su capital productivo a precio de liquidación, a riesgo de no poder recomponer el mismo cuando los vientos cambien y el pasto vuelva a los campos. Apoyos si, pero para racionar el ganado hasta superar los tiempos duros. Una segunda razón casi principista. Que el gobierno no se meta en el mercado, ni para establecer pisos ni para otorgar subsidios a los precios. Mercado libre es la consigna de las principales gremiales rurales. Y este principio lo defienden incluso ante la eterna desconfianza que les genera la industria frigorífica. De esta manera talaron las iniciativas pergeñadas por los asesores “emepepistas”, iluminados ingenieros del mercado, quienes se regodeaban con el invento de nueva terminología afín: “oferta pautada”, “precios inclusivos”. Seguramente para enriquecer el glosario del neo intervencionismo estatal que proponen. Una mezcla de indignación e impotencia deben haber sido los sentimientos de los emisarios del Ejecutivo al congreso, pautadas por la despechada actitud del Ministro en todas sus intervenciones, desprecio al tradicional almuerzo que ofrecen a las autoridades la dirigencia gremial, desplante con el Sr. Javiel presidente de la gremial de lecheros de Florida, y finalmente retirarse sin escuchar el discurso del Dr. Echenagusía, presidente de la Federación Rural. Peor aún, en un arranque intransigente y totalitario, los miembros del gabinete calificaron de fascistas a los dirigentes rurales. Cuidado Sres. Ministros, en su esencia el fascista no soporta la presencia de ideas o conceptos que no respondan a las consignas que se hayan diseñado para su pequeño cerebro por quien ejerce el poder de gobierno. No es la dirigencia ruralista la que tiene este comportamiento, la que en su legítimo derecho opina sobre todos aquellos temas que hacen a la marcha del país. Con aprensión comprobamos que las reacciones totalitarias no son exclusivas a los Chávez y los Kirchners. © Tomás Laguna
|